Para que podamos ver...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, 26 de octubre de 2003, XXX Domingo del Tiempo Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Desconcierto1. EN NUESTRAS VIDAS PASAN COSAS QUE A VECES NO PODEMOS COMPRENDER... Cada uno podría hacer su lista personal de las cosas que a lo largo de la vida nos han ido sorprendiendo, sin que las podamos entender. Y cuanto más larga la vida, seguramente más son las cosas que no hemos podido comprender...
 
Si pensamos en la cantidad de personas que nunca llegarán a ver la luz, ya que el flagelo del aborto voluntario las ha tenido como víctimas inocentes, dejándolas por el camino, postradas por una breve existencia, comenzada el día de su concepción e interrumpida abruptamente por quien les causó la muerte, puede ser que nos parezca incomprensible que el corazón humano pueda cerrarse de una manera tan contundente al don de la vida. Si pensamos en las guerras, en las que las decisiones de algunos terminan sembrando el dolor, la tragedia y la destrucción, incluida la muerte, en los que se ven sometidos a ellas, sin poder resistirlas. Si pensamos, finalmente, en la cada vez más absurda y poco equitativa distribución de los recursos con los que cuenta hoy la humanidad, que bastarían para que nadie sufra hambre, y sin embargo deja una estela creciente de personas que mueren o que ven limitado fatalmente su desarrollo físico y mental por falta de alimentación, puede resultarnos incomprensible tanta indiferencia, falta de sensibilidad y egoísmo que provocan tal disparate, que da por tierra con la vida de los que mueren de hambre y posterga la esperanza de un crecimiento normal de buena parte de la humanidad. ¿Para qué Dios se ha tomado el trabajo de dar la vida a tantos millones de personas que nunca encontrarán a disfrutar algo de ella, ya que les dura muy poco o se trata sólo de una sucesión de frustraciones y carencias que las tiene postradas?
 
También puede resultarnos incomprensible que las personas que eligen el camino del mal, sin darle oídos a su conciencia, y hacen todo lo que les conviene, sin importarles el precio de pasar por encima de los derechos de los demás, emprendiendo una carrera en la que lo único que miran y a lo único que aspiran es al dinero, al placer y al poder, el camino parece hacérseles mucho más fácil y exitoso que a los que, siguiendo esa voz interior con la que el mismo Dios nos habla a través de la conciencia, se esfuerzan por ir adelante teniendo en cuenta a su prójimo, haciéndose cargo del bien de todos y no sólo del propio, ya que resulta siempre una barranca de amplia inclinación hacia arriba el camino del bien...
 
Nuestra incomprensión de estas y otras cosas similares pueden convertirse en un grito que se dirige a Dios, que pasa ante nosotros por el camino, como el grito del ciego Bartimeo, que tampoco podía ver, y seguramente tampoco comprender...
 
Jesus cura al ciego2. JESÚS NOS ABRE LOS OJOS, PARA QUE PODAMOS VER TODO, Y CREER... El problema del ciego parecía estar en los ojos. Sin embargo, su súplica se dirigió a Dios humildemente, pidiéndole que tenga piedad de él. Si seguimos su ejemplo, ante todo lo que nos resulta incomprensible, no nos vamos a limitar a pedirle a Dios que nos explique lo que no entendemos, sino que humildemente le pediremos que nos abra los ojos y nos haga ver. El ciego recibió de Jesús la apertura de sus ojos, pero, sin embargo, le pasaron cosas mucho más importantes. Encontró la salvación, gracias a la fe, y después de todo eso, siguió a Jesús...
 
Pensemos ahora en nosotros. Es posible que los ojos nos funcionen más o menos bien. Sin embargo, con eso no alcanza para entender en qué consiste la vida. Necesitamos la fe. Ese don, que viene de Dios, y que Él no niega nunca a quien lo pide con insistencia y lo cultiva con dedicación, es el que verdaderamente nos permite ver más allá, y creyendo, también entender. Comencemos con aquellos que nunca han visto la luz, ya que el aborto no les permitió nacer. ¿No estarán ellos, quizás, como los Santos inocentes, aquellos niños que fueron matados "por las dudas", cuando Herodes quiso matar a Jesús, en un lugar de honor, con el Coro de los Ángeles, cantando su alegría en el Cielo? Al menos podemos pensar que Dios, en su misericordia, les tiene reservado un lugar especial, en el que el don de la vida que Dios les dio pueda florecer...
 
Por otra parte, la fe nos abre de tal modo los ojos, que nos ayuda a mirar siempre todo el horizonte, y más allá de él. Sabemos, de esa manera, que la vida no se limita sólo a lo que se ve. Esto es sólo un tramo del camino, y ciertamente muy y el más corto, frente a toda la eternidad a la que estamos llamados, por la misericordia de Dios, que nos ha hecho para el Cielo. ¿Quién puede decir, entonces, mirando a "los malos", que todo les resulta más fácil, y les va mejor que "a los buenos"? No nos olvidemos que eso, en todo caso, si fuera cierto, vale sólo si miramos este cortísimo tramo de la vida que sucede en esta tierra, pero no para el tramo que más importa, para el que fuimos hechos, para el Cielo, que la fe nos permite ver...
 
Peregrinos de la vida3. JESÚS NOS ABRE LOS OJOS, PARA QUE LO SIGAMOS EN EL CAMINO DE LA VIDA... Como al ciego, entonces, Jesús nos abre los ojos. Y con eso nos hace ver el horizonte completo. Es verdad que creerle a Jesús, y entender toda la vida desde la fe, puede presentarnos algunas aristas duras de la vida. Pero al mismo tiempo nos muestra que es un camino, que hace falta y que vale la pena recorrer...
 
No hace falta para esta marcha poner mucho en la mochila. En realidad, lo único necesario es que en la mochila haya espacio, lo más grande posible, para la fe. Se trata de ir aplicándola en todos los aspectos y en todos los ámbitos de la vida. Así es posible seguirlo a Jesús por todo el camino de la vida, y llegar confiados a la meta. Él mismo se nos ha anticipado con su muerte en la Cruz, nos ha abierto las puertas de la Casa de su Padre con su Resurrección, y nos ha invitado a la Fiesta del Cielo que nos tiene preparada, para todos los que se animen a seguir fielmente el camino de la fe...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
Consultas o comentarios, aquí:Correo



Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: