Sin medida...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 12 de octubre de 2003, XXVIII Domingo
del Tiempo Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el
espíritu de la Sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por
nada las riquezas en comparación con ella. No la igualé a la piedra más
preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y
la plata, a su lado, será considerada como barro (Sabiduría 7, 7-9).
- Hermanos: La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante
que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y
del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4, 12).
- Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia él y,
arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar
la Vida eterna?»... Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una
cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro
en el cielo. Después, ven y sígueme». El, al oír estas palabras, se
entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes (Marcos 10, 17
y 21-22).
1. MUCHAS VECES NOS PONEMOS A DESHOJAR LA MARGARITA... Lo
hacen, ciertamente, en primer lugar, los muchachos enamorados y las muchachas
enamoradas. Pensando en el amado, comienzan a quitar hoja por hoja, mientras
aplican una palabra por hoja: "Me quiere mucho, poco, poquito, nada", y según
sea la última, tienen resuelto un acertijo sobre la cantidad del amor que les
dispensa el amado...
Pero puede ser que también en otras ocasiones apliquemos un sistema
similar. Por ejemplo, puede ser que a la hora de decidir si vamos a hacerle caso
a las leyes, deshojemos una margarita diciendo: "Mucho poco, poquito nada...", y
la suerte de nuestra obediencia al principio de legalidad quede sometida a la
cantidad de hojas de una flor. También cuando decidimos si vamos a pagar los
impuestos, a alguien puede ocurrírsele someterlo al deshoje de la margarita:
"Mucho poco, poquito nada...". O al decidir cuanto nos vamos a ocupar de la
familia, podemos, margarita en mano, echarlo a suerte pensando: "Mucho poco,
poquito nada...". Finalmente (para no seguir por todos los ámbitos de la vida),
para decidir cuánto vamos a ocuparnos del amor al prójimo, puede ser que se nos
ocurra recurrir a la margarita: "Mucho poco, poquito nada..."...
Sin embargo, Jesús nos muestra que cuando se trata de amor, de entrega y de
servicio, no sirve para nada la margarita como modo de resolver el acertijo de
la medida justa...
2. DIOS NOS HIZO PARA EL AMOR, Y EL AMOR NO TIENE MEDIDA...
Dios nos ofrece un tesoro, en el Cielo. Nos hizo capaces de gozar para siempre
de su presencia amorosa, y nos ha invitado a caminar hacia allí por nuestra
propia decisión, aceptando el camino que nos lleva a Él, y ese camino es el
camino del amor...
Pero para aceptar este camino y ponernos en marcha, no sirven las
especulaciones. Se trata de seguirlo a Jesús, que con su vida nos muestra el
camino que lleva al Cielo. Pero no caben las especulaciones porque no se puede
seguir a Jesús a medias. El hombre que se acercó, con buena voluntad, a
preguntarle a Jesús cómo debía hacer para llegar a la Vida eterna, se puso
contento al principio, porque se ve que cumplía todos los mandamientos. Pero
finalmente se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes, y parece que no
estaba dispuesto a dejarlos para seguir a Jesús...
Para seguirlo a Jesús, es todo o nada. con nuestras limitaciones y nuestras
deficiencias, pero sin especulaciones. No podemos seguirlo a Jesús y dejarlo
afuera de manera consciente de algún aspecto de nuestra vida. No podemos decir:
"bueno, yo voy rezar, voy a Misa todos los Domingos, es más, voy a cumplir todos
los mandamientos", pero después suponer que, a la hora de pagar los impuestos, o
en mi trato con los vecinos, o en mis negocios o en mi trabajo o en mis opciones
políticas puedo decidir por mi cuenta, sin tener en cuenta el Evangelio...
3. PARA SEGUIR A JESÚS, HAY QUE ESTAR LIBRE DE TODAS LAS
ATADURAS... Por eso, Jesús nos enseña hoy el mejor modo de estar dispuestos a
seguirlo, que es librándonos de todas las ataduras...
Para aceptar su invitación y caminar hacia el Cielo, hay que estar
dispuestos a todo, librándose de todas las ataduras. Ni la riqueza ni la
pobreza, ni la salud ni la enfermedad, ni la seguridad ni la inseguridad en la
que a veces nos toca vivir en estos días, ni la tristeza ni la alegría, tienen
que atarnos. Para seguirlo a Jesús y alcanzar el Cielo, nos hace falta la
libertad de poder decirle siempre que sí, en todo y a todo lo que nos proponga
Jesús, que nos llama al Cielo y a la verdadera Vida...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: