Lo que nos sostiene...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 29 de junio de 2003, Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, Apóstoles. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Juan Pablo II en Andador1. JUAN PABLO II YA NO SE PUEDE SOSTENER SOBRE SUS PIERNAS... Tiene unos cuantos años (aunque, en realidad, para los tiempos de hoy, no son tantos: 83 años, un mes y once días, a la fecha...). Pero tiene encima unos cuantos achaques: su mal de Parkinson, que le quita mucha movilidad (además de otra cantidad de consecuencias), las operaciones que ha tenido que sufrir, algunas de ellas a raíz del atentado que sufrió en 1981, el ritmo que ha llevado en todos estos intensos años de ministerio, recorriendo el mundo entero con el testimonio de su fe y su palabra iluminadora. Por eso, hace ya un tiempo que, para moverse en sus presentaciones públicas, anda sobre un "andador" (similar al que utilizan algunos ancianos en el Hogar Marín, al que a mí me gusta subirme para que los mismo ancianos me lleven "empujándome"), ya que sus piernas no pueden sostenerlo en pie...
 
Algunos especulan (más por mal entendidas razones periodísticas que por motivos reales, y quizás buscando una primicia que los catapulte a la fama): ¿Va a renunciar? ¿Cuándo, cómo? ¿Quién vendrá después de él? ¿Será un latinoamericano, ó un africano, o volverá a ser un italiano? De todos modos, todas estas especulaciones resultan inútiles, y absurdas. Somos nosotros quienes podemos hacer una pregunta: ¿Temblará la Iglesia porque al Papa le tiemblen las piernas...? La respuesta que nos tranquiliza surge desde nuestra fe, especialmente en la Solemnidad que hoy celebramos de los Apóstoles Pedro y Pablo:
 
Juan Pablo II2. JESÚS AFIRMÓ SU IGLESIA SOBRE LA FE DE LOS APÓSTOLES Y SUS SUCESORES... Pedro era un hombre débil (no sólo lo negó tres veces a Jesús, en situación que todos consideraríamos de cobardía mayúscula, también alternó muchas otras veces la audacia con la ingenuidad..). Y Pablo también. Sin embargo, ambos fueron capaces de cosas muy grandes. Predicaron sin cansancio la Palabra de Jesús, y dieron testimonio de ella con sus propias vidas en la ciudad de Roma, casi al mismo tiempo, durante una de las persecuciones de Nerón a los cristianos. ¿De dónde les vino la fuerza y el coraje para hacerlo, si no de la fe?
 
En tiempo de los Apóstoles no se andaban con vueltas. Ya Herodes había hecho ejecutar a Santiago, Apóstol el hermano de San Juan, y uno de los que se dedicaba a pescar junto con Pedro y Andrés, antes de conocer a Jesús. El mismo Pedro había terminado en la cárcel, de la que esa vez consiguió salir. Pero ser testigos de Jesús llevaba su precio en gotas de sangre, que se pagaban con la propia vida. Sin embargo, ellos fueron fieles al don recibido, no de la carne o de la sangre, sino de Dios, que los llamó a ser su testigos.
 
Esa es también la tarea de Juan Pablo II. Por eso sigue incansable su marcha. No son las piernas las que lo sostienen. Si las tuviera en buen estado, las usaría, pero si no, sigue en marcha, como lo vemos cada día, firme en el Señor, sostenido en su fe, que transmite con fidelidad cada día, según la misión que ha recibido. Yo diría que es un testimonio que se hace especialmente importante, justamente porque no se apoya en la fortaleza del testigo, sino en su debilidad. En un tiempo en el que es tan fácil caer en el absurdo de considerar útiles sólo a los "fuertes", a los que "producen", a los que "ganan", suena llena de sentido una palabra como la del Papa, que es más firme que todas las que resuenan desde el "éxito" efímero, porque es una palabra segura, sostenida en la fe.
 
Iglesia, Familia de Dios3. SOMOS FAMILIA DE DIOS. TAMBIÉN A NOSOTROS NOS SOSTIENE LA FE... Desde el primer tiempo de la misión apostólica, la Iglesia se mantuvo unida a Pedro, todos rezaban por él. Es parte de la misión de Pedro y sus sucesores, hoy Juan Pablo II, mantener unida a la Iglesia, como familia de Dios. Esto es parte integrante de nuestra fe. Dios nos ha hecho su familia, y sólo viviendo unidos por un amor sólido y comprometido, que nos mantenga siempre alertas y al servicio de nuestros hermanos, su Palabra permanece viva en nosotros, y podemos ser testigos fieles de la fe recibida.
 
Igual que a Pedro y que al Papa, también a nosotros es la fe la que nos sostiene. Podemos pretender además que nos vaya bien, que tengan resultados nuestros esfuerzos para llevar adelante del mejor modo posible todas nuestras empresas humanas, deportivas o laborales, podemos incluso pretender que nuestra vida vaya acompañada del éxito y del aplauso. Sin embargo, si nada de eso pasa, todo puede estar todavía muy bien. Lo único que realmente nos resulta imprescindible es que nuestra vida termine bien, de la mano de Dios. Y para eso, lo que no puede faltarnos, porque es la que nos sostiene, es la fe...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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