Raíces para dar frutos...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación del 18 de mayo de 2003, Quinto Domingo de Pascua. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
1. Hoy voy a comenzar con un Soneto de Francisco Luis Bernárdez: "Si para recobrar lo recobrado / debí perder primero lo perdido, / si para conseguir lo conseguido / tuve que soportar lo soportado. //  Si para estar ahora enamorado / fue menester haber estado herido, / tengo por bien sufrido lo sufrido, / tengo por bien llorado lo llorado. // Porque después de todo he comprobado / que no se goza bien de lo gozado / sino después de haberlo padecido. // Porque después de todo he comprendido / que LO QUE EL ÁRBOL TIENE DE FLORIDO / VIVE DE LO QUE TIENE SEPULTADO"...
 
Efectivamente, sin raíces, el árbol no encuentra agua y alimento, sin los cuales no es posible la vida. Pero además, sin raíces profundas, el árbol no tiene sustento, se queda sin firmeza, y al primer viento se cae y se muere... De la misma manera, los sarmientos, que son equivalentes a las ramas de un árbol, y dan los frutos (los racimos de uvas), no pueden tener vida y sustento, si no permanecen unidos a la vid. De allí toma Jesús la imagen que nos hace comprender que es en Él donde nosotros encontramos la Vida eterna y el verdadero sustento...
 
2. PARA DAR FRUTOS, LA ÚNICA CONDICIÓN ES PERMANECER UNIDOS A JESÚS... Nosotros nos encontramos unidos a Jesús no por un mágico pegamento, sino por algo mucho más fuerte y sólido, que nos hace formar una sola realidad con Él, que es la fe.
 
Así como Jesús es para nosotros alimento que sacia nuestra hambre y bebida que calma nuestra sed, y Pastor que nos guía (todas estas imágenes hacen referencia a la Vida eterna), de la misma manera es esencial para nosotros mantenernos unidos a Él por la fe, para dar frutos de Vida eterna. Sólo así recibimos la fuerza del amor de Dios, y podemos dar frutos verdaderos, que no sean sólo palabras sino obras de verdad, que perduren y hagan bien a los demás...
 
Ahora sí, Dios Padre nos cuida y nos poda, como hace el viñador con su viña, porque es necesario para que demos más y mejores frutos. Todos nosotros hemos experimentado esa poda, y hasta a veces nos hemos quejado de ella. Yo creo que toda la vida es un camino en el que vamos experimentado la poda con la que Dios nos va haciendo experimentar el desprendimiento de cosas, afectos, y hasta de personas, que nos han parecido en algún momento imprescindibles. Cuando Dios nos llama, a través de las vicisitudes de la vida, al desprendimiento, nos ayuda a levantar la mirada cada vez más hacia arriba, para encontrar que sólo Él es quien no nos puede faltar. Con Él, siempre podemos dar buenos frutos...
 
3. SIEMPRE UNIDOS A JESÚS, PARA DAR FRUTOS DE VIDA ETERNA... Los frutos que estamos llamados a dar, por la bondadosa misericordia de Dios, son frutos de Vida eterna, para la que nos ha hecho capaces por su Resurrección, y para la que nos conduce como Buen Pastor... Esos frutos son frutos de amor. Son gestos y obras de amor, no sólo palabras, como nos recuerda hoy paternalmente San Juan. Frutos de amor, que son posibles cuando nos mantenemos unidos a Jesús...
 
El mismo Jesús nos ayuda a permanecer unidos a Él. Se ha quedado en nuestras manos. Su Palabra, su Cuerpo y su Sangre son alimentos que nos unen a Jesús y nos permiten hundir profundamente en Él nuestras raíces, para dar frutos de Vida eterna...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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