Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 31 de agosto de 2003, XXII Domingo del
Tiempo Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- No añadan ni quiten nada de lo que yo les ordeno. Observen
los mandamientos del Señor, su Dios, tal como yo se los
prescribo... Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios
y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oír todas estas leyes,
dirán: «¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!»
(Deuteronomio 4, 2 y 6).
- Reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz
de salvarlos. Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con
oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos (Santiago 1, 21-22).
- Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos
y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede
mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre... Porque
es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas
intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la
avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la
difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del
interior y son las que manchan al hombre» (Marcos 7, 14-15 y
21-23).
1.
ES DE BUENA EDUCACIÓN LAVARSE LAS MANOS ANTES DE COMER... Es una cuestión de
higiene y de salud, pero también puede convertirse en un gesto vacío, si nos
olvidamos para qué lo hacemos, y no cuidamos en todo lo que hay que hacerlo la
higiene y la salud...
También en muchas otras cosas, además del lavado de las manos, es bueno que
cuidemos las formas exteriores, pero eso no alcanza si al mismo tiempo no
tomamos la precaución de ocuparnos de las cosas de fondo...
Por ejemplo, si vamos a comprar un auto usado, es bueno que aparezca
prolijo, lustrado y bien pintado. Pero no podríamos hacer una buena compra si no
tuviéramos el cuidado de mirar también cómo está el motor, cuál es la condición
de las suspensiones, qué partes están bien y cuáles están demasiado gastadas.
También, si vamos a una entrevista, en búsqueda de un trabajo, está bien ir bien
presentados, con ropa limpia y adecuada a la ocasión, con el pelo prolijo y bien
peinado, pero seguramente no alcanzaría con eso, si no tenemos las precaución de
reunir también las condiciones de fondo que se piden para ese trabajo...
De la misma manera, cuando queremos presentarnos ante Dios, no alcanza con
cuidar las formas exteriores (que usamos con mucho fruto, por ejemplo para la
oración personal y comunitaria, para las prácticas penitenciales y en otras
cosas), si no nos sirven para ocuparnos de las más importantes, que son las de
fondo...
2.
NO ES LO DE AFUERA, SINO LO DE ADENTRO, LO QUE PUEDE HACERNOS DAÑO... Por eso
Jesús nos enseña, lo mismo que a los Apóstoles, a no preocuparnos tanto por lo
que nos viene desde afuera, porque no es de allí desde donde nos vienen los
peores males, sino desde adentro, de donde salen las cosas que nos pueden hacer
daño...
Cada uno de nosotros, sobretodo en Argentina, podemos estar seguros que no
nos va mal porque son muy ineptos o corruptos los políticos. En todo caso, es a
ellos a quienes les va mal por esas causas. Tampoco nos va mal porque el Imperio
de hoy parezca haberse apoderado del mundo, teniéndonos a todos tomados de las
narices. Esto también pasaba en los tiempos de los Apóstoles, de los primeros
mártires y de los primeros santos, con el Imperio romano. Y nada de eso, sin
embargo, lograba que sus vidas fueran un fracaso.
No es lo de afuera, sino lo de adentro, lo que puede arruinarnos la vida y
hacernos daño. Jesús hizo una lista competa de esas cosas que nacen dentro del
corazón y que pueden dañarnos: las malas intenciones, las fornicaciones, los
robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños,
las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Podríamos nosotros agregar algunas más, cada uno según la sensibilidad que nos
permite estar atentos ante nuestras propias debilidades: nuestra impaciencia,
nuestra indiferencia, nuestros egoísmos, nuestros odios, nuestras pequeñas o
grandes venganzas...
De todos modos, así como de adentro sale lo que puede dañarnos, también
adentro es donde podemos poner el remedio, ya que, como dicen los médicos, "hay
que poner el remedio donde está la enfermedad". Bastará cuidar el corazón y
purificarlo para que nuestra vida no sea un fracaso...
3.
HAY QUE PURIFICAR EL CORAZÓN CON EL AMOR PARA AGRADAR A DIOS... Y puestos a
purificar el corazón, nada será mejor que el amor para lograrlo...
Dios nos hizo a la medida del amor. Nos hizo capaces del amor, pero además
nos hizo de modo tal que nuestro corazón encuentra su salud y su salvación en el
amor. Podemos intentar muchas cosas, pero nada funcionará mejor que el amor. Del
amor surgirá la vida (así la recibimos nosotros de Dios, y así pueden darla los
padres a sus hijos). Del amor surgirá una sonrisa en los padres y en los hijos.
Del amor surgirán flores en nuestra vida, flores que podremos hacer llegar a los
demás y flores que recibiremos, entre espinas, como sucede con las rosas. El
amor nos hará agradar a Dios, que para eso nos ha creado...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: