Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 15 de junio de 2003, Domingo de la
Santísima Trinidad, coincidente esta vez con el Día del Padre en Argentina y
algunos lugares más. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios -allá
arriba, en el cielo y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro. Observa
los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz,
tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el
Señor, tu Dios, te da para siempre (Deuteronomio 4, 39-40).
- Hermanos: Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos
de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer
en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a
Dios "¡Abbá!", es decir, "¡Padre!" (Romanos 8, 14-15).
- Después de la Resurrección del Señor, los once discípulos fueron a
Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se
postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en
la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre
con ustedes hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 16-20).
1.
SÓLO DESDE ADENTRO SE CONOCE LA INTIMIDAD DE UNA FAMILIA... Dice un dicho
habitual, y confirma la experiencia, que "cada familia es un mundo". Por eso, no
es fácil conocer "desde afuera" lo que sucede en una familia. Sólo es posible
conocer su intimidad "desde adentro".
Hay una cantidad de "códigos" internos, que son propios de cada familia. A
veces bastan miradas, gestos, palabras cortadas, o simples silencios, para
expresar cosas que significan algo distinto en cada familia. Recién cuando
pasamos "más allá de la recepción", que es el único lugar de la casa donde se
admite habitualmente a las visitas o a los extraños, y entramos en la intimidad,
nos encontramos con la libertad en la que cada uno se manifiesta "como es", sin
máscaras ni disfraces que ocultan su más profunda realidad...
Y como dijo Juan Pablo II en su primer viaje a México, en Puebla, el 28 de
enero de 1979, Dios no es un Solitario, Dios es Familia. También a Dios,
entonces, se lo conoce verdaderamente cuando se entra en su intimidad. Esto
hubiera sido imposible para nosotros, si no fuera porque Él mismo nos abrió las
puertas...
2.
DIOS ES FAMILIA, Y NOS DIO A CONOCER SU INTIMIDAD... ¿Quién lo hubiera podido
conocer, si Él no se hubiera bajado hasta nuestra pequeña estatura? Este es el
misterio de la encarnación: Siendo Dios, se hizo Hombre, y puso su morada entre
nosotros. Nació de María, se puso bajo el cuidado de San José mientras crecía,
se sometió a todas las vicisitudes de nuestra condición humana, incluso la
muerte, y muerte de Cruz, y a lo largo de todo su camino terreno se nos dio a
conocer.
Este es el misterio que celebramos hoy, la Santísima Trinidad. Misterio que
nos habla de la grandeza, y a la vez de la cercanía de Dios. Dios, que es Amor.
Un Amor tan grande que no puede quedarse encerrado en sí mismo. Por eso hizo el
mundo y todo lo que hay en él, y nos dio la vida, como Padre, para hacernos
participar de la riqueza de su Amor. Aunque muchas veces perdamos de vista algo
tan elemental, la lectura del Deuteronomio nos ayuda a recordar que Dios es
Dios, allá en el Cielo y aquí en la tierra, que es la obra de sus manos.
Para conocer a Dios, hay que entrar en su intimidad. Y Jesús vino a hacer
que esto fuera posible. Siendo Dios, vino a poner su morada entre nosotros, y
nos hizo conocer a Dios. Él nos abrió las puertas para entrar en la intimidad de
Dios. Y como nos recuerda San Pablo, nos dio su Espíritu Santo, que nos hace
llamar a nuestro Padre con la confianza de los verdaderos hijos, diciéndole
"Abbá", es decir, "Papá".
Así, en la grandeza de su bondad, Dios nos hizo sus hijos y nos llamó a
formar parte de su familia. Precisamente esto es la Iglesia, que Jesús fundó
sobre los fundamentos de su propio Amor a los hombres, enviando a los Apóstoles,
con su poder, a cumplir una misión, como nos muestra el Evangelio de hoy:
3.
EN LA FAMILIA DE DIOS, EL PODER NO ES DOMINIO SINO MISIÓN... De las manos de
Dios salió el Hijo para traernos, en la Cruz y en la Resurrección, la salvación.
Y todo este don misericordioso de su amor está destinado a todos los
hombres.
Por eso, una vez resucitado, Jesús dejó a los Apóstoles una misión, que se
extiende a todos los tiempos a todos los rincones del mundo, ya que consiste
nada más y nada menos que en hacer de todos los hombres sus discípulos,
bautizándolos y enseñándoles a cumplir todo lo que les ha mandado. Esta fue y es
la misión de la Iglesia, en la que todos participamos, cada uno según la propia
condición.
Viene bien recordar, porque no es superfluo, que el poder en la Iglesia,
que surge de las manos de Jesús, no es para el dominio, sino para una misión.
Hoy, día del padre, además de felicitarlos a todos, y rezar por los que ya no
están con nosotros, también es bueno recordar que la familia es una "Iglesia
doméstica". Y por lo tanto, también en ella todo poder no es dominio, sino
misión, de ayudar a que todos los hijos se acerquen a Dios...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: