El mejor modo de crecer...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 19 de octubre de 2003, XXIX Domingo
del Tiempo Ordinario, Día de la Madre en Argentina. Me apoyé en las
siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo,
quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre
sí las faltas de ellos (Isaías 53, 11).
- Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de
nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas
que nosotros, a excepción del pecado (Hebreos 4, 15).
- Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes
se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus
dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no
debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga
servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de
todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino
para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Marcos 10,
35-45).
1. NOS HACE FALTA UN PUNTO DE APOYO PARA PODER CRECER...
Todos hemos nacido muy chiquitos e indefensos. Con el tiempo hemos ido agregando
centímetros y kilos, y hemos ido aprendiendo primero a comer, después a jugar, a
ponernos de pie, a hablar, a pensar, a escribir...
Nada de esto hubiera sido posible si no hubiéramos tenido un punto de apoyo
firme y seguro, en el que siempre fuera posible recostarse y sostenerse. Y si
hemos crecido, en centímetros y en kilos, pero además, hemos pasado de estar
totalmente indefensos a cierta madurez, no cabe duda que ha sido, entre otras
cosas, porque nuestra madre, o quien cumplió su función, fue para nosotros un
punto de apoyo que nos supo sostener y nos permitió crecer...
Por esta razón, me parece que si se hace una votación mundial para
encontrar la mejor madre, cada uno votaría, con mucha razón, por la propia. Y no
sólo porque para cada uno sólo la propia puede ser la mejor, ya que es la única,
sino además porque quien ha sido para nosotros nuestra madre, no sólo ha sido
nuestra primer morada, por nueve meses, y quien nos recibió en nuestra entrada a
este mundo en el que vivimos, sino también el punto de apoyo que nos permitió
crecer...
El Evangelio, por otra parte, nos habla hoy con claridad del camino por el
que las madres se han hecho grandes para nosotros. No ha sido buscando el primer
puesto, ni saliendo en los periódicos. Las madres se hacen grandes asumiendo su
vocación, que es una vocación de servicio, y por lo tanto una vocación que,
asumida conforme al Evangelio, las pone en el último lugar...
2. LA ÚNICA MANERA DE SER GRANDES ES SERVIR A LOS DEMÁS...
Hasta los apóstoles tuvieron la tentación de crecer por los atajos, en vez de
asumir el único camino posible, el que nos propone Jesús. Dos de ellos, Santiago
y Juan, el primero y el último en dar la vida por Jesús en el martirio,
reclamaron a Jesús sentarse en los lugares de preferencia. Y la respuesta de
Jesús fue contundente: "el que quiera ser grande, que se haga servidor de
ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos"...
Hoy la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta nos ha mostrado el
contenido de esta frase de Jesús, no sólo con palabras, sino también, quizás de
una manera mucho más convincente, con los hechos de su vida. Es emocionante leer
lo que el Papa escribió para la predicación de la Misa, contando su propia
experiencia en su conocimiento y en sus conversaciones con la Beata Teresa: "Con
particular emoción recordamos hoy a la Madre Teresa, una gran servidora de los
pobres, de la Iglesia y del mundo entero. Su vida es un testimonio de la
dignidad y del privilegio del servicio humilde. Eligió ser no sólo la última,
sino la sierva de los últimos. Como una verdadera madre de los pobres, se
inclinó a los que sufrían diferentes formas de pobreza. Su grandeza reside en su
capacidad de dar sin importar el coste, dar “hasta que duela”. Su vida fue una
vida radical y una valiente proclamación del Evangelio".
Gracias a Dios, la Beata Teresa de Calcuta es un don para la Iglesia, y no
pueden apropiarse de ella los medios de comunicación, porque su camino no
consistió en buscar pantallas y primeras planas, sino el del servicio y el
silencio. Con razón el Papa la llama "Madre", no sólo porque fundó toda una
familia religiosa (se suele llamar "Madre" a las que lo hacen). Si la maternidad
expresa acabadamente lo que significa ser mujer, podemos entender que la Beata
Teresa, sin dar a luz ningún hijo desde su vientre, fue verdaderamente Madre, ya
que, como decía hoy el Papa: "en total donación de sí misma a Dios y al prójimo,
la Madre Teresa halló su gran realización y vivió las más nobles cualidades de
su feminidad. Quiso ser un signo “del amor de Dios, de la presencia de Dios, de
la compasión de Dios” y así recordó a todos el valor y la dignidad de cada hijo
de Dios, “creado para amar y ser amado”. Así hizo la Madre Teresa, “llevando las
almas a Dios y Dios a las almas” y saciando la sed de Cristo, especialmente en
aquellos más necesitados, aquellos cuya visión de Dios había quedado oscurecida
por el sufrimiento y el dolor".
3. SI QUEREMOS LOS PRIMEROS PUESTOS TENEMOS QUE SERVIR SIN
LÍMITES... Todos queremos siempre crecer, ir para adelante, alcanzar los mejores
puestos. Es un impulso que nos viene desde adentro, dada nuestra condición
humana. Incluso cuando, tarde o temprano, pronto o dentro de
mucho tiempo, nos pueda empezar a parecer que ya no nos queda
mucho tiempo en este mundo, sentiremos este impulso, que no llevará en ese caso
a aspirar de una manera más consciente y anhelante al Cielo, y en todo caso, si
nos animamos a mucho, querremos tener allí un lugar de privilegio, o al menos un
buen lugar. Pues bien, el camino es claro: "el que quiera ser el primero, que se
haga servidor de todos".
Hoy nos lo dice especialmente la Beata Teresa de Calcuta, con toda una vida
dedicada al servicio de los más pequeños y abandonados. Y también nos lo dice el
Papa, con su propio testimonio, de una vida entregada sin límites al servicio al
que Dios lo ha llamado. Recordemos su oración, el mismo día de sus Bodas de
Plata (el pasado 16 de octubre), con la que terminaba su predicación,
dirigiéndose a Dios: "A Ti, Señor Jesucristo... te renuevo, por las manos de
María, Madre amada, el don de mí mismo, del presente y del futuro: todo se
cumpla según tu voluntad". Y esto nos anima a buscar, cada uno en su lugar y en
su tarea cotidiana, el servicio de amor a los demás, como el mejor modo de
crecer...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: