Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, Domingo de Pascua, 20 de abril de 2003. Me
apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del
día:
- El pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído
en poder del demonio, porque Dios estaba con él... Dios lo resucitó al
tercer día (Hechos 10, 38 y 40).
- Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del
cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios... Cuando se
manifieste Cristo, que es la vida de ustedes, entonces ustedes también
aparecerán con Él, llenos de gloria (Colosenses 3, 1 y 4).
- El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba
oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido
sacada... Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los
dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y
llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no
entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro;
vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su
cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro:
él también vio y creyó (Juan 20, 1 y 3-8).
1.
COMO LAS FLORES BUSCAN EL SOL, NOSOTROS BUSACAMOS LA FELICIDAD... Desde que
nacemos, "por mandato de Dios", que está marcado a fuego en nuestras entrañas
(Él nos ha hecho así, capaces y deseosos de la felicidad), tendemos siempre
hacia esa meta, que no podemos dejar de lado.
Lo hacen los futbolistas, cuando intentan ganar sus partidos, porque eso
hace de una manera más o menos directa a su felicidad y a la de los hinchas de
su equipo. Lo hacen también los políticos cuando se postulan en las elecciones,
y buscan ganar, convencidos que lo necesitan para su propia felicidad y la de
todos..
De todos modos, así como no fácil para las flores encontrar el sol en
el otoño y en el invierno, tampoco para nosotros resulta fácil encontrar la
felicidad, se nos interponen muchos obstáculos. A veces no nos alcanzan los
mayores sufrimientos, los dolores de cada día, para alcanzarla. Aparecen
amenazantes las frustraciones, y la muerte, que es la mayor de ellas... En
resumen, las fuerzas humanas no nos alcanzan para alcanzar una meta celestial, a
la que aspiramos, porque Dios ha sembrado en nosotros, en el Bautismo, semillas
de eternidad...
De todos modos, no estamos atrapados por una meta imposible. Jesús
resucitado es la respuesta de Dios a la muerte y el pecado, que pueden frustrar
nuestro deseo de felicidad:
2. JESÚS NOS PREPARA UN LUGAR EN LA CASA DE SU PADRE, EL HOGAR
DEFINITIVO... Esa es la meta a la que, por gracia de Dios, y porque Jesús hizo
todo lo que hacía falta para ponerla a nuestro alcance, podemos aspirar...
Dios remueve la piedra que tapa el sepulcro, porque la muerte no puede con
Él. También hoy nosotros, como María Magdalena y los Apóstoles, vemos las
huellas de Jesús resucitado.
Además del sepulcro vacío, y las apariciones a los Apóstoles, de las que
ellos nos dan un testimonio vivo y contundente, ya que lo vieron, lo tocaron,
hablaron y comieron con Él, nosotros podemos verlo y tocarlo en la Eucaristía.
Como nos dice el papa en la Encíclica que firmó y nos entregó el Jueves Santo,
con la Eucaristía ya no tenemos que esperar el más allá para recibir la Vida
eterna, la tenemos ya en la tierra como primicia o adelanto de la plenitud
futura.
La Eucaristía, en cada Misa, nos da también la garantía de la resurrección
corporal, ya que nos hace participar del cuerpo de Jesús en su estado glorioso,
del resucitado (cf.
Ecclesia de Eucharistia, n. 18; los
que quieran tener la Encíclica del Papa, la pueden recibir suscribiéndose al
servicio "Magisterio eclesial", a través del cual difundo la palabra del Obispo
de San Isidro, Mons. Jorge Casaretto, y algunos pronunciamientos de la
Conferencia Episcopal Argentina o del Santo Padre, enviando un correo a
magisterioeclesial-subscribe@gruposyahoo.com.ar).
3. LA FELICIDAD VIENE DE DIOS, Y SÓLO SE ALCANZA POR LOS CAMINOS
DE DIOS... Para nosotros, y para todos los demás, no hay otros caminos que
lleven a la misma meta. No la alcanzarán los futbolistas sólo haciendo goles, ni
los políticos de cualquier manera...
Para ellos y para nosotros, los caminos de Dios son los que pueden
llevarnos a su meta, que Él ha hecho nuestra. Será, entonces, recorriendo las
huellas que nos ha dejado Jesús, que se pasó la vida haciendo el bien, como nos
recuerdan los Apóstoles, que podremos alcanzar lo que buscamos. Siguiendo sus
huellas, que encontramos marcadas con claridad en su Palabra, aunque
estemos rodeados por signos de muerte, marcharemos seguros hacia la Vida
eterna...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: