Esta fue mi predicación de hoy, 26 de febrero de
2012, Domingo
I de Cuaresma del Ciclo Litúrgico B, en la Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar Marín:
I.- Vídeo,
en
Youtube y
en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. LA
TENTACIÓN ES UNA COSA
COTIDIANA CUANDO SE VIVE ENTRE FIERAS... Jesús, después de su
Bautismo, fue llevado por el Espíritu al desierto. Allí vivía
entre fieras, nos relata el Evangelio de San Marcos, y fue
tentado...
También nosotros, aunque no estemos en el desierto, a veces parece
que viviéramos entre las fieras, es decir los muchos y variados
piratas de nuestro tiempo. Y en esas condiciones, nuestra vida
también está llena de tentaciones. Nos vamos acostumbrando a
vernos atacados o despojados, y tenemos la tentación de vivir con
los dientes afilados, listos para gruñir ante el primer peligro, a
la defensiva, e incluso, por las dudas, atacando, para no ser
sorprendidos...
Provoca
un enorme dolor tener delante de los ojos las imágenes de ese
trágico accidente del tren que no pudo frenar, con sus cincuenta y
un muertos y una enorme cantidad de heridos, y ver la que
discusión principal entre todos los que tienen algo que ver con lo
sucedido es sobre cómo sacarse la culpa de encima. Todos buscan
que sea otro el que tenga la culpa, y parecen decir "yo no fui",
como hizo Adán con Eva, como si con eso se resolvieran los dramas
de las familias desmembradas o golpeadas por lo sucedido...
Aunque
sabemos que Dios nos ha hecho para la paz, que es la suma de todo
bien, muchas veces, cuando las cosas nos superan, nos asalta la
tentación de querer poner las cosas en su lugar con un golpe sobre
la mesa, o dicho con palabras tomadas del terreno deportivo,
tenemos la tentación de "patear el tablero", como si éste fuera un
modo eficaz para solucionar las dificultades...
El camino de la salvación al que Dios nos llama pasa por la Cruz,
pero nosotros muchas veces tenemos la tentación de tomar sólo la
autopista de la satisfacción, incluso sin peaje. Por eso le
escapamos al camino arduo que lleva desde el mal hasta el bien, el
camino arduo que es necesario para construir efectivamente el
bien, y caemos fácilmente en la tentación del desaliento o la
pasividad...
Resumiendo, son muchas las tentaciones que tenemos. Podemos
describirlas como las fuerzas que nos inclinan hacia el mal o nos
quitan las fuerzas para luchar por el bien, tratando de desviarnos
de nuestra fidelidad a Dios. Por eso, conviene que tengamos en
cuenta que las tentaciones no vienen sólo desde afuera, de "las
fieras". Muchas veces vienen también desde adentro de cada una de
nosotros, ya que todos tenemos nuestro propio lado flaco, nuestra
propia inclinación al mal, como consecuencia de nuestras propias
imperfecciones, vicios o pecados. Es entonces por las heridas de
nuestra propia naturaleza por donde se nos cuelan las
tentaciones...
Jesús, con su experiencia en el desierto después de su Bautismo,
nos enseña a luchar contra las tentaciones:
2. LAS
TENTACIONES SE VENCEN
HACIÉNDOLE CASO A DIOS, SIEMPRE Y EN TODO... Jesús en el desierto
se ve puesto a prueba. Él sabe que ha venido para realizar los
planes de Dios para la salvación de todos los hombres, que su
camino estará lleno de vicisitudes, y que será necesario
indefectiblemente que pase por la Cruz, para llevarnos a la
Resurrección. Pero sabe también que no valen los atajos que se les
presentarán como tentaciones, ofreciéndole siempre un camino
alternativo, más fácil y más corto que el que Dios le presenta.
Pero Él es la Palabra de Dios hecha carne, y la fidelidad a sí
mismo y a su Padre lo llevará a rechazar cualquier camino
alternativo, para quedarse siempre con lo que Dios propone. Su
fidelidad reclama de Él confianza y paciencia...
Dios ha
pronunciado para
nosotros una Palabra clara a través de Jesús, Dios hecho hombre.
Él nos dice todo lo que nos hace falta para seguir con fidelidad
el camino que nos lleva a la salvación superando todas las
tentaciones que nos apartan de Dios y nos llevan al fracaso. Su
Palabra pone luz en nuestra vida señalándonos el camino de la
salvación...
El camino seguro siempre consistirá en buscar en la Palabra de
Dios cuál es su precisa voluntad para cada uno de nosotros en cada
circunstancia. Tendremos que buscar en su Palabra la luz que nos
hace falta en cada una de las situaciones en las que se nos
ofrecen dos caminos, para ver cuál es el que Dios nos propone, en
vez de confiar en nuestras solas fuerzas. Sólo ése es el camino
seguro que nos lleva a la Vida eterna...
A esta vida eterna fuimos llamados en el Bautismo. Igual que a
Jesús, a partir de ese momento se nos interponen las tentaciones,
queriendo desviarnos del camino. La diferencia es que nosotros
muchas veces caemos en ellas. Por eso, antes de celebrar
nuevamente con verdadero gozo la Resurrección de Jesús, anticipo
de la nuestra, en la próxima Pascua, necesitamos hacer un camino
de conversión al que hoy Jesús nos llama, en este primer Domingo
de Cuaresma...
3.
ORACIÓN Y
PENITENCIA: EL CAMINO DE LA CONVERSIÓN EN EL TIEMPO DE CUARESMA...
La conversión consiste en un camino de vuelta, de regreso a la
fidelidad, de retorno al camino que emprendimos con nuestro
Bautismo. si nuestros pecados y debilidades nos han llevado
barranca abajo, la conversión nos permite remontar lo que hemos
perdido, para reencontrarnos con Dios, a quien le hemos dado la
espalda...
Por eso lo
primero que
tendremos por delante será la oración, nos dice Benedicto XVI en
su
Mensaje
para
la Cuaresma de este año. Tendremos que rezar más y mejor,
porque la oración nos dará ese oxígeno espiritual que nos permita
respirar el Espíritu de Dios. Por supuesto que la oración no es
sólo para este tiempo de Cuaresma, pero ciertamente también en
este tiempo podremos intensificarla, de modo que lleguemos a la
Pascua bien conscientes de la necesidad que siempre tenemos de
Dios...
Pero también será necesaria nuestra caridad, que en su
Mensaje
para
la Cuaresma el Papa nos propone con palabras de la Carta a
los Hebreos como el desafío de "fijarnos los unos en los otros",
para estimular nuestra caridad y nuestras buenas obras (Hebreos
10, 24). Fijarse en el otro será mirarlo con amor y compasión.
Fijarse en el otro nos permite abrirnos mutuamente el corazón para
cobijarnos en el amor de Dios que cada uno tiene para darle a los
demás. Así la caridad, resumen de todo ayuno y toda limosna de
este tiempo de Cuaresma, será el camino por el que, abriéndonos a
Dios, nos permitirá ser serviciales para los demás. Veremos así
que abriendo el corazón a Dios se prepara bien la Pascua y se vive
bien este tiempo de Cuaresma...