Alguien que nos guíe...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación del 11 de mayo de 2003, Cuarto Domingo de Pascua, llamado del "Buen Pastor", Jornada Mundial de oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
1. AUNQUE EN LA CIUDAD NO VEMOS OVEJAS, SABEMOS BIEN QUÉ HACE UN PASTOR... Estoy seguro que mientras venían hacia aquí a la Misa no vieron ovejas por las calles. Per aunque estas figuras ya no pertenecen a nuestra cultura cotidiana, todos sabemos cuál es la tarea de un pastor. Yo creo que se debe a que, aunque cada uno de nosotros somos dueños de nuestras vidas y somos el fruto de nuestras decisiones, y nuestra mayor semejanza con Dios es nuestra libertad, que nos permite decidir lo que queremos hacer de nosotros mismos, sin embargo también tenemos una profunda necesidad de alguien que nos guíe, como un Pastor a sus ovejas...
 
No, por cierto, en el campo político, en el que ya es tiempo de superar ese modo primitivo de organizarnos, por el que en el pasado tuvimos la tendencia de confiarnos en las manos de un caudillo de turno, confiando en que con su carisma sería capaz, solo, de conducir toda la nación. Ya es tiempo de crecer en nuestro sentido democrático, para lo cual hace falta ser críticos y exigentes con los que se postulan para cargos directivos, pidiéndoles cuentas de su lealtad a sus propuestas y a su palabra en tiempos electorales, tomando consciencia de que el voto es un mandato que los ciudadanos dan la que eligen, y los elegidos son mandatarios que están obligados, por un contrato de justicia, a cumplirlo, bajo pena de ser demandados (no sólo retóricamente) por su incumplimiento...
 
Pero sí necesitamos Quien nos guíe, cuando se trata de alcanzar un aspiración profunda que todos tenemos, y que sin embargo se encuentra más allá de nuestras posibilidades humanas: a pesar de nuestra naturaleza mortal, tenemos, sembrada por Dios en lo profundo de nuestro corazón, verdaderas y legítimas ansias y aspiraciones de eternidad...
 
2. JESÚS ES EL BUEN PASTOR, QUE DIO SU VIDA POR NOSOTROS Y NOS DA LA VIDA ETERNA... Desde la Cruz y con su Resurrección, Jesús nos ha hecho verdaderamente hijos de Dios, como nos recuerda San Juan en la primera de sus cartas.
 
Todavía no se ha manifestado todo lo que significa que seamos hijos de Dios, pero cuando se manifieste, seremos semejantes a Él y lo veremos tal cual es, nos dice San Juan. Jesús se hizo semejante a nosotros, asumiendo nuestra condición mortal. Pero no lo hizo para que todo quedara así. Jesús resucitó, y abrió para nosotros las puertas de la Vida eterna, en la que, con la resurrección, seremos semejantes a Él, tal como Él ahora es, una vez resucitado.
 
No existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación, que el Nombre de Jesús, nos recuerda San Pedro con su predicación. Pero además, esta salvación no es un regalo privativo de algunos, sino que Dios la ha querido ofrecer a todos. Por eso Jesús recuerda a los Apóstoles, y a nosotros, que hay "otras ovejas", a las que Él también tiene que conducir. Su Palabra salvadora que nos llama a participar de la Vida eterna tiene que ser anunciada y ofrecida a todos los hombres de todos los tiempos. Y para eso Jesús llama a muchos a participar en su condición de Pastor:
 
3. JESÚS SIGUE LLAMANDO A LOS JÓVENES A PARTICIPAR EN LA TAREA DEL BUEN PASTOR... Llama a muchos a participar de una tarea, que consiste, como la del Pastor, en acercar a los hijos de Dios los alimentos que los fortalecen en su marcha hacia la Vida eterna. Los sacerdotes, con su predicación y la celebración de los Sacramentos. Y las Hermanitas de los Pobres (de las que soy Capellán), atendiendo sus Hogares de Ancianos.
 
Alguno podría pensar que la principal tarea de las Hermanitas es mantenernos alimentados a los ancianos y a todos los que vivimos en sus Casas. O tenerlas, como las tienen, siempre limpias, impecables, llenas de alegría y con un clima de Hogar que hace posible que sus días aquí sean para los ancianos tiempos verdaderamente felices.
 
Sin embargo, la tarea más importante de las Hermanitas, a la que dedican sus vidas con convicción y perseverancia, siguiendo las inspiraciones de su fundadora, la Beata Juana Jugan, consiste en hacer de los últimos años de los ancianos que viven en sus casas un camino firme y seguro hacia la Vida eterna. Por eso participan verdaderamente, desde su vocación religiosa, en la misión del Buen Pastor.
 
(A esta altura de la predicación tomé unas flores de los floreros que adornaban el altar, y se las entregué a los jóvenes y a las jóvenes que participaban en la Misa, invitados por las Hermanitas a una Jornada de Oración por las Vocaciones, que se hace hoy en todo el mundo. Les dije que seguramente Dios hoy llamaba a muchos jóvenes a participar de la tarea del Buen Pastor, como sacerdotes o como Hermanitas. Y así como cuando se enamoraban, podían "deshojar una margarita" tratando de poner en claro si eran correspondidos, también podían hacerlo con estas flores, dispuestos a responderle con generosidad que sí a Dios, si en uno de los pétalos de la flor descubrían que Dios los llamaba a esta vocación grande de colaborar con su tarea de Buen Pastor...).
(La última foto es de uno de los Hogares de las Hermanitas de los Pobres, en Concepción, Chile).


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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