Para tener energía...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 17 de agosto de 2003, XX Domingo del Tiempo Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Fortaleza1. COMO TODOS LOS SERES VIVOS, PARA TENER ENERGÍA NECESITAMOS LOS ALIMENTOS... Son vitales para nosotros, desde el primer momento. Todos nacimos siendo bien pequeños, y desde allí fuimos creciendo y haciéndonos más fuertes, gracias a los alimentos. A esta altura, cualquiera sea la edad que tengamos, hemos consumido una enorme cantidad. Haciendo un cálculo muy rápido y de una forma muy conservadora, contando alimentos y bebidas, hemos consumido al menos una tonelada por año cada uno de nosotros...
 
Cuanto más es el ejercicio que hacemos, también será que ser mayor y mejor la calidad y la cantidad de alimentos que consumimos. Pensemos, como ya decíamos la semana pasada refiriéndonos a los Juegos Panamericanos, el alimento es una de las cosas que más cuidan los atletas, porque de eso depende que tengan las suficientes fuerzas para poner en juego sus habilidades.
 
Sin embargo, por más que nos esforcemos, nunca nos va a alcanzar el alimento que encontremos por nuestra propia cuenta y riesgo. Porque, aunque entre los 25 y los 30 años comenzamos la curva descendente de nuestra plenitud física, y también nuestra necesidad de alimento físico (por algo comienzan a crecer los "salvavidas" alrededor de la cintura y en otros lugares del cuerpo, si no aprendemos a regular con precisión la relación entre ejercicio y alimentos), está claro que tenemos una profunda aspiración de eternidad, que el mismo Dios nos ha sembrado adentro, y no hay alimento terreno que nos alcance para llegar a eso. Por eso Jesús se nos ofrece Él mismo como alimento...
 
Eucaristía2. EL CUERPO Y LA SANGRE DE JESÚS NOS DAN LA VIDA ETERNA... El Cuerpo y la Sangre de Jesús son también alimento. Y en realidad, su Cuerpo es el único alimento y su Sangre la única bebida a la que Jesús llama "verdaderos"...
 
Y así hay que considerarlos. Física y corporalmente alimentos, pero con un efecto sobrenatural, la Vida eterna. Sabiendo de nuestra necesidad, ya que Él mismo nos hizo para la Vida eterna, y conociendo al mismo tiempo nuestra dificultad para tener presente los que físicamente no se ve, Jesús nos dejó de una manera visible, en su Cuerpo y en su Sangre, a través del Sacramento de la Eucaristía, un verdadero alimento. Cuerpo y Sangre de Jesús resucitado, que va introduciendo en nosotros semillas de Vida eterna.
 
Este alimento, de todos modos, funciona de una manera muy especial, y distinta a la de todos los demás. Mientras nosotros vamos asimilando todos los alimentos que consumimos, y de allí recibimos la energía que tienen para darnos, cuando comemos su Cuerpo y bebemos su Sangre, somos nosotros los que vamos asimilándonos a Él. Nuestro cuerpo frágil y mortal, recibiendo el Cuerpo y la Sangre de Jesús resucitado, se va haciendo a la medida de la eternidad, y de forma anticipada, se convierte en un cuerpo destinado a la resurrección, al fin de los tiempos, y se va preparando para esa resurrección.
 
Este alimento nos va asimilando a Jesús, y nos hace capaces de vivir como Él. Cuando nos alimentamos con su Cuerpo y con su Sangre, como nos dice el mismo Jesús, comenzamos a vivir por Él, Jesús comienza a vivir en nosotros.
 
Todos sabemos qué difícil es vivir con intensidad y fidelidad el apasionante camino de la fe. A cada paso sentimos la debilidad de nuestras fuerzas y la necesidad de reponerlas todo el tiempo. Con más razón, entonces, necesitamos estar bien alimentados para recorrer este camino que nos lleva a Dios. Y es Él mismo quien se hace nuestro alimento...
 
Alimento3. HAY QUE APROVECHAR BIEN EL MOMENTO PRESENTE, ELIGIENDO BIEN LOS ALIMENTOS... Las cosas no han cambiado tanto desde el tiempo de San Pablo (el tiempo de Jesús, y el del nacimiento de la Iglesia que surge de sus manos, como barca con la que navegamos por este mundo hasta "la otra orilla", el Cielo). Ya decía él: "estos tiempos son malos" (como los nuestros).
 
Pero eso no impide nada de aquello a lo que aspiramos. Simplemente, siguiendo el mismo consejo de San Pablo, se trata de simplemente de "aprovechar bien el momento presente". Hoy, que tantas cosas pueden distraernos, que tantas cosas "especiales" se nos ofrecen, hoy que tenemos tanto detrás de lo cual correr, tenemos que elegir bien los alimentos. Si aspiramos a la Vida eterna (y no hay nada siquiera parecido a lo que podamos aspirar), no hace falta perder el tiempo detrás de muchas cosas, para llegar allí sólo sirve y alcanza, dándonos la energía suficiente, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, el único "verdadero alimento"...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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