Fe para ver los milagros...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 6 de julio de 2003, XIV Domingo del Tiempo
Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la
Misa del día:
- Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes
que se han rebelado contra mí; ellos y sus padres se han sublevado contra
mí hasta el día de hoy. Son hombres obstinados y de corazón endurecido
aquellos a los que yo te envío, para que les digas: «Así habla el Señor».
Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo -porque son un pueblo
rebelde- sabrán que hay un profeta en medio de ellos (Ezequiel 2, 3-5).
- Hermanos: para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo
una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. Tres
veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: «Te basta mi gracia,
porque mi poder triunfa en la debilidad». Más bien, me gloriaré de todo
corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo. Por
eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en
las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por
amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios
12, 7-10).
- Jesús comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo
escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto?
¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se
realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María,
hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no
viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de
escándalo. Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su
pueblo, en su familia y en su casa». Y no pudo hacer allí ningún milagro,
fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se
asombraba de su falta de fe (Marcos 6, 2-6).
1.
A VECES ESPERAMOS QUE DIOS HAGA PARA NOSOTROS MÁS MILAGROS... Puede ser que
pensemos: "Si Dios es Dios, ¿cómo pueden pasar las cosas que pasan?"
¿Por qué parece que les va mejor a los malos, y se nos hace tan difícil el
camino a los que queremos hacer las cosas bien? ¿No debería aparecer Dios
milagrosamente, como en tiempos de Noé, y ponernos a salvo a los buenos, con
algo similar a lo que hizo con el "Arca de Noé", poniendo a salvo a los que
merecían ser rescatados? ¿Dónde está la omnipotencia de Dios, que parece dejarse
superar por la prepotencia del mal, o de los malos?
Todos estos pensamientos pueden asaltarnos cuando vemos a las mafias que
luchan por el poder, que de tal manera han contaminado de inmoralidad la
política y el manejo de la cosa pública, que parece imposible moverse en ese
ámbito sin quedar "pegado". Hasta las fuerzas de seguridad aparecen, a veces,
pactando con la delincuencia, al punto de no saber, en determinadas
circunstancias, si son más peligrosos para la ciudadanía los delincuentes o
algunos de los que tienen que perseguirlos. Incluso en la administración de la
justicia hay quien se vende al mejor postor, poniendo precio a sus
sentencias.
Ante todo esto, ¿no debería intervenir Dios de una manera más enérgica,
para que le hicieran caso, o al menos lo tuvieran en cuenta...?
2.
DIOS NOS HACE LIBRES, PARA ACEPTARLO POR AMOR, NO POR LA FUERZA... Dios nos
propone descubrirlo y encontrarlo a través de la fe. Pero lo hace de tal manera,
que no perdamos nuestra libertad, y podamos aceptarlo por amor, no por la
fuerza.
Si Dios se hiciera presente siempre de una manera totalmente evidente,
nadie podría negarlo, nadie tendría la libertad de oponérsele. Pero no es el
camino que eligió para manifestarse entre nosotros. El "Hijo del Carpintero",
como identifican a Jesús sus contemporáneos, se hace visible y accesible, para
que lo podamos ver y oír. Pero su misma humanidad, que lo hace visible y
audible, también "oculta" su divinidad, ya que no alcanza a manifestarla con
toda evidencia.
Lo mismo pasa con Jesús en nuestros días, siempre presente silenciosamente
en el Sagrario. La fe nos permite "verlo" ahí y escucharlo en su Palabra. Pero
su presencia amorosa, que hoy se nos manifiesta de esta manera, lo mismo que a
través de los pobres con quienes se identifica, y en la celebración de los
Sacramentos, fuentes de se amor, no se impone, sino que se nos propone, para que
la aceptemos en la fe, y entremos en comunión con Él. De esta manera, con enorme
delicadeza, respeta nuestra libertad...
De todos modos, esto es suficiente, nos alcanza para descubrir la grandeza
y la omnipotencia del Amor de Dios. Como dice San Pablo, el poder de Dios
triunfa en la debilidad, no necesita la prepotencia, y esto lo lleva a gloriarse
en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por
amor de Cristo...
3.
NO NECESITAMOS MILAGROS PARA TENER FE, SINO FE PARA VER LOS MILAGROS... No son
los milagros los que nos llevarán a la fe. Jesús no pudo (o no quiso) hacer
muchos milagros ante los que no tenían fe...
Más bien es al revés. Jesús nos invita a la fe. Y será justamente esa fe la
que nos permitirá descubrir los milagros que suceden cada día. También hoy hay
muchas personas que, como nosotros, quieren vivir fieles a Dios. En el mundo de
la política, y de las fuerzas de la seguridad, como en la justicia y en todos
los ámbitos de la vida ciudadana, hay personas que cotidianamente se desviven
por ser fieles a Dios, con la misma debilidad que encontraba San Pablo en sus
propias fuerzas, pero con la misma fortaleza de Dios que los sostiene.
De Dios viene el misterio de la vida de los ancianos, de los niños y de los
"medianos", a través de la cual nos llama al mayor de los milagros, la Vida
eterna, hacia la que la fe nos ayuda a caminar...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: