Esta fue mi predicación de hoy, 29 de enero de
2012, Domingo IV
del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico B, en Roma, Italia, para
los laicos del grupo de la Facultad de Derecho Canónico de la UCA
que hace su visita académica a la Curia Romana:
I.-
Vídeo,
en Youtube
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. HAY PERSONAS
QUE
CON SU SOLA PRESENCIA IMPONEN
UN RESPETO MUY ESPECIAL...
Todos hemos conocido alguna persona que con su sola presencia,
eran o
es capaz de dejar una
huella indeleble en todos los que entran en contacto con ella;
quizás
haya sido un abuelo o una abuela, o los propios padres, o un tío o
tía,
o algún otro pariente más o menos cercano. Estos días, mientras
recorremos las diversas oficinas de la Curia Romana que ayudan al
Papa a ejercer su ministerio sobre la Iglesia Universal, iremos
conociendo personas como el subsecretario de la Congregación para
los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica
que nos dejarán profundamente impactados no sólo por su
conocimiento y claridad, si sobre todo por su bonhomía, propia de
las personas de una fe vivida...
Así era también
el Beato Juan
Pablo
II, que fue visto e incluso saludado personalmente por tantos
millones
de personas a lo largo de sus casi veintisiete años y medio de
pontificado, en todas las cuales dejó un recuerdo imborrable.
Señoras
mayores, jóvenes sacerdotes que estudiábamos en Roma, todos nos
abalanzábamos sobre él cuando teníamos la oportunidad de
encontrarlo
para poder saludarlos, y esto desde los primeros años de su
pontificado...
Otras personas tienen
personalidades mucho más "silenciosas", tranquilas, e irradian su
bondad no tanto desde una personalidad que impacta a primera
vista,
sino desde su serena bondad o desde la claridad de su mente. Así
es
nuestro Papa actual, Benedicto XVI. Es una persona mucho más
tímida que
su predecesor, lúcida y muy inteligente, con una bondad visible a
todas
luces en su modo de pensar, de hablar, de actuar y de escribir...
De todos modos, uno y otro Papa llegaron a ser llamados por Dios
para
la misión que Dios puso sobre sus hombros porque un día se
encontraron
con Alguien cuya "personalidad" en el sentido humano del término
los
impactó tan plenamente, que se supieron llamados para siempre por
Él,
Alguien que no habla como los demás sino que lo hace como quien
realmente tiene autoridad; así lo percibían también quienes lo
veían y
lo oían en su tierra y en su tiempo, y que lo distinguían por eso
de
todos los demás, de su tiempo y de los tiempos anteriores, porque
no
era un "maestro" más entre otros, sino Alguien distinto, que
impactaba
también de una manera totalmente distinta. Si ellos llegaron a
recibir
la misión que recibieron, de ejercer el servicio pastoral y la
autoridad suprema en la Iglesia, fue porque respondieron con
fidelidad
al llamado de Dios...
2. TODA
AUTORIDAD
PROVIENE DE DIOS, "EL
AUTOR", QUE TODO LO HACE POR
AMOR... Benedicto XVI, como su predecesor el Beato Juan Pablo II,
descubrió el
corazón del Evangelio en el amor, y respondió con fidelidad a su
llamado. Sabe mucho, y para lograrlo ha estudiado mucho, pero no
es
saber sino experimentar el Amor de Dios lo que le permitió a Él y
puede
permitirnos a nosotros reconocer la autoridad de Dios en nuestras
vidas. el Papa desde muy pequeño descubrió que él, como todos los
hombres y mujeres de todos los tiempos, provenía del Amor de
Dios, el Autor de su vida, y que había sido hecho para el amor.
Por eso
dejó de lado todo lo secundario (riquezas, honores,
veleidades), y se propuso vivir comprometido con el Evangelio, de
la
manera más sencilla e integral posible, en el amor...
En su
primera Encíclica
titulada
Dios
es
amor, dada a
conocer el 25 de enero de 2006, Benedicto
XVI nos llamaba a todos a hacer el
mismo camino. Pretendía en esa Encíclica darnos no sólo la imagen
cristiana de
Dios, sino también la consiguiente imagen del hombre y su camino,
nos
decía ya desde la introducción. Dios es en su naturaleza más
íntima el Amor mismo, nos ha hecho por amor y nos ha hecho para el
amor. De allí que, nos decía el Papa, no pueda pensarse que se
comienza
a ser cristiano por una decisión ética ("voy a ser bueno"), o por
una
gran idea ("voy a creer verdades"), sino por el encuentro con una
Persona, Jesús, que da un nuevo horizonte a la vida, una
orientación
decisiva que nos cambia para siempre el rumbo...
La
primera Encíclica de
Benedicto XVI tiene dos partes. En la primera nos habla del amor
de
Dios, del cual el
mismo Dios nos colma, por medio de la Cruz y la Resurrección de
Jesús.
El Papa pone en evidencia que Dios "nos amó primero". Antes que
nosotros fuéramos capaces de nada, ni siquiera de la existencia,
Dios
nos ha precedido con su amor, y nos precede siempre. Por eso
podemos
estar seguros que Dios tiene una autoridad que nadie puede tener.
Los
que oían a Jesús se quedaban impresionados porque antes a nadie
había
oído hablar con esa autoridad. Es que nadie podía hablarles con la
Autoridad propia del Autor de la Vida, si no era el mismo Dios...
3.
EL AMOR AL PRÓJIMO
ABARCA TODOS LOS
ÁMBITOS DE NUESTRA VIDA, Y SE REALIZA CADA DÍA... En
la segunda parte de su Encíclica el Papa nos habla de nuestro amor
como
respuesta al amor de Dios. Podemos y debemos amar, a Dios y a
nuestros
hermanos, porque no hay otro modo de responder al amor que
recibimos,
que pueda colmar nuestra realización personal. Amando a Dios, que
nos
ama, vamos coincidiendo en nuestro querer con la voluntad y el
querer
de Dios. Y así en Dios, y con Dios, voy queriendo a todos los que
Dios
quiere, aprendiendo a las otras personas ya no sólo con mis ojos y
sentimientos, sino con los ojos y los sentimientos de Jesús. De
esta
manera, progresivamente, voy haciendo posible que nadie quede
fuera de
mi amor (cf.
ns.
17-18
de la Encíclica)...
Nuestro amor al
prójimo no es mera "filantropía". No es sólo una empresa humana.
Nuestro amor al prójimo hunde sus raíces en el amor con el que
Dios
mismo nos ha amado. Es un amor que responde, es un amor de
gratitud
ante tanto amor con el que Dios nos ha tratado. Por eso es que la
caridad no es sólo un compromiso personal con el prójimo, sino
también
un compromiso eclesial, nos dice Benedicto XVI (cf.
ns.
20-24
de la Encíclica)...
Cuando el Papa
toma decisiones, y también cuando lo hace a través de sus
colaboradores en la Curia Romana, que en estos días estamos
visitando, no lo hace con especulaciones
"políticas" ni de ningún otro tipo, sino ejerciendo paternalmente
su
amor pastoral. La tarea del
amor
involucra
toda la vida de cada uno de los fieles, es decir, de cada uno de
nosotros. Por eso Benedicto XVI en la segunda parte de su
Encíclica
nos
muestra cómo los diversos ámbitos de nuestra vida se ven
comprometidos
por
el amor...
En todo caso, a nosotros, cristianos, las palabras del Papa en su
Encíclica
programática nos
recuerdan el núcleo central de la vida cristiana. Cada uno sabrá
cuál
es el ámbito
en el que se mueve, y dónde deberá responder al llamado de Dios,
pero a
todos, sin excepción, nos tocará crecer en la respuesta al amor
que
recibimos de Dios. Muchos santos que el Papa cita en la Conclusión
de
su
Encíclica
podrán ayudarnos con su ejemplo en este camino que se recorre y se
realiza cada día. Se trata de vivir diariamente nuestro encuentro
con Jesús, para que de allí nazca la respuesta a la vocación que
todos tenemos: servir en el amor, llamados para eso por el Amor de
Dios...