Vivir protegidos...
Esta fue mi predicación de hoy, 9 de noviembre de 2003, en la Misa de
la Fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán (la Catedral de
la diócesis de Roma), en la que recibió el Bautismo el bebe José Ramón Bourdieu.
Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del
día:
- Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el sector oriental,
bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir
hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el
torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el
suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta
el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde
llegue el torrente» (Ezequiel 47, 8-9).
- El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el
fundamento es Jesucristo... ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el
Espíritu de Dios habita en ustedes? (1 Corintios 3, 11 y 16).
- Jesús dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan
de la casa de mi Padre una casa de comercio». Y sus discípulos recordaron
las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. Entonces
los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?». Jesús
les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré
a levantar». Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis
años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él se refería al templo de su cuerpo (Juan 2, 16-21).
1. DESDE CHICOS, NECESITAMOS UNA CASA DONDE VIVIR
PROTEGIDOS... Por eso, entre muchas otras cosas, tenemos tanto que agradecer a
nuestros padres, que desde el primer momento nos han recibido con manos
maternales y paternales, que nos han permitido pasar desde nuestro cómodo
descanso en el seno materno a las asperezas de la vida, haciendo escala en las
caricias que desde el inicio nos acogieron. Sus manos fueron nuestra primera
frazada y nuestro primer techo...
Nacemos indefensos. No podemos procurarnos el calor, el alimento, la
protección, el lugar donde refugiarnos ante las inclemencias, por nuestros
propios medios. Y todo eso nos hace falta, para ir encontrando nuestro lugar en
el mundo, al que Dios nos ha llamado, pero que, mientras tanto, por su propia
inercia y por la huella del pecado que los siglos y las culturas le han ido
dejando, se ha vuelto tantas veces inseguro e incierto. Por eso, para crecer,
alguien nos tuvo que brindar Hogar, cuidado, atención, y mucho amor, que es en
definitiva lo que nos hace crecer bien, ya que, aunque decimos bien cuando nos
describimos como animales racionales, lo hacemos mucho mejor si nos concebimos
como seres de naturaleza básica animal, hechos por Dios con capacidad y vocación
para amar...
Ahora bien, nuestro destino no se agota en el techo, Dios no nos ha hecho
para vivir sólo debajo de él. Nos ha sembrado en lo más profundo de nuestro
corazón una vocación de eternidad, que no podemos desarrollar por nuestras solas
fuerzas, porque supera ampliamente nuestras capacidades. Por eso, no nos basta
una casa terrena en la que estemos protegidos, cuando hemos sido invitados al
Cielo...
2. JESÚS NOS HACE FORMAR PARTE DE SU CASA, LA IGLESIA, POR
EL BAUTISMO... Esa invitación la recibimos de una manera formal, efectiva y
eficaz, de manera sacramental, a través del Bautismo. Este don de Dios aplica en
nosotros la Redención que Jesús nos ganó en la Cruz. Nos une a su muerte, para
que con Él renunciemos al pecado. Pero también, y es nuestra verdadera
Salvación, nos une a su Resurrección, para que podamos aspirar al Cielo...
Unidos a Jesús en su muerte y en su Resurrección a través del Bautismo,
somos parte de Él, entramos a formar parte de su Cuerpo, un Cuerpo místico que
formamos con Jesús todos los que hemos sido bautizados en Él, y hemos empezado a
ser, a través del Bautismo, piedras vivas en esta Casa en la que Él habita en la
tierra, que se hace visible en la Iglesia, de la que nos ha hecho parte. Unidos
a Jesús, parte viva de su Cuerpo, piedras vivas de este gran edificio espiritual
en el que Él habita, y que se extiende por todo el mundo, es más, por todo el
universo...
No sólo estamos cálidamente acogidos por el amor de Dios dentro de su Casa.
No sólo estamos alimentados por el mismo Dios, dentro de su Casa, con su Palabra
y sus Sacramentos. Además, somos parte vida de esta misma Casa, y el Bautismo se
ha convertido, entonces, para nosotros, como pasa siempre con los dones de Dios,
no sólo un gran don, sino también una tarea...
3. COMO CASA DE DIOS, ESTAMOS LLAMADOS A SER HOGAR PARA
TODOS... Por el Bautismo no sólo recibimos el don de la salvación, que nos abre
las puertas del Cielo y nos encamina hacia allí, para que recorriendo con
fidelidad el camino de la fe, de la mano de Dios, podamos llegar a ese verdadero
Descanso Eterno, sino que además pone en nuestras manos una tarea...
Integrados como piedras vivas a la Casa de Dios, somos también parte viva
en la misión de toda la Iglesia. Redimidos por el Amor de Dios, estamos llamados
a ser sus testigos, para que a través de nuestra palabra y nuestro testimonio
todos los que nos ven puedan reconocer la voz de Dios que los llama al mismo
destino de salvación. Recogidos por su Amor en la Casa de Dios, la Iglesia, en
la que hemos encontrado su Amor salvador, nos toca ayudar para que todos
encuentren en ella el Hogar en la que Dios llama a todos a encontrarse con su
Amor y su salvación...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: