Esta es la predicación preparada para el 5 de febrero
de 2012,
Domingo
V del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico B:
1. SEGÚN
LA PUBLICIDAD, EL MODELO A SEGUIR
SIEMPRE ES LA JUVENTUD... Todas las propagandas parecen estar hechas
para personas jóvenes y bien parecidas, que parecen felices estando sin
mucho que hacer. En las Revistas y en los afiches de la calle, si se
quiere vender un
celular, la propaganda no habla mucho de los detalles técnicos del
mismo sino que prefiere extenderse por ejemplo en la atracción visual
de un hombre
joven en la playa, que disfruta por haberlo adquirido...
Si se
quiere hacer propaganda de un
supermercado puede suceder que en vez de detallar los productos que
pueden encontrarse
en él se ponga el acento en la comodidad que aporta a una posible joven
compradora. Ella puede quedarse en su casa esperando que le lleguen a
su domicilio las compras que ha hecho por vía telefónica. De la misma
manera, las personas que aparecen en la mayor parte de las propagandas
son siempre jóvenes, bien parecidas, aparentemente sin más
preocupaciones que disfrutar de lo que han adquirido...
En realidad, la juventud es un período muy breve, que se acaba con el
transcurso del tiempo. Aunque se la presente como la edad ideal, la
juventud es sólo una etapa de la vida, que va mucho más allá de ella.
Ya decía Séneca que nos lleva toda una vida aprender a vivir, y cuando
finalmente parece que hemos aprendido, se nos termina la vida.
Se podría decir, con un refrán cargado de sentido
paradójico, que "la juventud es un defecto que se va corrigiendo con el
tiempo, y la ancianidad es una virtud que se adquiere con los años" (no
bastan los años, ya que para que la ancianidad sea una virtud debe ir
cargándose con la sabiduría que dan los años, pero sin los años no
puede adquirirse). Para aprender a vivir, hace falta la sabiduría que
se puede adquirir con los años, haciendo de la ancianidad una virtud...
No conviene, entonces, quedarse pegados al espejo de la
juventud,
entristeciéndonos porque a medida que pasa el tiempo se nos hace más
difícil reconocernos en él. Necesitamos un modelo que nos sirva hoy, y
también mañana. En realidad, necesitamos un modelo que nos sirva para
toda la vida, que siempre podamos seguir. Y ese modelo es Jesús. Hoy
San Marcos nos presenta en su Evangelio un día entero de la vida de
Jesús, que nos sirve de modelo para toda nuestra vida...
2. JESÚS
ES EL VERDADERO
MODELO: ORACIÓN Y CARIDAD, CON HECHOS Y PALABRAS... En primer lugar,
San Marcos nos dice que Jesús, a la mañana, antes del amanecer, se
tomaba un tiempo en silencio y soledad, para el encuentro con su (y
nuestro) Padre en la oración. De esta manera, el comienzo del día
siempre lo encontraba en diálogo con su Padre...
Es posible que a la primera hora del día, a la madrugada, para
alguno de nosotros sea muy difícil estar suficientemente lúcido
como para dedicarse a rezar. Pero no hay que olvidarse que la oración
es la respiración del espíritu, es el encuentro con Dios en el que
aprendemos, más que con nadie, qué hacer de nuestra vida. Y así como no
es posible vivir sin respirar, nuestro espíritu no tiene vida sin la
oración. Tengamos siempre presente que la vida es un don que hemos
recibido de Dios, que incluye la tarea de hacerla fructificar, con
frutos de eternidad. En eso consiste precisamente la misión o, dicho de
otro modo, la vocación que cada uno de nosotros recibimos de
Dios...
San
Marcos nos muestra también a Jesús al
atardecer, después de la caída del sol, recibiendo con paciencia a
los enfermos que le acercaban y ocupándose de ellos con amor,
curando a muchos. Vale la pena tener en cuenta que Jesús no curó a
todos los enfermos, pero siempre y con todos manifestó su amor
salvador. Vale la pena también tener en cuenta que Jesús curó a la
suegra de Pedro. ¿Será ése el detalle que San Marcos nos quiere
destacar, mostrando la fineza exquisita del amor de Jesús, o será más
bien que pretende mostrarnos la inmediata respuesta de la suegra de
Pedro que, sabiéndose servida por el amor de Jesús, ella misma se puso
a servirlos con amor?...
Finalmente, San Marcos
también nos muestra a
Jesús encendido por su afán de predicar en todas las ciudades. Aunque
todos lo buscaban, Jesús le hace ver a sus discípulos que no pueden
quedarse
quietos, no pueden conformarse con sentarse a recibir, porque su
misión, a la que se entrega con integridad y fidelidad, está dirigida
en favor de todos, y a todos debe llegar no sólo con sus hechos, sino
también con sus palabras. El Concilio Vaticano II nos muestra cómo no
bastan las obras de Jesús, como tampoco bastan sólo sus palabras, ya
que Dios ha querido servirse de unas y de otras para realizar nuestra
salvación. Nos dice que "
las
obras
realizadas por Dios en la historia de
la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos
significados por
las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y
esclarecen el
misterio contenido en ellas" (
Dei
Verbum, n. 2)...
La oración de Jesús, su servicio en el amor y su dedicación a la
predicación, prácticamente nos dan un programa de vida, para cada uno
de nosotros, aplicable a cada día de nuestra vida: oración y caridad en
todo lo que hacemos y decimos, cumpliendo nuestra misión...
3.
TENEMOS QUE REZAR Y SERVIR
TODOS LOS DÍAS, PARA VIVIR A FONDO EL SENTIDO DE LA VIDA...Aprendiendo
de Jesús, entonces, que es nuestro modelo a seguir, tendremos
que
poner en el primer lugar de nuestra vida la oración. La necesitamos
como el oxígeno, ya que la oración nos permite mantener siempre atenta
y actualizada, en nuestro encuentro con Dios, la conciencia de la
vocación a la que somos llamados...
Pero con
la misma urgencia que nos tenemos que ocupar de la oración,
será necesario que, encendidos en la caridad, a la que el Papa
Benedicto XVI dedicó en su primera Encíclica
(Deus
Caritas est),
nos ocupemos de servir a los demás. Deberá ser una caridad que se pone
de manifiesto con hechos y con palabras, mientras nos ocupamos de la
misión que hemos recibido como don y como tarea para nuestra vida. Sin
duda, una dimensión muy especial de la caridad es el servicio a los
enfermos y los ancianos. El mismo Jesús nos lo mostró. Pero del mismo
modo, podemos decir, cada uno de nosotros tiene un servicio para
realizar a los demás, y en eso consiste nuestra propia y personal
vocación. Como San
Pablo, por otra parte, nuestro
servicio no consistirá sólo en hechos, sino también en palabras, con
las que podremos anunciar a Jesús, modelo de nuestro servicio y nuestra
oración...
Siguiendo
a Jesús en la oración y en el
servicio del amor como modelo para cada día de nuestra vida, podemos
hacernos verdaderamente humanos. A veces, acostumbrados al ambiguo
refrán que nos dice que "errar es humano", podemos creer que el error
es parte de nuestra humanidad, y que si Jesús hizo todo bien es porque
es Dios, y está muy por encima de lo que nosotros podemos lograr. Sin
embargo, vale la pena invertir la imagen. Jesús, naciendo en Belén,
asumió nuestra condición humana, y Él es el único plenamente humano.
Nosotros, heridos por el pecado, no hemos alcanzado todavía plenamente
nuestra condición humana. Y para hacerlo, es necesario seguirlo a Jesús
por el camino de la oración y el servicio en el amor...
A veces parece que vivimos como si esta vida en la que
estamos
fuera a durar para siempre. En realidad, sabemos que es provisoria,
aunque a veces la tomemos como si fuera definitiva. Es sólo el camino
por el que Dios nos invita a alcanzar el encuentro definitivo con Él,
nuestro Padre, en su Casa, el Cielo. Por eso, mientras vamos
de
camino, hace falta elegir bien lo que hacemos, siguiendo a
Jesús,
modelo de oración y servicio, para alcanzar el sentido profundo de
nuestra vida....