Para que no nos falte la luz...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 5 de enero de 2003, II Domingo después de Navidad. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas del día:

 
1. A VECES NO SE PUEDEN VER LAS COSAS CON CLARIDAD... A partir de una cierta edad, aparece la presbicia, y se hace difícil leer, y se hace necesario recurrir a los anteojos de cerca (que, por otra parte, no resultan lo mejor para la pantalla de la computadora, que está a una "distancia media", y requieren un aumento también "medio"). La dificultad se hace mayor cuando hay poca luz, parece que las letras se achicasen especialmente, y se confundieran unas con otras...
 
Pero, más allá del cansancio de la vista, hay otras cosas que no se ven con claridad, porque se las hace a escondidas, o "por detrás", y no quieren que nos enteremos. Estoy pensando, por ejemplo, en todo lo que no nos enteramos de las idas y venidas que se tejen en estos tiempos detrás de las candidaturas, que suben y bajan, como en una especie de bolsa, y se tejen quizás incluso a espaldas de los que finalmente las tendremos que apoyar o castigar con nuestro voto, cautivo de la oscuridad en la que se manejan muchas veces las cosas de la política. De la misma manera, también el modo mediático con el que se manejan algunas causas de la justicia dejan las cosas cada vez más oscuras. Y los medios de comunicación, que tienen la función social de informarnos con claridad, a veces no hacen más que ayudar a que las aguas permanezcan turbias...
 
El engaño y la mentira no se manejan a la luz, sino a escondidas y en las tinieblas. Pero Dios no nos ha dejado indefensos y a su merced...
 
2. JESÚS ES LA VERDADERA LUZ, QUE ILUMINA A TODO EL QUE QUIERE VER... La Palabra de Dios, que se hace hombre para salvarnos, es la Luz, que nace en la sencillez de un pesebre, y desde allí comienza a mostrarnos con toda claridad nuestro origen, nuestro camino y nuestra meta. Siendo Dios y haciéndose Hombre, nos muestra que nuestro origen también está en Dios, de donde viene nuestra vida. Con su vida nos muestra desde el pesebre nuestro camino, y una vez resucitado, nos muestra nuestra meta, a la Él nos llama...
 
Ya desde el pesebre desarma todas las maniobras de las tinieblas. Hasta cuando las tinieblas se lo quieren sacar de encima, porque les molesta, pone en evidencia su Luz, que brilla más que nunca desde la Cruz. Allí, en el punto culminante de s u entrega, se plasma la Resurrección, que nos abre las puertas del Cielo y nos muestra con claridad nuestra meta.
 
Esta Luz que nace en el pesebre nos muestra que Dios nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales, nos ha elegido en Cristo para que seamos santos, y nos hace valorar la esperanza a la que hemos sido llamados, nos dice San Pablo.
 
Por eso, nosotros que sabemos la oscuridad de las tinieblas que nos rodean, y que pueden llevarnos a nosotros mismos a dejarnos vencer por las tinieblas, sabemos al mismo tiempo que:
 
3. HAY QUE ESTAR SIEMPRE CON JESÚS, PARA QUE NO NOS FALTE LA LUZ... Ante las tinieblas que se nos vienen encima, cuando nos gana la tristeza o la amargura, cuando llega el desaliento, hay que volver a Jesús, de quien nos vendrá siempre la luz.
 
Jesús siempre nos iluminará desde la sencillez del pesebre, nos hablará con claridad desde su Palabra, siempre viva en los Evangelios y en la predicación de la Iglesia, y estará esperándonos, lleno de Luz, desde el silencio elocuente del Sagrario...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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