Levantando las banderas...

Queridos amigos:
 
Esta es la predicación que preparé para hoy, 14 de septiembre de 2003, Fiesta de la Exaltación de la Cruz. La reflexioné basado en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Gaucho con bandera1. LEVANTAMOS LAS BANDERAS QUE SON SIGNOS DE NUESTROS VALORES... En primer lugar lo decimos de la bandera que nos identifica como nación, en esta patria ("tierra de nuestros padres", según el origen de la palabra). Unos colores, un diseño, un símbolo de lo que hemos recibido como herencia común. Días como hoy, en que en buena parte del país hemos ejercido uno de los modos con los que hoy contamos para expresarnos como nación, el voto en la elección de nuestros representantes, que en nombre de todos los ciudadanos van a ejercer la autoridad ejecutiva o legislativa, son especialmente significativos para esos símbolos, que van más allá de ser algo que agitar en las justas deportivas...
 
También usamos banderas de menor trascendencia, para nuestras opciones de carácter más personal, por ejemplo las de nuestra afición futbolística, o de cualquier otra especie deportiva. También en este caso, las banderas simbolizan aquellas opciones que nos entusiasman, que nos encienden, que nos motivan para seguir una y otra vez, alentando y disfrutando, la suerte de nuestros héroes deportivos...
 
Pero cabe preguntarse: ¿No podremos también tener banderas para los valores más profundos y esenciales, aquellos que definen nuestra vida de una manera definitiva y nos orientan y guían en las opciones fundamentales? Evidentemente, la respuesta es que sí. Nosotros tenemos, como cristianos, el símbolo que nos identifica, desde los primeros tiempos, en la Cruz. Con ella fuimos marcados en nuestro Bautismo, ella preside nuestras casas, nuestras aulas, nuestros lugares de trabajo. Con ella nos marcamos al comenzar y al terminar nuestra oración individual o comunitaria, privada o eclesial. La llevamos también colgada en el cuello, o con un prendedor en la ropa. Ahora bien, ¿tenemos siempre presente lo que ese símbolo significa, y aquello a lo que estamos privilegiando cuando nos identificarnos con él?
 
Cruz2. JESÚS NOS FUE ENTREGADO EN LA CRUZ, PARA DARNOS LA VIDA ETERNA... La cruz fue, por mucho tiempo, un instrumento para sentenciar y torturar a los condenados a muerte. Los romanos la recibieron de los griegos, y la utilizaban para los que no eran ciudadanos romanos...
 
También para Jesús fue utilizada con esa finalidad. No fue, en su caso, un adorno, ni una fiesta, hasta que, después de la Resurrección, pudo verse en ella el símbolo de más la maravillosa paradoja. El autor de la vida fue llevado a la muerte en la Cruz, para llevarnos a la Vida. El rechazo de los hombres a Dios tuvo su máxima expresión en la Cruz, en la que el mismo Dios fue entregado a la muerte. Pero, por su misericordia omnipotente, desde ella comenzaron a correr sobre la humanidad entera ríos de gracia y bendición.
 
Jesús vino a rescatarnos del dolor y de la muerte, consecuencias ambas del pecado, que es el rechazo de Dios. Y lo hizo a través del dolor y de la muerte. Desde ese momento, entonces, todo dolor y toda muerte nos hablan no sólo de su amenaza y de la desazón que crean en todos los que sabemos que hemos sido hechos para la vida y no para la muerte, sino también del triunfo del Amor de Dios, que de la muerte hizo surgir la Vida, y desde el dolor hizo posible la alegría de la resurrección. Por eso, la Cruz ha resumido en sí misma todo el dolor y la muerte que han dado, dan y darán vuelta por el mundo, y los ha derrotado, haciendo posible que desde su mismas entrañas surja la Vida que Jesús nos ha ganado con la Resurrección.
 
Por eso, la Cruz se ha convertido en un signo inconfundible del contenido más profundo de nuestra fe. Jesús ha venido a salvarnos del dolor y de la muerte, y en el dolor y en la muerte nos ha dejado las semillas de nuestra resurrección, a imagen de la suya. Podemos, entonces, levantar con orgullo estas banderas. El dolor y la muerte, como camino inexcusable de nuestra vida, no nos pueden derrotar con su carga destructiva, porque han sido vencidos por la Cruz de Jesús. Nosotros, entonces, sin ninguna carga masoquista, sino todo lo contrario, porque apostamos por la Vida y la aspiramos decididamente, y con la convicción de la fe, ponemos por todos lados, y llevamos con alegría y optimismo, el símbolo de la Cruz...
 
Cruz hoy3. LA CRUZ NOS DICE QUÉ DEBEMOS HACER CON TODO LO QUE QUEDA MARCADO POR ELLA... Pero, de todos modos, igual que los símbolos patrios, o los menos importantes o trascendentes, como los deportivos, tampoco el símbolo puede ser sólo un adorno. La Cruz nos habla de lo que Jesús hizo por nosotros. Nos garantiza que no hay dolor que pueda ser inútil si lo unimos a la Cruz de Jesús, ni muerte que no lleve a la Vida, si aceptamos el amor redentor de Jesús. Por eso, las Cruces que ponemos en diversos lugares, que llevamos prendidas o colgadas, o que levantamos como banderas, son todo un programa de vida...
 
La Cruz que preside nuestras casas nos ayuda a vivir con esperanza el dolor que llega a la familia. La que preside nuestras aulas nos recuerda que el dolor es una escuela de vida, que enseña dónde están los valores más preciados, que no pueden ser postergados. La Cruz en nuestros lugares de trabajo nos compromete a hacerlo como lo haría hoy el mismo Jesús, aún al precio de su vida. Marcándonos con ella al comenzar y al terminar nuestra oración, nos llevará enseguida a Jesús. La que llevamos colgada en el cuello, o con un prendedor en la ropa, nos ayudará a grabarla a fuego en el corazón. En fin, todo un programa de vida, ¿no?...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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