Vivir protegidos...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, 9 de noviembre de 2003, en la Misa de la Fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán (la Catedral de la diócesis de Roma), en la que recibió el Bautismo el bebe José Ramón Bourdieu. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Casa1. DESDE CHICOS, NECESITAMOS UNA CASA DONDE VIVIR PROTEGIDOS... Por eso, entre muchas otras cosas, tenemos tanto que agradecer a nuestros padres, que desde el primer momento nos han recibido con manos maternales y paternales, que nos han permitido pasar desde nuestro cómodo descanso en el seno materno a las asperezas de la vida, haciendo escala en las caricias que desde el inicio nos acogieron. Sus manos fueron nuestra primera frazada y nuestro primer techo...
 
Nacemos indefensos. No podemos procurarnos el calor, el alimento, la protección, el lugar donde refugiarnos ante las inclemencias, por nuestros propios medios. Y todo eso nos hace falta, para ir encontrando nuestro lugar en el mundo, al que Dios nos ha llamado, pero que, mientras tanto, por su propia inercia y por la huella del pecado que los siglos y las culturas le han ido dejando, se ha vuelto tantas veces inseguro e incierto. Por eso, para crecer, alguien nos tuvo que brindar Hogar, cuidado, atención, y mucho amor, que es en definitiva lo que nos hace crecer bien, ya que, aunque decimos bien cuando nos describimos como animales racionales, lo hacemos mucho mejor si nos concebimos como seres de naturaleza básica animal, hechos por Dios con capacidad y vocación para amar...
 
Ahora bien, nuestro destino no se agota en el techo, Dios no nos ha hecho para vivir sólo debajo de él. Nos ha sembrado en lo más profundo de nuestro corazón una vocación de eternidad, que no podemos desarrollar por nuestras solas fuerzas, porque supera ampliamente nuestras capacidades. Por eso, no nos basta una casa terrena en la que estemos protegidos, cuando hemos sido invitados al Cielo...
 
Iglesia, casa de Jesús2. JESÚS NOS HACE FORMAR PARTE DE SU CASA, LA IGLESIA, POR EL BAUTISMO... Esa invitación la recibimos de una manera formal, efectiva y eficaz, de manera sacramental, a través del Bautismo. Este don de Dios aplica en nosotros la Redención que Jesús nos ganó en la Cruz. Nos une a su muerte, para que con Él renunciemos al pecado. Pero también, y es nuestra verdadera Salvación, nos une a su Resurrección, para que podamos aspirar al Cielo...
 
Unidos a Jesús en su muerte y en su Resurrección a través del Bautismo, somos parte de Él, entramos a formar parte de su Cuerpo, un Cuerpo místico que formamos con Jesús todos los que hemos sido bautizados en Él, y hemos empezado a ser, a través del Bautismo, piedras vivas en esta Casa en la que Él habita en la tierra, que se hace visible en la Iglesia, de la que nos ha hecho parte. Unidos a Jesús, parte viva de su Cuerpo, piedras vivas de este gran edificio espiritual en el que Él habita, y que se extiende por todo el mundo, es más, por todo el universo...
 
No sólo estamos cálidamente acogidos por el amor de Dios dentro de su Casa. No sólo estamos alimentados por el mismo Dios, dentro de su Casa, con su Palabra y sus Sacramentos. Además, somos parte vida de esta misma Casa, y el Bautismo se ha convertido, entonces, para nosotros, como pasa siempre con los dones de Dios, no sólo un gran don, sino también una tarea...
 
Corazón que recibe3. COMO CASA DE DIOS, ESTAMOS LLAMADOS A SER HOGAR PARA TODOS... Por el Bautismo no sólo recibimos el don de la salvación, que nos abre las puertas del Cielo y nos encamina hacia allí, para que recorriendo con fidelidad el camino de la fe, de la mano de Dios, podamos llegar a ese verdadero Descanso Eterno, sino que además pone en nuestras manos una tarea...
 
Integrados como piedras vivas a la Casa de Dios, somos también parte viva en la misión de toda la Iglesia. Redimidos por el Amor de Dios, estamos llamados a ser sus testigos, para que a través de nuestra palabra y nuestro testimonio todos los que nos ven puedan reconocer la voz de Dios que los llama al mismo destino de salvación. Recogidos por su Amor en la Casa de Dios, la Iglesia, en la que hemos encontrado su Amor salvador, nos toca ayudar para que todos encuentren en ella el Hogar en la que Dios llama a todos a encontrarse con su Amor y su salvación...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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