Dios no nos pide milagros...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación del 25 de mayo de 2003, fiesta patria, y Sexto
Domingo de Pascua. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de
la Misa del día:
- Pedro, tomando la palabra, dijo: «Verdaderamente, comprendo que Dios
no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y
practica la justicia es agradable a él»... (Hechos 10, 34-35).
- Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede
de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios... Y este amor no
consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó
primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros
pecados (1 Juan 4, 7 y 10).
- Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me
amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si
cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que
mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi
mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay
amor más grande que dar la vida por los amigos» (Juan 15,
9-13).
1.
NO SE LE PUEDEN PEDIR PERAS AL OLMO, PERO AL PERAL SÍ...
Hoy, fiesta patria, y además día en que asume su cargo un nuevo presidente
de los argentinos, es ocasión para recordar algunas frases de nuestros poetas.
Valga esta para empezar: "Al que nace barrigón, es a ñudo que lo fajen". Dicho
de otra manera, por más que se lo apriete con la faja, siempre seguirá barrigón
el que ha nacido con esa contextura. Otro refrán similar dice que "El rengo
siempre renguea de la misma pierna". Es decir, nuestros defectos o puntos
débiles siempre van por el mismo lado...
De la misma manera, "no se le pueden pedir peras al olmo", dice el refrán.
El peral y el olmo son dos árboles parecidos, de la misma familia, pero son
distintos, y sus frutos también. Por eso, el olmo nunca nos podrá dar peras,
pero el peral sí, porque está hecho para eso...
Esto, que sucede en la vida y en las plantas, también sucede en el camino
de la fe. Dios, que nos ha regalado el don de la fe, no nos pide que seamos
artistas, o equilibristas, simplemente por tenerla. Eso sería en muchos casos
como esperar peras del olmo. Pero sí espera que vivamos conforme a nuestra fe, y
que demos los frutos que la fe nos lleva a dar:
2.
ESTAMOS HECHOS PARA AMAR COMO JESÚS NOS AMA, Y PORQUE JESÚS NOS AMA... Nuestras
raíces están en Dios, y estamos hechos a su imagen y semejanza. De la misma
manera que es Dios Padre con Jesús, así es Jesús con nosotros, y nos llama a
recorrer un camino que Él ha recorrido primero...
Jesús nos llama a amar a todos los hombres, sin excluir a ninguno. Y no
hace falta buscar en la extraordinaria calidad humana o sobrenatural que tengan
las personas que estamos llamados a amar, los motivos y el apoyo que den
fundamento a nuestro amor, porque es el mismo Dios el que da fundamento a
nuestro amor a todos los hombres: estamos llamados a hacerlo porque de esa
manera Jesús nos ama a nosotros. (eso es especialmente importante en un día
como hoy, cuando asume como presidente de los argentinos alguien que ha sido
votado por el 23 % de los ciudadanos que votó el pasado 27 de abril, y que tiene
que gobernar para todos, así como su gobierno tiene que ser también aceptado por
todos, también por quienes no lo han votado...).
Por otra parte, la medida del amor del amor al que Dios nos llama, es un
amor que "no tiene medida". Nos llama a amar a todos, hasta dar la vida, es
decir, con todo, y sin límites. "No hay amor más grande que dar la vida por los
amigos", nos dice Jesús, que nos considera sus amigos, y dio la vida por
nosotros en la Cruz para que, con su Resurrección, todos podamos tener cabida en
la Vida eterna, que ha puesto en nuestras manos. Por eso, no se pueden "elegir"
los destinatarios de nuestro amor. Todos los hombres, sin distinción, tienen
derecho a que nosotros los tratemos de esa manera y nos brindemos con esa
medida. Decimos habitualmente que "los amigos de mis amigos son mis amigos".
Bien, Jesús considera sus "amigos" a todos los hombres, y son, por lo tanto,
también los míos. Por todos y por cada uno de ellos Él dio la vida en la Cruz, y
por eso espera que yo los trate de la misma manera...
Además, este mandamiento del amor no cae sobre nosotros como si viniera de
"afuera", sino que es una fuerza que surge desde adentro de cada uno de
nosotros, cuando tomamos conciencia de la manera inconmensurable con la que Dios
nos ama, a cada instante...
3.
DIOS NO NOS PIDE MILAGROS, PERO SÍ QUE AMEMOS COMO ÉL NOS AMA... A veces puede
parecernos que eso de "dar la vida por los amigos" es cosa de héroes, y que
nosotros nos estamos para semejante medida del amor. Sin embargo, no es así. Lo
maratonistas no corrieron 42 Kilómetros la primera vez que salieron a correr.
Fueron sumando muy de a poco. Así también sucede con nuestra capacidad de
amor.
"Dar la vida" puede traducirse simplemente por hacer cada día algo más de
lo que hemos hecho hasta ayer en el camino del amor. Siempre hay algo más que
podemos hacer, y así podemos ir creciendo en el amor durante toda la vida.
El martirio de los que dan la vida en forma violenta como testigos de Jesús es
una cosa extraordinaria, para la que algunos son llamados de forma
extraordinaria, y con una gracia o amor de Dios también de esa medida y
naturaleza. Pero también somos testigos del amor de Dios, cuando vamos dando la
vida "gota a gota", día a día, con la constancia con la intentemos hacer lo que
es bueno para los demás, en cada ocasión y en todo momento. Eso es lo que va
haciendo del mundo una casa de Dios, en la que las manos de cada uno se
convierten en signos y cauces del amor de Dios, que en todos y para el bien de
todos se manifiesta.
Dios no espera de nosotros milagros. Él los hace, cuando quiere y como
quiere. Esperarlos de nosotros sería para Él como esperar peras del olmo... Pero
sí espera, sin duda que nos demos cuenta del amor con el que Él nos ama cada
día, y toda la capacidad que ese amor ha puesto en nosotros, para hacer lo que
resulta bueno para los demás, especialmente los que tenemos más cerca (aunque
ya, en este mundo globalizado, nadie nos queda lejos)...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: