En el pesebre
y en el corazón...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación en la Navidad de 2002. Con ella les envío también
mi más cálido saludo, en este día fuente de toda Paz y de toda Luz, que surgen
del Pesebre. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas del día:
- ¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la
buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del
que proclama la salvación, y dice a Sión: «¡Tu Dios reina!» (Isaías 52,
7).
- Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los
Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo
final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de
todas las cosas y por quien hizo el mundo (Hebreos 1, 1-2).
- Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron
hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que
existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron... Y la Palabra se
hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1, 1-5 y 14).
1.
A VECES PERDEMOS LA PACIENCIA SI NO OÍMOS O SI NO NOS OYEN... y nos gustaría
tener un megáfono para poder decir las cosas sin gritar, o un amplificador bien
disimulado para no tener que estar todo el tiempo preguntando: "¿Qué dijiste?" o
excusándonos diciendo: "No te oí, ¿Me lo repetís?"
A veces es el tiempo (el tiempo que hace que hemos nacido...), el que nos
va quitando sensibilidad y nos hace más difícil oír. Pero también hay que tener
en cuenta el refrán, según el cual "no hay peor sordo que el que no quiere oír".
A veces podemos escudarnos en que no oímos para sentirnos liberados de llevarle
el apunte o de hacerle caso al que nos habla...
Así Dios, desde siempre hizo oír su Palabra a los hombres, y muchas veces
nos hemos mostrado sordos o lo suficientemente distraídos como para no hacerle
caso. Eso pasó desde antiguo, y puede seguir pasando en nuestro tiempo...
Todas las cosas fueron hechas por la Palabra de Dios, nos dice San Juan. Y
todas las cosas nos hablan de Dios, aunque a veces estemos sordos ante esta
Palabra continua de Dios. Pero además, como dice la Carta a los Hebreos, Dios
también nos habló antiguamente largo y tendido a través de los Profetas, y
muchas veces también lo hemos dejado pagando...
Pero Dios no pierde la paciencia. Él, que nos habla a través de todas las
cosas, que se hicieron por su Palabra, Él, que pronunció su Palabra a través de
los profetas, siguió insistiendo con paciencia, para que lo oyéramos:
2.
LA PALABRA DE DIOS SE HIZO OÍR EN BELÉN, CON PACIENCIA Y AMOR... Nos dice
también San Juan que la Palabra de Dios se hizo carne, y habitó entre
nosotros...
Es una Palabra sencilla y contundente. Dios se hizo Hombre, para pronunciar
humanamente su Palabra. Para que Jesús dijera una Palabra que es verdaderamente
de Dios, que pudiéramos entender y acoger todos los hombres. Es además una
Palabra eficaz, porque no son sólo sonidos, sino especialmente hechos. Es una
Palabra que asume toda nuestra miseria y nuestra debilidad humana, que no
encuentra más que un Pesebre donde recostarse, que de allí, siguiendo el camino
que lo llevó a desplegar con inmensa paciencia la misericordia de su Amor, llegó
a la Cruz, para entregarlo todo. Y que, resucitando, nos abrió para siempre las
Puertas del Cielo.
La Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros para que todos
pudiéramos recibir su Vida, esa que no se acaba con la muerte, y para que su Luz
brillara entre nosotros, disipando todas nuestra tinieblas, desde aquella oscura
noche de Belén, en la que los brazos de María y los cuidados de José lo
recibieron. El tiene y trae la Paz que todos buscamos y necesitamos. Por eso la
noche de Navidad muchas veces es ocasión, aún para los que no comparten nuestra
fe, la expresión de un deseo incontenible de la paz que necesitamos en nuestras
familias, en nuestra patria, en el mundo entero.
De todos modos, nosotros sabemos, habiendo conocido a Jesús, que esa paz no
se construye de cualquier manera, y no se logra así nomás...
3.
LA PAZ DE TODO EL MUNDO NACE EN EL PESEBRE Y COMIENZA EN CADA CORAZÓN... Esa
Paz, que anoche el Papa Juan Pablo II pedía con insistencia para la misma ciudad
de Belén que fue testigo del Pesebre y de los Pastores, suplicando a todos los
que tienen responsabilidad para alcanzarla, nace y nacerá siempre del Pesebre,
pero echará raíces sólo en los corazones que encuentre bien dispuestos.
Para todas las situaciones que sabemos necesitadas de Paz, para todas las
familias enfrentadas, para todos los desencuentros entre hombres de una misma o
distintas razas, la Paz nacerá siempre del Pesebre, donde podemos también
siempre acercarnos para recibirla. Y esa misma Paz, si nos encuentra dispuestos,
inundará nuestros corazones...
¡FELIZ NAVIDAD, CON JOSÉ, MARÍA Y LOS PASTORES, JUNTO AL PESEBRE!
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: