Esta fue mi predicación de hoy, 4 de marzo de 2012,
Domingo II
de Cuaresma del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar Marín:
I.- Vídeo,
en
Youtube y
en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1.
POR MUCHO QUE SE HAYA ANDADO, EL CAMINO QUE FALTA SIEMPRE ESTÁ POR
DELANTE... Ayer hemos celebrado los 100 años de la Hermanita
Augusta. Es una largo camino desde su ciudad natal, Tibaná, en
Boyacá, Colombia, hasta aquí. Ha andado mucho. Parte de ese camino
hemos reconocido ayer durante la celebración hecha en el Hogar.
Muchos lugares, muchas personas, muchos acontecimientos, han
pasado en todo este tiempo...
Muchas cosas han
cambiado también a lo largo de este tiempo. Cuando la Hermanita
Augusta nacía, ya las Hermanitas vivían de la Colecta, y de ese
modo sostenían sus Hogares. Pero no se hacían en los furgones que
hoy existen, sino en estos carros tirados por caballos, como el
que se usaba en el Hogar que las Hermanitas tenían en La Plata.
Como éstas, muchas cosas han cambiado y la Hermanita Augusta
podría hablarnos por largo tiempo de la docilidad con la que hay
que ir adaptándose para ir adelante. Sin embargo algunas cosas no
han cambiado. Ayer, como hoy, el camino que falta siempre está por
delante, nunca se vuelve atrás...
Lo mismo debe
pensar en estos momentos Madre Ana María Monserrat y su Asistente,
la Hermanita María de la Luz. Después de ocho años la primera, y
después de tres años la segunda, les llega un cambio de destino,
para que sigan realizando su vocación y su misión en otros lugares
y con otras tareas que le encarga la Congregación de las
Hermanitas. Si miraran para atrás, seguramente les costaría mucho
más dejar atrás lo que estos últimos años de su vida religiosa han
tenido como encargo y como tarea. Pero con la íntima satisfacción
de haber hecho todo lo que estaba en sus manos para servir del
mejor modo a Dios y a los residentes de todas las casas de la
Provincia de las Hermanitas, desde la más antigua hasta la más
reciente, en Tacna, Perú, saben que el camino que les falta está
por delante, y así se disponen con generosidad a seguir fielmente
su entrega en la vocación que el Señor les regaló...
Cuando se trata de la vida Dios nos pide, como a Abraham,
que estemos dispuestos a entregarlo todo, para colmarnos de
bendiciones. La fe nos hace caminar de la mano de Dios. Y si,
como dice San Pablo, Dios está con nosotros, ¿quién estará
contra nosotros? ¿Quién podrá más que Dios? Por lo tanto, aunque
pueda parecer mucho el sacrificio que se nos pide, aunque pueda
parecer muy difícil el camino, no hay que quedarse mirando
atrás, sino que hay que mirar hacia adelante. Somos peregrinos,
en marcha hacia la Casa paterna, hacia el Cielo, y hay que fijar
la mirada en la meta, para caminar más tranquilos. Por eso hoy
Jesús quiere enseñarnos a hacerlo...
2. CUANDO ESTÁ CERCA LA
CRUZ, DIOS NOS HACE MIRAR HACIA ADELANTE Y ESCUCHAR A JESÚS... Eso
hace Jesús con los Apóstoles Pedro Santiago y Juan, inmediatamente
después de haberles anunciado que su camino pasaría por la Cruz.
Ante su desaliento, y para animarlos, aparece ante ellos
transfigurado, con el rostro resplandeciente como el sol y las
vestiduras tan blancas como nadie en el mundo podría
blanquearlas,
mostrándoles anticipadamente el final que alcanzaría con la
resurrección. Nosotros también estamos hechos para la gloria y
para la resurrección. A su lado están Moisés y Elías, que
representan la Ley y los Profetas, es decir, toda la Palabra de
Dios. Dios Padre nos habla con claridad, y nos dice a todos, como
a estos Apóstoles en el Monte Tabor: «Este es mi Hijo muy querido,
escúchenlo»...
Puede ser que nos
preguntemos dónde habla hoy Jesús, dónde es posible escucharlo.
Conviene tener presente que su Palabra está siempre viva en la
Iglesia, donde se conserva y se pronuncia de manera actualizada,
bajo la guía del Papa y los Obispos, los custodios y predicadores
que Jesús mismo eligió para su Palabra. Cuando dejamos que esta
Palabra vaya formando
nuestra conciencia, ella
misma será
una especie de «repetidora», instalada dentro de nosotros, de la
voz misma de Dios. Pero por sí sola ella no basta. Es fácil
hacerle decir lo que nos gusta escuchar. Por ello necesita ser
guiada y sostenida por el Evangelio y por la enseñanza de la
Iglesia...
Para escuchar a
Jesús ciertamente no sirve acudir a los magos y adivinos de
nuestro tiempo o a los horóscopos. Cuando Dios nos dijo de Jesús
«¡Escúchenlo!», dejó en claro que hay un solo mediador entre Dios
y los hombres; ya no tenemos que andar «a tientas», para conocer
la voluntad divina, en Cristo tenemos toda respuesta. Para las
personas maduras con un mínimo de capacidad crítica o de ironía,
el horóscopo no es más que una inocua tomadura de pelo, una
especie de juego y de pasatiempo. Pero hay que tener cuidado de no
imaginarse que el éxito en la vida no depende del esfuerzo, de la
aplicación en el estudio y la constancia en el trabajo, sino de
factores externos, imponderables; si nosotros no tuviéramos
responsabilidad en el bien y en el mal, y estuviéramos a merced de
las «estrellas»...
No hace falta andar buscando cosas nuevas" que Dios no haya dicho
hasta ahora. Como dice san Juan de la Cruz, desde que en el Tabor
Dios Padre dijo de Jesús: «¡Escúchenlo!», Él se hizo, en cierto
sentido, mudo. Ha dicho todo; no tiene cosas nuevas que revelar.
Quien le pide nuevas revelaciones, o respuestas, le ofende, como
si no se hubiera explicado claramente todavía. Dios sigue diciendo
a todos la misma palabra: «¡Escúchenlo a Él!, lean el Evangelio:
ahí encontrarán ni más ni menos que lo que buscan»...
3. PARA NO
TROPEZAR EN EL CAMINO, HAY QUE MIRAR HACIA LA META, ADELANTE... El
camino de la fe tiene sus piedras de tropiezo. Ya vimos el Domingo
pasado que aparecen bajo las formas de las tentaciones. No sirve,
entonces, caminar con la mirada fija en el piso, mirando sólo las
tentaciones, porque tarde o temprano caeríamos en ellas. Eso puede
servir para no llevarse por delante los escalones, y para no
caerse en los agujeros que a veces hay en las calles de nuestra
ciudad terrena, pero no sirve para el camino de la vida, para el
cual hace falta tener siempre a la vista la meta. Nos lo muestra
primeramente Jesús. El mismo tenía cada día su momento para la
oración, para el encuentro con su Padre, y así lo enseña a los
Apóstoles...
En este tiempo
de Cuaresma será especialmente importante poder encontrar el
tiempo que necesitamos para la oración. Este tiempo de Cuaresma lo
dedicamos a la preparación de la Pascua. Y para hacerlo
necesitamos realizar con confianza una revisión del camino de
nuestra vida, para poder cambiar todo lo que haya que cambiar, y
enderezar así la marcha hacia la meta a la que Dios nos llama a
través de la conversión. Lo realizamos todos los años, porque en
el camino de la vida no funciona el "piloto automático", y es
imprescindible recuperar el rumbo cada vez que lo perdemos. Y para
eso resulta de gran ayuda volver a dirigir nuestra mirada hacia la
meta. A través de momentos dedicados especialmente a la oración,
podremos fijar con firmeza nuestra mirada en el Cielo, ya que allí
está nuestra meta. Esto nos ayudará a recobrar el entusiasmo que
necesitamos para cargar con alegría la Cruz de cada día, que
inevitablemente se presenta en nuestra marcha hacia el Cielo, que
es ciertamente nuestra meta...