De una manera distinta...

Queridos amigos:
 
Ayer, 13 de abril de 2003, celebré la Misa de Ramos en Itzamatitlán, a 80 Kilómetros de México D.F., con unos amigos mexicanos. Mi predicación se basó en la lectura de la Pasión según San Marcos, que hice junto con algunos de ellos, y en la lectura para la bendición de los Ramos según San Marcos, sobre todo en estas frases que tomo de allí:
 

 
1. MUCHAS VECES LA VIDA NOS LLEVA DE LA FIESTA A LA TRISTEZA, CASI SIN ESCALAS... Pienso por ejemplo en un Domingo en una cancha de fútbol, en la que el equipo local y sus hinchas llenan todo de color y de canto en un diálogo mágico, en el que se van expresando los amores por el club que los une en un entusiasmo común. De repente, un gol del equipo contrario lo define por la diferencia mínima, y siembra un desconcierto y un silencio del que cuesta reponerse...
 
En un sentido mucho más trascendente, pero con sensaciones parecidas, también la celebración del Domingo de Ramos, con la que comienza la Semana Santa, tiene algo de desconcertante. Es una fiesta muy arraigada en nuestra fe, y es el día, según constatamos habitualmente los sacerdotes, sobretodo en la vida parroquial, en el que más fieles se acercan a la Iglesia. Comenzamos con un clima triunfal, en el que imitamos a la multitud que recibió a Jesús cuando entraba en Jerusalén para vivir la Semana de la Pasión. Una vez bendecidos los Ramos, los agitamos acompañando la entrada del sacerdote en el templo, como lo hacían ante la entrada de Jesús en la Ciudad Santa, recibiéndolo como a un Mesías, del que esperaban la salvación esperada por siglos enteros (hay que tener en cuenta que Jerusalén estaba rodeada por una zona desértica, en que los Ramos eran algo valioso, con lo que se expresaba verdaderamente algo singular; en ese tiempo no existía quien vendiera banderines a cada esquina, como pasa hoy en las cercanías de cualquier estadio...).
 
Pero con la similar sorpresa con la que puede congelarnos un gol del equipo adversario, a la entrada triunfal de la celebración del Domingo de Ramos sigue la lectura de la Pasión, con su inevitable dramatismo, que puede llegar a conmovernos hasta las entrañas, por la crudeza con la que pone ante nuestros ojos la incomprensión humana ante la mansa y humilde presencia de Jesús, es decir, de Dios que viene a salvar a todos los hombres...
 
2. EL DOMINGO DE RAMOS NOS PRESENTA, DE UNA MANERA CONDENSADA, TODA LA SEMANA SANTA... El Domingo de Ramos es la Puerta de entrada a esta Semana en la que se concentran los misterios principales de nuestra salvación. Y al mismo tiempo nos presentan todo su contenido, que después se desarrollarán paso a paso en las celebraciones del Triduo Pascual, desde el Jueves Santo a la tarde hasta la Vigilia Pascual del Sábado Santo por la noche. Veámoslo rápidamente, para comprender esta celebración del Domingo de Ramos y del resto de la Semana Santa.
 
Hemos empezado con el entusiasmo, que expresábamos con el canto y la agitación de los Ramos, propio de una fiesta que sabemos que tiene que terminar bien. Pero continuamos con la lectura de la Pasión, en la que se nos hace evidente que Jesús, sin perder la calma pero sin escaparle al camino que nos lleva a la salvación, aún a costa del propio dolor y la propia Vida, afronta con entereza la incomprensión de los hombres, que lo llevará a la Cruz. 
 
Pero la celebración del Domingo de Ramos no termina allí. Seguimos la Misa, que nos lleva, como cada Domingo, a la presencia de Jesús resucitado, que se nos da como alimento en su Cuerpo y en su Sangre. Esta es la razón por la que la Cruz no es la última palabra, y nos hace mirar siempre para arriba, porque sabemos que el Cielo ya no es una quimera, sino un regalo de Dios, que Él mismo para nosotros ha conquistado. Todo este camino, que comienza en la alegría, pasa por la Cruz y llega a la Resurrección, es lo que celebraremos en la Semana Santa, en una celebración que se extiende ininterrumpidamente por tres días:
 
a) El Jueves Santo, en la Misa de la tarde, recordamos la institución de la Eucaristía, y del sacerdocio que Jesús deja a los Apóstoles y a los que después vendrán en su nombre a seguir celebrándola, para darnos cada día a Jesús, ponerlo literalmente en nuestras manos, para que sea alimento y presencia consoladora en la dura marcha de cada día... Esa Misa terminará sin canto, sin despedida, y sin bendición, porque se prolonga en la adoración de Jesús presente en la Eucaristía, y en la celebración del día siguiente:
 
b) Por eso el Viernes Santo, la celebración de la Cruz también se inicia en silencio, sin canto y sin saludo introductorio, porque es continuación de la anterior. Ese día nos pondremos de lleno ante la Cruz, y nuestra presencia se hará oración, por todo el mundo y por todos los hombres, de cualquier clase, condición y religión, especialmente el don de la paz, que todos necesitamos, para que lo que Jesús ha hecho por todos sea en beneficio también de todos... Y esta celebración también terminará sin canto, sin despedida y sin bendición, porque no quedará concluida hasta el día siguiente:
 
c) La Vigilia Pascual nos pondrá ante Jesús resucitado, el Autor de nuestra vida y el que verdaderamente nos ha salvado. Será una celebración llena de signos y de emoción, que nos llevará desde el Fuego nuevo que se enciende para comenzar cada Pascua, a la Luz que Jesús nos entrega, y que veremos iluminar paulatinamente el Templo, para detenernos después sin apuro a recorrer a través de la Palabra de Dios la riqueza todas las manifestaciones que a lo largo de la historia fueron preparándonos para la manifestación plena de su gloria en la Resurrección de Jesús. Después el agua nueva del Bautismo nos recordará que por ella hemos sido incorporados a la Vida de Jesús, y al tiempo que renovamos nuestras promesas bautismales, para vivir fieles a este don que de Jesús hemos recibido, quizás nos toque acompañar a algún adulto a niño que en esa noche será bautizado...
 
3. UNA SEMANA ESPECIAL, QUE VALE LA PENA VIVIR DE UNA MANERA DISTINTA... Es difícil decir esto en un tiempo como el que nos toca, en el que el descanso parece hacerse quizás más urgente y necesario que en tiempos pasados. Pero, sin embargo, no creo que tengamos que ceder sin contemplación y sin pensarlo al clima que automáticamente puede llevarnos a tomarnos la Semana Santa como uno más de los que hace tiempo venimos llamando "fines de semana largos".
 
Es un tiempo especial. Todo nos ayuda a vivir con más intensidad los misterios más importantes de nuestra salvación, esos sin los cuales de nada sirve todo lo que hagamos y vivamos. Un tiempo, entonces, para dejar que el misterio de la salvación penetre más profundamente en nuestros corazones y en toda nuestra vida, ayudándonos a no olvidar nunca, y a recordar siempre, que gracias a Jesús, hemos sido salvados. Ojalá que pueda ser participando cada día en una comunidad de los misterios celebrados. Y si no, al menos, buscando acompañarlos con nuestra oración, de un modo especial y más intenso que habitualmente, desde cualquier lugar en el que nos toque celebrarlo...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: