Hay que levantar la mirada...
Queridos amigos:
Aquí va mi predicación de hoy, 16 de marzo de 2003, Segundo Domingo de
Cuaresma, en el Hogar Marín. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- Dios puso a prueba a Abraham: «¡Abraham!», le dijo. El respondió:
«Aquí estoy»... Y el Angel del Señor le dijo: «Juro por mí mismo -oráculo
del Señor-: porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo
único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como
las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar
(Génesis 22, 1 y 16-17).
- Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no
escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no
nos concederá con él toda clase de favores? (Romanos 8, 31-32).
- Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevo a ellos solos a un
monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se
volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría
blanquearlas... Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella
una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo» (Marcos 9, 2-3 y
7).
1.
CUANDO EL CAMINO ES DIFÍCIL, A VECES NOS QUEDAMOS MIRANDO EL PISO... Si hay
piedras, o el camino está resbaloso porque hay barro, o si está enjabonado
porque lo están limpiando, casi instintivamente clavamos la mirada en el piso y
caminamos temerosos, para no correr el riesgo de terminar de panza en el suelo o
patas para arriba...
Está bien, son precauciones que no están de más. Pero eso que nos sucede
cuando caminamos, también nos puede suceder en el camino de la vida, o cuando se
trata de la marcha del país, y en ninguno de esos casos alcanza con quedarse
mirando el piso... Hoy en Argentina quizás estamos así. Estamos mal, y como no
aparece en el horizonte ninguna salida fácil o inmediata, ni siquiera, o quizás
sobretodo, porque se acercan las elecciones y no aparece nada luminoso en el
horizonte, puede invadirnos el desaliento. Hay tantas piedras en el camino que
nos hacen tropezar, que podemos quedarnos mirando sólo el piso, y así se hace
lento, inseguro y amargo nuestro caminar.
Pero cuando se trata de la vida, la nuestra personal y también la de la
patria, Dios, a quien nadie le gana en generosidad, nos pide, como a
Abraham, que estemos dispuestos a entregarlo todo, para colmarnos de
bendiciones. La fe nos hace caminar de la mano de Dios. Y si, como dice San
Pablo, Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién podrá
más que Dios? Por lo tanto, aunque pueda parecer mucho el sacrificio que se nos
pide, aunque pueda parecer muy difícil el camino, no hay que quedarse mirando el
piso, sino que hay que levantar la mirada. Somos peregrinos, en marcha hacia la
Casa paterna, hacia el Cielo, y hay que fijar la mirada en la meta, para caminar
más tranquilos:
2.
CUANDO SE ACERCA LA CRUZ, JESÚS NOS HACE LEVANTAR LA MIRADA HACIA LA META... Eso
hace con los Apóstoles Pedro Santiago y Juan, inmediatamente después de haberles
anunciado que su camino pasaría por la Cruz. Y para animarlos, aparece ante
ellos transfigurado, con el rostro resplandeciente como el sol y las vestiduras
tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas, mostrándoles
anticipadamente el final que alcanzaría con la resurrección... Nosotros también
estamos hechos para la gloria y para la resurrección. A su lado, están Moisés y
Elías, que representan la Ley y los Profetas, es decir, toda la Palabra de Dios.
Dios Padre nos habla con claridad. Nos dice: "Este Jesús, mi Hijo,
escúchenlo".
Si lo escuchamos a Jesús, y seguimos su camino, vamos a darlo todo, como
hizo Abraham. No podemos quedarnos con nada que se pueda juntar o acumular. Por
la "aduana" de destino sólo puede pasar lo que hayamos dado... Toda la Palabra
de Dios es una Palabra de Amor que nos exhorta a comprender que no hay otro
camino que no sea el amor, la generosidad, la solidaridad y la entrega. Ahora es
el tiempo, entonces, para dar, con generosidad. Y para saber cómo hacerlo, basta
con mirar alrededor, y hacer lo que necesita el que tenemos sentado al
lado.
No tiene sentido que los políticos se hayan enojado, como parece que se
enojaron, porque la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina
les planteó la semana pasada las alternativas que se les presentan: "Sustentar
la vida pública sobre valores morales firmes o permitir que sigamos
conviviendo con hechos de flagrante corrupción. Reafirmar el cumplimiento de la ley o legitimar una velada
anarquía. Encarar a fondo las reformas institucionales pendientes que fundamenten
una democracia real, o respaldar una supuesta “legalidad democrática” que
privilegia los intereses de las distintas
corporaciones. Implantar una cultura del trabajo o seguir cultivando la cultura de
la dádiva y del clientelismo. Delinear una política educativa y socio-económica que revierta el
dinamismo de la pobreza creciente o pretender calmar el hambre de los pobres
con la sola distribución de planes sociales. Integrar federalmente la Nación o persistir en caudillismos que
aíslan y fracturan". De las decisiones que tomen depende nuestra suerte
como nación, y lo que es más importante, la salvación eterna de ellos. Como la
de los Obispos depende de la fidelidad a Dios con la que desempeñen su
ministerio y la nuestra depende de nuestras propias decisiones ante la
misión que nos corresponde... Cuando se trata de la
nación, se trata del bien común. Tomar las decisiones que hacen falta no se hace
sin sufrimientos, privaciones y renuncias. Pero hay que levantar la mirada hacia
la meta, para que quede claro el camino que nos acerca a Dios y nos hace crecer
como nación.
3.
HAY QUE LEVANTAR LA MIRADA, PARA NO PERDER DE VISTA LA META... Vamos hacia el
Cielo, y sólo sirve lo que allí nos acerca.
Este es el tiempo de la respuesta. Y mientras vamos de camino, no sirve
quedarse mirando el piso. Si clavamos la mirada en la meta, tendremos la fe y el
ánimo que hacen falta para responder con generosidad a Dios, que nos llama desde
la meta, nos ayuda y nos sostiene en la marcha...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: