Lo que más vale, y es gratuito...

Queridos amigos:
 
Desde Roma, me hago un tiempo para enviarles la predicación que hice hoy, 12 de enero de 2003, Solemnidad del Bautismo del Señor, en la Misa celebrada con la participación de una familia amiga con la que, por gracia de Dios y con alegría nuestra, comparto aquí unos días. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas de hoy.

 
1. LAS COSAS NO SIEMPRE CUESTAN TODO LO QUE VALEN... A veces buscamos algunas cosas simplemente por son de marca, aunque justamente por eso, cuestan más. Sin embargo, los tiempos que vivimos en Argentina (probablemente más realistas que la década anterior, en la que podíamos caer fácilmente en la ilusión de creer que éramos prácticamente un país del primer mundo), nos van acostumbrando a una manera distinta de mirar las cosas, ya que no nos sobra mucho, o nada, y se hace necesario encontrar lo que es bueno, aunque no sea caro...
 
En realidad, es una cierta fantasía en la que fácilmente podemos quedar envueltos, pensar que la propaganda, que muchas veces es lo que sostiene un nombre o una marca, alcanza para que algo sea bueno (en mis tiempos de juventud, había una casa que fabricaba unos mocasaines que estaban de moda, y de tal modo se habían hecho el nombre, que uno sentía que en realidad no estaba bien calzado hasta que llegaba a tener esos mocasines, por más que tuviera otros que eran iguales, o incluso mejores, y más baratos, pero de otra marca...).
 
Sin embargo, ya seguramente hace rato la vida nos ha enseñado que no necesariamente las cosas más caras son las que más valen, ni las cosas que más importan cuestan siempre todo lo que valen. Por eso, hay que estar muy atentos para aprender a valorar siempre las cosas, no tanto por lo que cuestan, sino por lo que realmente valen. Si hacemos esto, fácilmente nos vamos a llevar muchas sorpresas, por una cantidad de dones con los que contamos, que en realidad no nos han costado nada y valen mucho...
 
2. EL DON MÁS GRANDE QUE HEMOS RECIBIDO HA SIDO TOTALMENTE GRATUITO... Y se trata del Bautismo. Ese día nuestra vida cambió por completo. De ser un gran posibilidad, con un futuro incierto por delante, pero siempre, en todo caso, limitado entre el instante inicial, el día de nuestro nacimiento, y una barrera infranqueable, nuestra muerte, pasó a ser una invitación, que viene de Dios, a participar de su vida, por toda la eternidad...
 
Jesús mismo, el Hijo de Dios, unido al Padre desde toda la eternidad, y hecho hombre para participar de nuestra condición humana y llamarnos a participar de su condición divina, quiso ser bautizado en el Jordán. No porque le hiciera falta, ni para cambiar o completar nada en Él, sino simplemente para transformar el Bautismo mismo. Y desde ese momento, de manera totalmente gratuita, sin que podamos con nada pagar ni siquiera parte de semejante don, somos llamados por el Bautismo a participar de la vida de Dios, pasando a ser sus hijos. Por eso somos llamados a participar de su eternidad, y a vencer la muerte para resucitar como Jesús, al fin de los tiempos.
 
El Bautismo hace posible que nuestra vida no tenga fin. Nos abre un destino de eternidad. Pero como sucede siempre con los dones de Dios, es al  mismo tiempo una tarea, que consiste en responder al don recibido. Por eso San Juan nos habla de los mandamientos, como el camino en el que se muestra nuestro amor a Dios. Mandamientos que no se convierten en una carga para quien, con amor, quiere responder al amor de Dios (entre paréntesis, ¡qué bien nos haría comprender que los mandamientos no son algo que Dios nos imponga "desde afuera" de nosotros mismos, sino que son simplemente las líneas fundamentales de nuestra propia naturaleza y forma de ser, tal como hemos surgido de las manos de Dios, y que, por lo tanto, vivir según los mandamientos nos hace muy bien, porque nos hace vivir conforme a lo que realmente Dios ha hecho de nosotros!).
 
Dios Padre se hace presente en el Bautismo de Jesús y nos dice: ¡Escúchenlo! Porque Jesús con su Palabra nos señala con claridad el camino que nos lleva a la meta a la que nos ha invitado. El Espíritu Santo también se manifiesta ese día en forma de paloma,
 
Hoy hay muchas cosas que no podemos comprar, pero...
 
3. SEGUIMOS TENIENDO A MANO LO QUE MÁS VALE, Y ES GRATUITO... Si estamos sedientos, nos decía ya el profeta Isaías, acerquémonos a beber el agua que Dios nos quiere dar. Si no tenemos dinero, acerquémonos igual, que nada nos va a faltar.
 
Dios nos ofrece su Espíritu, que aletea sobe nosotros desde las aguas del Bautismo, y con Él nos ayuda a ser fieles a Jesús, escuchando su Palabra y guiándonos por ella, para vivir como hijos de Dios, y unirnos plenamente a Él cuando llegue el final de esta etapa terrena de nuestra vida, que no es, sin embargo, ela etapa final, sino sólo un tiempo provisorio. Porque por el Bautismo, nuestra vida tiene un destino de eternidad...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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