Nuestra tarea...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, Domingo 23 de noviembre de 2003,
Solemnidad de Cristo Rey. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron
todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno
que no pasará, y su reino no será destruido (Daniel 7, 14).
- Jesucristo es el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los
muertos, el Rey de los reyes de la tierra. El nos amó y nos purificó de
nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un Reino
sacerdotal para Dios, su Padre (Apocalipsis 1, 5-6).
- Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de
mí?». Pilato explicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los
sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho».
Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de
este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo
no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí». Pilato
le dijo: «¿Entonces tú eres rey». Jesús respondió: «Tú lo dices: yo soy
rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la
verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz» (Juan 18,
33-37).
1. CUANDO SE ALCANZA LA META, SE VE MEJOR TODO EL CAMINO
REALIZADO... Esto no me lo enseñó un sacerdote, ni lo aprendí en el Seminario.
Lo decía Werner Heisenberg (1901-1976), un físico nuclear, que descubrió el
principio de indeterminación en la física cuántica...
El lo decía a partir de su experiencia en la montaña, que es la misma que
la nuestra en la vida. Cuando se va a encarar un ascenso a una cumbre difícil (y
vale para cualquier otra meta), desde el llano se ve con claridad el comienzo
del camino, y el punto al que se quiere llegar. Cuando se ha empezado la marcha,
poco a poco el bosque o los obstáculos van haciendo oscura la ruta, y deja de
verse tanto el lugar desde donde se partió como la meta que se quiere alcanzar.
En ese momento la gran tentación es pensar que no se llegará a ningún lado, y
que conviene dar la vuelta atrás. Sin embargo, lo que hay que hacer es seguir
adelante, según la ruta planeada, con la confianza puesta en que al final se
encuentra la meta que se busca, a la que se quiere llegar. Hace falta la
constancia y el esfuerzo en el momento de la oscuridad, para poder llegar a la
meta. Y allí todo podrá verse de nuevo, incluso con más claridad y con un
horizonte más amplio, que nos da la altura de la montaña que se quiso
escalar...
Todos nosotros nos vemos envueltos en muchos caminos en la marcha de a
vida, y muchas veces podemos estar desorientados o aturdidos, como quien se
encuentra en la mitad de la montaña, sin ver el inicio del camino y tampoco el
final. En esos momentos se nos hacen acuciantes algunas preguntas, como por
ejemplo, ¿cuál es nuestra meta? ¿cuál es el camino que allí me puede
llevar?
Hoy Jesús, a quien vemos como Rey, en el último Domingo del Año Litúrgico,
después de haber recorrido con Él paso a paso todo su camino, nos alienta
mostrándonos que tiene sentido la marcha, y a dónde nos quiere llevar. Empezamos
con la preparación de la Navidad en el Adviento pasado, vimos la ternura del
Pesebre (hecho, quizás, con la misma madera con la que se hizo su Cruz), pasamos
por la Pascua, y hoy lo vemos en la meta como Rey, ya que para eso ha venido al
mundo, para reinar...
2. EL REINO DE DIOS SE REALIZA ORDENANDO TODO EL MUNDO CON
SU VERDAD... Jesús es el primero que resucitó de entre los muertos. Lo hizo no
porque Él lo necesitara. Él existe desde siempre y para siempre, es la Vida y el
Viviente. Pero porque nos quiere, dejó su lugar junto a Dios Padre para hacerse
hombre por nosotros, para librarnos de la rebeldía que nos había apartado de
Dios, y para ser el primero entre muchos, ya que nos llama a todos a resucitar,
nos dice San Pablo...
Su domino es un dominio eterno, que no pasará, nos decía anticipadamente el
profeta Daniel. Es así, porque su Reino es el de Dios. No hace falta esperar a
los poderosos en el mundo de hoy para encontrarse con los que se sienten
incómodos ante el Reino de Dios, como si nadie tuviera derecho a discutirles su
poderío y su modo de reinar. Ya Pilato, representando al imperio de su tiempo,
se pudo nervioso, y quiso saber directamente de Jesús si, y por qué, lo venía a
cuestionar...
Su realeza, nos dice Jesús, no es de este mundo, pero es la que salva a
este mundo. Jesús ha nacido y ha venido a este mundo concreto, no a un
mundo de los libros o de la historia sino este mismo en el que nosotros
estamos, para dar testimonio de la Verdad. Esa Verdad, que es la de Dios, y que
es la verdad profunda de todas las cosas, que habiendo salido de las manos
creadoras de Dios, tienen en esa verdad su razón de ser y su sostén. El que es
de la verdad, nos dice Jesús, escucha su voz. Y nosotros tenemos derecho a
preguntarnos, entonces: Quien no escucha la voz de Jesús, ¿de quién será...?
Tengamos en cuenta que del otro lado de la verdad sólo está la mentira...
Por eso, toda la realidad, el mundo entero, con todas las criaturas, es
parte del Reino de Dios, y lo es por origen y por conquista. Lo es por origen,
ya que el mundo viene de las manos de Dios, en las que tiene su fuente y su
creador. Y lo es también por conquista, ya que Jesús ha venido a rescatarlo, a
enderezarlo, a orientarlo de nuevo hacia Dios. Lo hizo desde la Cruz, dando
testimonio de la Verdad. Ordenando el mundo entero con esa Verdad, que Jesús nos
ha entregado a manos llenas, éste vuelve a ser conquistado para Dios, y se
integra nuevamente a su Reino...
Jesús podría haber cambiado el rumbo, para congraciarse con Pilato,
que podía librarlo de la Cruz. Pero no hubiera hecho entonces aquello para lo
que había venido, hubiera tomado el atajo del "arreglo", pero no el de su Reino
y el de la salvación. Eso nos tiene que dejar bien en claro que el Reino de Dios
se realizará hoy entre nosotros por el mismo camino por el que Jesús lo realizó,
es decir, por el camino de la Cruz. Y por eso mismo, la fidelidad a la Verdad de
Dios, que nos permite ordenar el mundo, será el camino de la Cruz...
3. NUESTRA TAREA: QUE JESÚS REINE EN NUESTROS CORAZONES Y
EN NUESTRA VIDA... Claro, puestos ante semejante tarea, ordenar el mundo entero
con la Verdad de Dios, puede ser que nos sintamos ante una montaña que no
podemos escalar, y una meta que no podemos alcanzar. Sin embargo, Dios nunca nos
propone algo que supere nuestra posibilidad...
En realidad, ninguno de nosotros está sólo en este mundo, y carga sólo
sobre su hombros esta tarea. Lo que a cada uno de nosotros nos toca es
simplemente dejar que Jesús reine en nuestros corazones. Si esto se realiza,
inmediatamente Jesús comenzará a reinar en toda nuestra vida, que se verá
iluminada y ordenada por su Verdad. Y la consecuencia será inmediata: Jesús
estará reinando en esa parte del mundo que está bajo nuestra directa
responsabilidad. Así se construye, sin hacer pero con eficacia contundente, el
Reino de Dios...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: