Fe para ver los milagros...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 6 de julio de 2003, XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Arca de Noé1. A VECES ESPERAMOS QUE DIOS HAGA PARA NOSOTROS MÁS MILAGROS... Puede ser que pensemos: "Si Dios es Dios, ¿cómo pueden pasar las cosas que pasan?"
 
¿Por qué parece que les va mejor a los malos, y se nos hace tan difícil el camino a los que queremos hacer las cosas bien? ¿No debería aparecer Dios milagrosamente, como en tiempos de Noé, y ponernos a salvo a los buenos, con algo similar a lo que hizo con el "Arca de Noé", poniendo a salvo a los que merecían ser rescatados? ¿Dónde está la omnipotencia de Dios, que parece dejarse superar por la prepotencia del mal, o de los malos?
 
Todos estos pensamientos pueden asaltarnos cuando vemos a las mafias que luchan por el poder, que de tal manera han contaminado de inmoralidad la política y el manejo de la cosa pública, que parece imposible moverse en ese ámbito sin quedar "pegado". Hasta las fuerzas de seguridad aparecen, a veces, pactando con la delincuencia, al punto de no saber, en determinadas circunstancias, si son más peligrosos para la ciudadanía los delincuentes o algunos de los que tienen que perseguirlos. Incluso en la administración de la justicia hay quien se vende al mejor postor, poniendo precio a sus sentencias.
 
Ante todo esto, ¿no debería intervenir Dios de una manera más enérgica, para que le hicieran caso, o al menos lo tuvieran en cuenta...?
 
Piedad2. DIOS NOS HACE LIBRES, PARA ACEPTARLO POR AMOR, NO POR LA FUERZA... Dios nos propone descubrirlo y encontrarlo a través de la fe. Pero lo hace de tal manera, que no perdamos nuestra libertad, y podamos aceptarlo por amor, no por la fuerza.
 
Si Dios se hiciera presente siempre de una manera totalmente evidente, nadie podría negarlo, nadie tendría la libertad de oponérsele. Pero no es el camino que eligió para manifestarse entre nosotros. El "Hijo del Carpintero", como identifican a Jesús sus contemporáneos, se hace visible y accesible, para que lo podamos ver y oír. Pero su misma humanidad, que lo hace visible y audible, también "oculta" su divinidad, ya que no alcanza a manifestarla con toda evidencia.
 
Lo mismo pasa con Jesús en nuestros días, siempre presente silenciosamente en el Sagrario. La fe nos permite "verlo" ahí y escucharlo en su Palabra. Pero su presencia amorosa, que hoy se nos manifiesta de esta manera, lo mismo que a través de los pobres con quienes se identifica, y en la celebración de los Sacramentos, fuentes de se amor, no se impone, sino que se nos propone, para que la aceptemos en la fe, y entremos en comunión con Él. De esta manera, con enorme delicadeza, respeta nuestra libertad...
 
De todos modos, esto es suficiente, nos alcanza para descubrir la grandeza y la omnipotencia del Amor de Dios. Como dice San Pablo, el poder de Dios triunfa en la debilidad, no necesita la prepotencia, y esto lo lleva a gloriarse en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo...
 
Familia3. NO NECESITAMOS MILAGROS PARA TENER FE, SINO FE PARA VER LOS MILAGROS... No son los milagros los que nos llevarán a la fe. Jesús no pudo (o no quiso) hacer muchos milagros ante los que no tenían fe...
 
Más bien es al revés. Jesús nos invita a la fe. Y será justamente esa fe la que nos permitirá descubrir los milagros que suceden cada día. También hoy hay muchas personas que, como nosotros, quieren vivir fieles a Dios. En el mundo de la política, y de las fuerzas de la seguridad, como en la justicia y en todos los ámbitos de la vida ciudadana, hay personas que cotidianamente se desviven por ser fieles a Dios, con la misma debilidad que encontraba San Pablo en sus propias fuerzas, pero con la misma fortaleza de Dios que los sostiene.
 
De Dios viene el misterio de la vida de los ancianos, de los niños y de los "medianos", a través de la cual nos llama al mayor de los milagros, la Vida eterna, hacia la que la fe nos ayuda a caminar...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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