Para no perder el tiempo y la vida...

Queridos amigos:
 
Ya de regreso en mi morada habitual, esta fue mi predicación de hoy, 9 de febrero de 2003, V Domingo del tiempo Ordinario, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. LA VIDA ES CORTA... ¿EN QUÉ VALE LA PENA OCUPAR EL DÍA? Muchas veces nos pasa que no nos alcanza el día para hacer todo lo que quisiéramos. Y de la misma manera, hasta la vida puede resultarnos corta, para realizar todos nuestros sueños o nuestros planes...
 
En realidad, nos lleva toda una vida aprender a vivir, decía ya Séneca, y cuando finalmente parece que hemos aprendido, se nos termina la vida. Casi podríamos decir, con refrán inventado que algunos de ustedes ya me han oído decir más de una vez, "la juventud es un defecto que se va corrigiendo con el tiempo, y la ancianidad es una virtud que se adquiere con los años". Y para aprender a vivir, hace falta esa sabiduría que dan los años...
 
De todos modos, la vida no es breve, ni siquiera cuando resulta más corta que lo que imaginábamos, sino que muchas veces la desperdiciamos... ¿Cuánto tiempo se nos va en cosas que no lo merecen, corriendo detrás de preocupaciones que, con el tiempo, nos damos cuenta que no merecían tanta atención? ¿Cuántas veces quedamos atrapados por ocupaciones que de las que nos hacemos voluntariamente esclavos, sin que nos conduzcan a nada que valga verdaderamente la pena?
 
Por eso, se hace urgente aprender a darle el tiempo a lo que vale la pena. Y eso hoy lo podemos hacer mirándolo a Jesús, ya que la Palabra de Dios nos relata un día de su vida:
 
2. UN DÍA EN LA VIDA DE JESÚS: ORACIÓN Y CARIDAD, CON HECHOS Y PALABRAS... San Marcos nos dice que Jesús, a la mañana, antes del amanecer, se tomaba un tiempo en silencio y soledad, para el encuentro con su (y nuestro) Padre en la oración.
 
Es verdad que a esa hora es difícil que alguno de nosotros esté suficientemente lúcido como para dedicarse a rezar. Pero... ¿es que podemos vivir sin respirar? Porque la oración es la respiración del espíritu, es el encuentro con Dios en el que aprendemos, más que nadie, qué hacer de nuestra vida, que hemos recibido de Él como un don, que incluye la tarea de hacerla fructificar, con frutos de eternidad... En eso consiste precisamente la misión o, dicho de otro modo, la vocación que cada uno de nosotros recibimos de Dios...
 
San Marcos nos muestra también a Jesús al atardecer, después de la caída del sol, recibiendo con paciencia a todos los enfermos que le acercaban, y ocupándose de ellos con amor, curando a muchos... Finalmente, nos lo muestra también con su afán de predicar en todas las ciudades, porque esa es su misión, a la que se entrega con integridad y fidelidad...
 
Con lo cual, prácticamente nos da un programa de vida, para cada uno de nosotros, aplicable a cada día de nuestra vida: oración y caridad en todo lo que hacemos, cumpliendo nuestra misión.
 
Isidro y voluntario3. ORACIÓN Y CARIDAD TODOS LOS DÍAS, PARA NO PERDER EL TIEMPO Y LA VIDA...
 
Ante todo la oración, para mantener siempre atenta y actualizada, en nuestro encuentro con Dios, la conciencia de la vocación a la que somos llamados. Y con la misma urgencia la caridad, puesta de manifiesto con hechos y con palabras, mientras nos ocupamos de la misión que hemos recibido como don y como tarea para nuestra vida...
 
A veces parece que vivimos como si esta vida en la que estamos fuera a durar para siempre. En realidad, sabemos que es provisoria, aunque a veces la tomemos como si fuera definitiva. Es sólo el camino por el que Dios nos invita a alcanzar el encuentro definitivo con Él, nuestro Padre, en su Casa, el Cielo... Por eso, mientras vamos de camino, hace falta elegir bien lo que hacemos, para no perder el tiempo y la vida...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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