Siempre dispuestos, para lo que Dios quiera...
Queridos amigos:
Hoy, 2 de febrero de 2003, IV Domingo del Tiempo Ordinario, en el que se
celebra la Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, y junto con ello
la
Jornada Mundial de la Vida Consagrada, tuve el gusto de celebrar la
Misa con las Hermanitas de los Pobres de Roma y con la Madre Provincial
en Italia, en la Casa que estas Hermanitas tienen en Piazza San Pietro in Vincoli
6, en la Ciudad Eterna. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas de hoy,
y dije (aunque en italiano), más o menos lo que sigue:
- Yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino delante de mí. Y
en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes buscan; y el Angel
de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de los ejércitos
(Malaquías 3, 1).
- [Jesús] Debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a
ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin
de expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado personalmente la
prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a
la prueba (Hebreos 2, 17-18).
- Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la
purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado
al Señor"... Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que
era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo
estaba en él... Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este
niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo
de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se
manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos». Había
también allí una profetisa llamada Ana... Se presentó en ese mismo momento y
se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que
esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba
la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño
iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios
estaba con él (Lucas 2, 22-23. 25. 34-36. 38-40).
1. HAY MOMENTOS EN LOS QUE NOS ENCONTRAMOS DISPUESTOS PARA
TODO... Son los momentos de entusiasmo, cuando descubrimos una vocación a la que
nos sentimos llamados con toda intensidad.
"Contigo, pan y cebolla", dice el refrán, hablándonos de la total
disponibilidad que tiene el que está enamorado, para vivir de la manera más
sencilla y pobre que sea necesario, con tal de poder unirse para siempre con la
persona que ama de verdad. De la misma manera, cuando se descubre la vocación
religiosa, uno está dispuesto a todo, incluso con el ánimo propio del Quijote de
la Mancha, a dedicarse con todo, alma, vida y corazón, a la tarea apostólica,
para convertir a todo el mundo, hasta a Saddam Housein o Bush, si se pudiera
llegar a ellos...
A veces pensamos que este tiempo de la plena disponibilidad tiene que ser
más intenso en la juventud, cuando se toman generalmente las grandes decisiones,
y el ímpetu de la juventud no ha sido aplacado todavía por los fracasos y las
frustraciones de la vida. Sin embargo, no es exclusivo de esta etapa de la vida.
El paso de la vida y el del tiempo pueden ayudarnos a vivir con una
disponibilidad cada día mayor a lo que Dios dispone para nosotros. Es más.
Probablemente la madurez haga más posible un disponibilidad ante lo que Dios
tiene previsto para cada uno de nosotros, mayor que la que el entusiasmo de la
juventud, con su fuerza propia, pero también con la inestabilidad que a
veces las pasiones de la juventud incluyen...
2. JESÚS NOS MUESTRA EL CAMINO DE LA TOTAL DISPONIBILIDAD A
LA VOLUNTAD DE DIOS... A esto se refiere la fiesta de hoy, la presentación del
Niño Jesús en el Templo. Es el contenido, en el rezo del Rosario, del cuarto
misterio gozoso: Jesús es llevado al templo por José y María cuarenta días
después de su nacimiento (por eso el 2 de febrero, 40 días desde el 25 de
diciembre...), para ser presentado a Dios. Allí el anciano Simeón y las
profetisa Ana ponen en evidencia lo que será de Él...
Jesús es Dios, y su disponibilidad para con lo que su Padre ha
dispuesto para Él es desde el primer instante plena y total. Pero se
desarrolla a través del tiempo, y va creciendo con Él, que mientras crece va
adquiriendo la fortaleza que le permitirá su entrega total por nuestra salvación
en la Cruz. La disponibilidad de Jesús para con su Padre es completa. Es
para los momentos de gloria y de alegría, como cuando Simeón y Ana lo encuentran
en el Templo, y cantan agradecidos a Dios,. Pero también para los momentos de
dolor, que Simeón profetiza, anunciando a María que su corazón será atravesada
por una espada (siempre se entendió esto como una referencia a la Cruz de
Jesús).
La vocación de las Hermanitas de los Pobres nos muestra también qué
significa estar siempre disponibles para Dios. Ellas, como las demás personas
que llevan una Vida Consagrada (a la que la Iglesia dedica este día), se
consagran con los tres característicos votos de todas las religiosas, pero
también con un cuarto, que les es propio. El voto de pobreza las pone, como al
mismo Jesús, en las manos de Dios, por el camino que Él mismo eligió. El voto de
castidad las hace enteramente de Dios, entregando sólo a Él todo su corazón. El
voto de obediencia las hace dóciles a la voluntad de Dios. Pero además, con el
voto de Hospitalidad, se disponen a recibir siempre a Jesús en cada anciano
pobre que llega a sus casas. Los que conocen a las Hermanitas saben bien la
alegría que irradian, que proviene simplemente de su continuo encuentro con
Jesús, en el servicio de los ancianos y en la oración (y los que no las conocen,
no dejen pasar la oportunidad de hacerlo, porque, estoy seguro, se llenarán de
Dios...). Esta disponibilidad que Jesús, y también las Hermanitas, nos
muestran, es la que Dios para cada uno de nosotros:
3. PARA ENCONTRAR LA PAZ, HAY QUE ESTAR SIEMPRE DISPUESTOS,
PARA LO QUE DIOS QUIERA... ¿Cuántas veces nuestras tristezas y amarguras,
nuestras frustraciones y fracasos, se deben sólo a que hemos hecho nuestros
planes sin tener presentes los de Dios? De esa manera, cuando las cosas no salen
como nosotros queríamos, soñábamos o esperábamos, nos parece que todo está
acabado, y que ya nunca podremos ser felices. Sin embargo, gracias a
Dios, la realidad supera a los sueños...
Y es en la realidad, no en los sueños, donde Dios viene a nuestro
encuentro, con su gracia y con su amor. Hace falta estar atentos, para ver los
signos con los que Dios nos va mostrando su voluntad. No lo hace generalmente
mandándonos telegramas o correos electrónicos, sino a través de las personas,
las situaciones y los hechos que nos toca vivir, y especialmente en nuestros
momentos de oración. Y estando dispuestos para lo que Dios quiera, siempre nos
dará paz su voluntad, cualquiera que sea, porque siempre viene de la mano
de su inclaudicable amor...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: