Dejar algo de lado...
Queridos amigos:
Todavía desde Roma, les envío la predicación que preparé para hoy, 26
de enero de 2003, III Domingo del Tiempo Ordinario, basado en estas frases de
las lecturas bíblicas de hoy:
- Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron
con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño... Al
ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su
mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y
no las cumplió (Jonás 3, 5 y 10).
- Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo... La apariencia
de este mundo es pasajera (1 Corintios 7, 29 y 31).
- Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios,
diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse
y crean en la Buena Noticia». Mientras iba por la orilla del mar de
Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el
agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré
pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo
siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su
hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En
seguida los llamó, y con ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo
con los jornaleros, lo siguieron (Marcos 1, 14-20).
1. SIEMPRE QUE ELEGIMOS ALGO, TENEMOS QUE DEJAR MUCHAS
OTRAS COSAS DE LADO... Esta mañana, todavía en Roma, después de celebrar Misa,
sin fieles, en la Capilla privada del Cardenal Mejía, tuve que tomar una
decisión: el día estaba muy soleado, y tenía el tiempo justo y adecuado para dar
una vuelta en bicicleta por la Vía Appia Antica, seguramente muchas veces
recorrida a pie por San Pedro y San Pablo, y todos los que llegaban a Roma
desde el Sur (conserva algunas piedras del pavimento de ese tiempo, con las
huellas de los pesados carros que las gastaban...). Pero, de todos modos, estaba
claro que, si hacía eso, quedaría para más tarde preparar el envío de esta
predicación. Esto me recordó una vez más, que siempre que tomamos una decisión,
elegimos una cosa y dejamos muchas otras de lado (en este caso, enviarles la
predicación a las 10 de la mañana de Roma no servía de mucho, porque para la
mayoría serían las 6 de la mañana en Buenos Aires, o más tarde en México o
Estados Unidos; por lo tanto, me interné, con mucho gusto, en la Vía Appia
Antica, 12 Km. de ida y otro tanto de vuelta, y llegué con el tiempo justo de
acompañar al Cardenal Mejía a un almuerzo con uno de sus colaboradores en la
Biblioteca Apostólica y su familia).
En general, siempre es más (al menos en cantidad, aunque raramente en
calidad, entidad o peso específico, por lo menos cuando elegimos bien) lo que
dejamos, que lo que elegimos. Pero, de todos modos, es la única manera de tomar
decisiones y tener o hacer algo, porque no se puede tener ni hacer todo... eso
sólo será posible al final, si alcanzamos la Vida Eterna, en la que nos espera
la Plenitud a la que Dios no ha llamado, por su bondad y misericordia.
Por eso se hace difícil, a veces, tomar decisiones, y elegir bien, porque
pueden distraernos o atraer más nuestra atención lo que dejamos atrás que lo que
hemos elegido. Cuantas veces, en la vida matrimonial, se abre el abismo del
fracaso y de la ruptura, porque en vez de centrar el corazón en aquel/la que se
ha elegido renovando cada día la elección que se ha hecho desde un día para
siempre, se dispersa la atención en fantasías ilusorias, detrás de sueños
irreales, volviéndose a otras/s persona/s, que, al elegir con quien compartir
para siempre la vida, hemos dejado de lado...
2. LA CONVERSIÓN A LA QUE JESÚS NOS LLAMA CONSISTE EN
VOLVER A TOMAR EL BUEN CAMINO... Lo mismo que nos pasa con cualquier cosa que
elegimos, nos sucede también con la vida de la fe. Aunque, quizás, la hemos
recibido en el Bautismo, sin que se nos pidiera permiso, todos hemos
llegado a un momento en que la hemos hecho propia por una libre elección, por la
que hemos decidido responderle a Dios, que nos llama, por el camino de la fe, a
la Vida Eterna. Esa decisión nos ha llevado a dejar muchas cosas de lado. Porque
vivir cristianamente no nos permite vivir de cualquier modo y hacer cualquier
cosa, sino que nos llama a vivir siempre según el Evangelio, y hacer lo que
Jesús nos propone. Eso significa elegir un modo de vida, y dejar muchas cosas de
lado...
A lo largo de la vida, sin embargo, muchas cosas vuelven a atraer
nuestro corazón, y pueden desviarnos del camino. Hay una cantidad de cosas que
aparecen como una atracción fascinante y que nos pueden alejar fácilmente del
camino de la fe. Pero, como ya se daba cuenta San Pablo, su apariencia es
pasajera, la felicidad que pueden ofrecernos sólo dura un instante, más o menos
largo, y nos dejan, después, maltrechos o amargados por el camino. No hace falta
pensar mucho para darse cuenta que se me cruzan por la mente en este
momento los halagos de la fama o del reconocimiento servil de los aduladores, o
el dinero, o las cosas que se pueden tener con sólo tener dinero...
Por eso, para seguir fielmente a Jesús, es necesario rectificar la marcha y
volver al buen camino... Es verdad, retomar la buena marcha suele hacerse
"cuesta arriba", como parece sucederle al anciano de la foto. Sin embargo, Dios,
en su misericordia, nos ha llenado de "bastones" que nos ayudan. Desde los
amigos, que saben decirnos con amor nuestras propias incoherencias, para
llevarnos a la reflexión y al cambio, hasta los buenos sacerdotes, que saben
decirnos una palabra oportuna cuando nos hemos desviado de la marcha, hasta la
ayuda impagable de la misericordia de Dios, que acude a nosotros visiblemente a
través del sacramento de la reconciliación o confesión...
Es cierto que, si intentamos vivir cristianamente, es señal que hemos
creído en la Palabra de Dios hecha carne, en Jesús, verdaderamente una Buena
Noticia, que nos ha elegido, como a los Apóstoles, con una llamada personal,
para la Vida Eterna. Pero también es cierto que cada día nos hace falta
tomarnos un poco más en serio la Palabra de Dios, y conformar más a ella cada
día nuestra vida...
3. PARA ELEGIR A JESÚS, Y CON ÉL LA VIDA ETERNA, TODOS
TENEMOS QUE DEJAR ALGO DE LADO... Ya los Apóstoles tuvieron que hacerlo. Ellos
eras pescadores, tenían un profesión, toda una vida hecha... Llegó Jesús, con su
llamado, y les cambió el libreto. Ellos supieron comprender la importancia de la
llamada, y dejaron por el camino lo que les impedía responder con fidelidad. La
barca, las redes, el padre, los jornaleros...
La pregunta que cada uno de nosotros podemos hacernos es: "¿Qué me impide
hoy responder con libertad al llamado que Jesús me hace?". Es importante
encontrar la respuesta, porque precisamente eso es lo que tendremos que dejar
por el camino...
No es posible tenerlo todo y hacer todo. Quedémonos, entonces, con Jesús, y
no nos faltará nada, tendremos todo lo bueno...
Posdata: Espero que les haya parecido bien mi decisión del paseo de esta
mañana, aún al precio de haber postergado un poco este envío...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: