Esta fue mi predicación de hoy, 1 de febrero de
2009,
Domingo
IV del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico B, en la Abadía
Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. HAY PERSONAS QUE
CON SU SOLA PRESENCIA IMPONEN
UN RESPETO MUY ESPECIAL...
Todos hemos conocido alguna persona que con su sola presencia, eran o
es capaz de dejar una
huella indeleble en todos los que entran en contacto con ella; quizás
haya sido un abuelo o una abuela, o los propios padres, o un tío o tía,
o algún otro pariente más o menos cercano. Me imagino que habrá sido
alguien así el General José de San Martín, conocido por su capacidad de
determinación que le permitió crear, con medios ciertamente escasos, un
ejército capaz de cruzar los Andes para emprender la increíble hazaña
de recorrer de sur a norte el continente americano luchando por la
independencia...
Así era también Juan
Pablo
II, que fue visto e incluso saludado personalmente por tantos millones
de personas a lo largo de sus casi veintisiete años y medio de
pontificado, en todas las cuales dejó un recuerdo imborrable. Señoras
mayores, jóvenes sacerdotes que estudiábamos en Roma, todos nos
abalanzábamos sobre él cuando teníamos la oportunidad de encontrarlo
para poder saludarlos, y esto desde los primeros años de su
pontificado...
Otras personas tienen
personalidades mucho más "silenciosas", tranquilas, e irradian su
bondad no tanto desde una personalidad que impacta a primera vista,
sino desde su serena bondad o desde la claridad de su mente. Así es
nuestro Papa actual, Benedicto XVI. Es una persona mucho más tímida que
su predecesor, lúcida y muy inteligente, con una bondad visible a todas
luces en su modo de pensar, de hablar, de actuar y de escribir...
De todos modos, uno y otro Papa llegaron a ser llamados por Dios para
la misión que Dios puso sobre sus hombros porque un día se encontraron
con Alguien cuya "personalidad" en el sentido humano del término los
impactó tan plenamente, que se supieron llamados para siempre por Él,
Alguien que no habla como los demás sino que lo hace como quien
realmente tiene autoridad; así lo percibían también quienes lo veían y
lo oían en su tierra y en su tiempo, y que lo distinguían por eso de
todos los demás, de su tiempo y de los tiempos anteriores, porque no
era un "maestro" más entre otros, sino Alguien distinto, que impactaba
también de una manera totalmente distinta. Si ellos llegaron a recibir
la misión que recibieron, de ejercer el servicio pastoral y la
autoridad suprema en la Iglesia, fue porque respondieron con fidelidad
al llamado de Dios...
2. TODA AUTORIDAD
PROVIENE DE DIOS, "EL
AUTOR", QUE TODO LO HACE POR
AMOR... Benedicto XVI, como su predecesor Juan Pablo II, descubrió el
corazón del Evangelio en el amor, y respondió con fidelidad a su
llamado. Sabe mucho, y para lograrlo ha estudiado mucho, pero no es
saber sino experimentar el Amor de Dios lo que le permitió a Él y puede
permitirnos a nosotros reconocer la autoridad de Dios en nuestras
vidas. el Papa desde muy pequeño descubrió que él, como todos los
hombres y mujeres de todos los tiempos, provenía del Amor de
Dios, el Autor de su vida, y que había sido hecho para el amor. Por eso
dejó de lado todo lo secundario (riquezas, honores,
veleidades), y se propuso vivir comprometido con el Evangelio, de la
manera más sencilla e integral posible, en el amor...
En su
primera Encíclica
titulada
Dios
es amor, dada a
conocer justo tres años y una semana, el 25 de enero de 2006, Benedicto
XVI, parece llamarnos a todos a hacer el
mismo camino. En ella pretende darnos no sólo la imagen cristiana de
Dios, sino también la consiguiente imagen del hombre y su camino, nos
dice en la introducción de la Encíclica. Dios es en su naturaleza más
íntima el Amor mismo, nos ha hecho por amor y nos ha hecho para el
amor. De allí que, nos dice el Papa, no pueda pensarse que se comienza
a ser cristiano por una decisión ética ("voy a ser bueno"), o por una
gran idea ("voy a creer verdades"), sino por el encuentro con una
Persona, Jesús, que da un nuevo horizonte a la vida, una orientación
decisiva que nos cambia para siempre el rumbo...
La
primera Encíclica de
Benedicto XVI tiene dos partes. En la primera nos habla del amor de
Dios, del cual el
mismo Dios nos colma, por medio de la Cruz y la Resurrección de Jesús.
El Papa pone en evidencia que Dios "nos amó primero". Antes que
nosotros fuéramos capaces de nada, ni siquiera de la existencia, Dios
nos ha precedido con su amor, y nos precede siempre. Por eso podemos
estar seguros que Dios tiene una autoridad que nadie puede tener. Los
que oían a Jesús se quedaban impresionados porque antes a nadie había
oído hablar con esa autoridad. Es que nadie podía hablarles con la
Autoridad propia del Autor de la Vida, si no era el mismo Dios. En
la segunda parte de su Encíclica el Papa nos habla de nuestro amor como
respuesta al amor de Dios. Podemos y debemos amar, a Dios y a nuestros
hermanos, porque no hay otro modo de responder al amor que recibimos,
que pueda colmar nuestra realización personal. Amando a Dios, que nos
ama, vamos coincidiendo en nuestro querer con la voluntad y el querer
de Dios. Y así en Dios, y con Dios, voy queriendo a todos los que Dios
quiere, aprendiendo a las otras personas ya no sólo con mis ojos y
sentimientos, sino con los ojos y los sentimientos de Jesús. De esta
manera, progresivamente, voy haciendo posible que nadie quede fuera de
mi amor (cf.
ns.
17-18 de la Encíclica)...
3. EL AMOR AL PRÓJIMO
ABARCA TODOS LOS
ÁMBITOS DE NUESTRA VIDA, Y SE REALIZA CADA DÍA... Nuestro amor al
prójimo no es mera "filantropía". No es sólo una empresa humana.
Nuestro amor al prójimo hunde sus raíces en el amor con el que Dios
mismo nos ha amado. Es un amor que responde, es un amor de gratitud
ante tanto amor con el que Dios nos ha tratado. Por eso es que la
caridad no es sólo un compromiso personal con el prójimo, sino también
un compromiso eclesial, nos dice Benedicto XVI (cf.
ns.
20-24 de la Encíclica)...
Cuando el Papa toma decisiones como las que ha tomado en estos días
absolviendo la excomunión que pesaba sobre los cuatro Obispos ordenados
ilegítimamente por Mons. Lefebvre no hay que ver allí especulaciones
"políticas" ni de ningún otro tipo, sino el ejercicio paternal de su
amor pastoral, como él mismo días después (cf.
Benedicto
XVI, Audiencia general, 28/01/2009; ver especialmente hacia
el
final del mensaje, el segundo de sus comunicados). La tarea del
amor
involucra
toda la vida de cada uno de los fieles, es decir, de cada uno de
nosotros. Por eso Benedicto XVI en la segunda parte de su
Encíclica
nos
muestra cómo los diversos ámbitos de nuestra vida se ven comprometidos
por
el amor...
Realmente sorprende
que los medios masivos de comunicación interpreten de tal modo las
cosas que se haya podido pensar que esta respuesta pastoral del Papa
ponía en duda
su
relación con el judaísmo. El mismo tuvo que aclararlo, con
información que los medios de comunicación tienen a su mano pero usan o
dejan de usar arbitrariamente (todo lo que dice el Papa está al alcance
de los que quieran verlo en la
página del Vaticano,
y
ahora también en imágenes en el
Canal Youtube del
Vaticano;
cf.
Benedicto
XVI, Audiencia general, 28/01/2009; hacia el final del
mensaje, el
tercero de sus comunicados)...
En todo caso, a nosotros, cristianos, las palabras del Papa en su
Encíclica
programática nos
recuerdan el núcleo central de la vida cristiana. Cada uno sabrá cuál
es el ámbito
en el que se mueve, y dónde deberá responder al llamado de Dios,
pero a
todos, sin excepción, nos tocará crecer en la respuesta al amor
que
recibimos de Dios, muchos santos que el Papa cita en la Conclusión de
su
Encíclica,
podrán ayudarnos en este camino que se recorre y se realiza cada día...