Raíces para
dar frutos...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación del 18 de mayo de 2003, Quinto Domingo de Pascua.
Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del
día:
- Bernabé, haciéndose cargo de él [San Pablo], lo llevó hasta donde
se encontraban los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo [San
Pablo] había visto al Señor en el camino, cómo le había hablado, y con
cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús (Hechos
9, 27).
- Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino
con obras y de verdad... El que cumple sus mandamientos permanece en
Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por
el Espíritu que nos ha dado (1 Juan 3, 18 y 24).
- «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis
sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más
todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el
sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes,
si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que
permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada
pueden hacer (Juan 15, 1-5).
1.
Hoy voy a comenzar con un Soneto de Francisco Luis Bernárdez: "Si para
recobrar lo recobrado / debí perder primero lo perdido, / si para conseguir lo
conseguido / tuve que soportar lo soportado. // Si para estar ahora
enamorado / fue menester haber estado herido, / tengo por bien sufrido lo
sufrido, / tengo por bien llorado lo llorado. // Porque después de todo he
comprobado / que no se goza bien de lo gozado / sino después de haberlo
padecido. // Porque después de todo he comprendido / que LO QUE EL ÁRBOL TIENE
DE FLORIDO / VIVE DE LO QUE TIENE SEPULTADO"...
Efectivamente, sin raíces, el árbol no encuentra agua y alimento, sin los
cuales no es posible la vida. Pero además, sin raíces profundas, el árbol no
tiene sustento, se queda sin firmeza, y al primer viento se cae y se muere... De
la misma manera, los sarmientos, que son equivalentes a las ramas de un árbol, y
dan los frutos (los racimos de uvas), no pueden tener vida y sustento, si no
permanecen unidos a la vid. De allí toma Jesús la imagen que nos hace comprender
que es en Él donde nosotros encontramos la Vida eterna y el verdadero
sustento...
2.
PARA DAR FRUTOS, LA ÚNICA CONDICIÓN ES PERMANECER UNIDOS A JESÚS... Nosotros nos
encontramos unidos a Jesús no por un mágico pegamento, sino por algo mucho más
fuerte y sólido, que nos hace formar una sola realidad con Él, que es la
fe.
Así como Jesús es para nosotros alimento que sacia nuestra hambre y bebida
que calma nuestra sed, y Pastor que nos guía (todas estas imágenes hacen
referencia a la Vida eterna), de la misma manera es esencial para nosotros
mantenernos unidos a Él por la fe, para dar frutos de Vida eterna. Sólo así
recibimos la fuerza del amor de Dios, y podemos dar frutos verdaderos, que no
sean sólo palabras sino obras de verdad, que perduren y hagan bien a los
demás...
Ahora sí, Dios Padre nos cuida y nos poda, como hace el viñador con su
viña, porque es necesario para que demos más y mejores frutos. Todos nosotros
hemos experimentado esa poda, y hasta a veces nos hemos quejado de ella. Yo creo
que toda la vida es un camino en el que vamos experimentado la poda con la que
Dios nos va haciendo experimentar el desprendimiento de cosas, afectos, y hasta
de personas, que nos han parecido en algún momento imprescindibles. Cuando Dios
nos llama, a través de las vicisitudes de la vida, al desprendimiento, nos ayuda
a levantar la mirada cada vez más hacia arriba, para encontrar que sólo Él es
quien no nos puede faltar. Con Él, siempre podemos dar buenos frutos...
3.
SIEMPRE UNIDOS A JESÚS, PARA DAR FRUTOS DE VIDA ETERNA... Los frutos que estamos
llamados a dar, por la bondadosa misericordia de Dios, son frutos de Vida
eterna, para la que nos ha hecho capaces por su Resurrección, y para la que
nos conduce como Buen Pastor... Esos frutos son frutos de amor. Son gestos y
obras de amor, no sólo palabras, como nos recuerda hoy paternalmente San Juan.
Frutos de amor, que son posibles cuando nos mantenemos unidos a Jesús...
El mismo Jesús nos ayuda a permanecer unidos a Él. Se ha quedado en
nuestras manos. Su Palabra, su Cuerpo y su Sangre son alimentos que nos unen a
Jesús y nos permiten hundir profundamente en Él nuestras raíces, para dar frutos
de Vida eterna...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: