La mejor escuela de humanidad...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, Domingo 29 de diciembre de 2002, Fiesta de
la Sagrada Familia. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas del día:
- El Señor le dirigió a Abraham esta palabra...: «Mira hacia el cielo y
si puedes, cuenta las estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia».
Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para
su justificación (Génesis 15, 4-6).
- Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac
como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a
aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que
llevará tu nombre. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para
resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un
símbolo (Hebreos 11, 17-19).
- Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la
purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al
Señor. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor,
volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se
fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él (Lucas
2, 22 y 39-40).
1.
LAS HUELLAS DE LA FAMILIA QUEDAN MARCADAS PARA SIEMPRE...
Sucede en los aspectos físicos, pero también mucho más allá de eso. Por
ejemplo, en esta familia del dibujo, se ve que tanto el padre y la madre son
medio chicatos, y los hijos salieron a ellos. Hasta el perro tiene que usar
anteojos grandes... Pero, por otra parte, se ve que los padres son personas de
muy buen humor, y los hijos sonríen también. Una vez más, hasta el perro sonríe
"para la foto".
Es que los rasgos de familia se heredan, y permanecen siempre como rasgos
indelebles... Es verdad que hay un momento, cuando llegamos a la adolescencia,
en el que necesitamos afirmar con fuerza nuestra propia personalidad, y entonces
tratamos de distinguirnos de todos, también de nuestros padres y hermanos, y
tratamos de vestirnos distinto, de hablar de otra manera, y hasta de pensar
diferente, sin que importe demasiado qué... De todos modos, también es cierto
que, pasado el tiempo, llega un momento en que, casi sin darnos cuenta,
comenzamos a pensar y hacer como se pensaba y hacía un montón de cosas en
nuestra casa...
Es así porque, siendo los humanos los más perfectos de los animales de la
creación, también somos los más indefensos y preparados al momento de nacer.
Necesitamos de nuestra familia para ayudarnos a crecer y transmitirnos todo lo
que nos permitirá desarrollarnos como personas libres, dueñas de nuestro destino
y llamadas a trascender.
Tanto es así, que el mismo Dios que, como dijo Juan Pablo II en Puebla, en
su primer viaje a América, ene enero de 1979, no es un solitario sino que es
familia, cuando vino hacia nosotros quiso nacer en una familia, y allí
crecer:
2.
DIOS, QUE ES FAMILIA, QUISO NACER Y CRECER EN UNA FAMILIA... Siendo Dios,
experimentó la debilidad de la condición humana, y en la familia de Nazaret fue
creciendo en estatura, y adquiriendo la fortaleza que muchos años después
desplegó en la Cruz.
Como nos decía el Papa Pablo VI, cuando visitó Nazaret en el año 1964, ese
lugar es la escuela donde comienza a entenderse la vida de Jesús. En la escuela
de Nazaret, con la familia de Jesús, nos dice el Papa, aprendemos la lección del
silencio, en el que José y María hacían posible la oración de Jesús... También
en Nazaret, de la familia de Jesús, aprendemos el valor de la familia, su
carácter sagrado e inviolable, su lugar irreemplazable en el crecimiento de la
virtud... También aprendemos en Nazaret la lección del trabajo, tomamos
conciencia de su dignidad viéndolo a Jesús ejerciéndolo hasta los treinta años,
con eficacia y docilidad.
Por eso, teniendo en cuenta el lugar de la familia en Dios hecho hombre, no
podemos menos que escandalizarnos y gritar con indignación ante los
intentos, que hoy ocupan tanto espacio en los medios de comunicación, de
generar la vida humana por la clonación, al margen de todo respeto por la
persona humana misma y por la familia. Digámoslo con toda claridad: se
trata de generar vida humana artificialmente, sustituyendo la fecundación
propiamente dicha por la fusión de un núcleo de un célula humana conteniendo
todo el genoma humano, con un óvulo al que se le quita su propio óvulo. Es
verdaderamente una manipulación de la vida, seleccionando de manera despótica
las células que se quieren utilizar, y esclavizando a quien se condena a nacer
quizás sin padre y sin familia, como fruto de una manipulación de laboratorio,
seleccionando sus características, como si se tratara de un "producto"
industrial, y no de una vida humana. Teniendo en cuenta, además, que para
generar de esta manera humana es necesario destruir en el laboratorio muchas
más. Las aberraciones de los experimentos médicos sobre la vida humana que se
achacan con estupor a los nazis, son ante esto casi nada más que juegos de niños
de pecho...
En fin, la familia tiene de tal modo un lugar irreemplazable para el
nacimiento y el crecimiento de cada persona humana, que hasta el mismo Dios, al
hacerse hombre, quiso nacer y crecer en una familia...
3.
SIEMPRE SERÁ LA FAMILIA LA MEJOR ESCUELA DE HUMANIDAD... Siguiendo el camino que
Dios mismo eligió, será siempre el ámbito más humano para el crecimiento. Si
pensamos hoy lo que nos parece imprescindible para que nuestra patria recupere
su rumbo, enseguida nos aparecerá la familia como la cuna necesaria de lo que
nos hace falta.
Seguramente nos parece que necesitamos recuperar el respeto por la palabra
dada, el sentido de la obediencia a las reglas de juego y el compromiso de cada
uno con el bien de todos. ¿Y dónde podrá hacerse la experiencia de estos
valores, mejor que en la familia.
Seguramente también nos parece imprescindible para nuestro tiempo aprender
a vivir un régimen de premios y castigos, donde se premie el bien y se castigue
el mal. Un régimen en el que los premios estén cargados de amor, y los castigos
también. ¿Dónde podrá aprenderse esto, mejor que en la familia...?
Por último, seguramente también nos parece imprescindible para que nuestra
patria se levante de su postración que podamos recuperar la confianza en que el
esfuerzo de cada uno será acompañado por el de todos los demás, construyendo un
bien que es de todos antes que la ventaja particular. ¿Y dónde podrá hacerse
esta experiencia de manera más confiable que en la familia?
En definitiva, la familia, escuela de humanidad, nos prepara para el
Cielo, fiesta de la Familia de Dios, por toda la Eternidad...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: