La enfermedad y el remedio...

Queridos amigos:
  
Esta fue mi predicación de hoy, 23 de agosto de 2009, Domingo XXI del Ciclo Litúrgico B, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

Zapatos1. CUANDO ALGO ESTÁ MAL EN NUESTROS PIES, NOS APRIETAN Y NOS DUELEN LOS ZAPATOS...Y si nos duelen mucho puede ser que ni siquiera nos podamos poner los zapatos...

Pie rotoEn realidad, nunca son los zapatos los que "nos duelen", sino los pies. Y cuando nos duelen los pies, puede ser que por un "rato" se pueda zafar sacándose los zapatos y poniéndose unas pantuflas bien acolchadas. De todos modos, si los que están mal son los pies, no alcanza con reemplazar los zapatos por las pantuflas. Nos volverán a doler los pies cuando queramos caminar, con o sin pantuflas, con o sin zapatos. Pero como los pies no pueden sacarse con la facilidad con la que nos sacamos los zapatos, habrá que intentar arreglarlos en vez de sacarlos. Como dice el refrán, "hay que poner el remedio donde está la enfermedad". Por lo tanto, si nos duelen los pies, no hay que conformarse pensando que son duros los zapatos, cambiándolos por otros más blandos. Hay que llegar a un buen diagnóstico, y después disponerse a arreglarlos...

PobrezaPor esta razón, si hace ya tiempo nos duele la patria y nos escandaliza la pobreza que en ella no deja de azotar a muchos hermanos, no alcanza con cambiar o dejar de mirar las estadísticas. Pobreza significa hoy en nuestra patria muchos hermanos nuestros a los que no les llega el alimento necesario al plato, o que directamente ni siquiera les llega le plato. Ante esta cruda realidad las palabras deberían ceder paso a los hechos, con urgencia llegar a un buen diagnóstico, y después disponerse a arreglar todos los problemas que nos hemos creado...

A los discípulos y a los Apóstoles, como también a nosotros, Jesús nos dice palabras que a veces resultan duras y nos incomodan. Muchos quisieron abandonarlo a Jesús cuando sus palabras les resultaron duras, y de hecho lo hicieron. A la cultura de nuestro tiempo se le han hecho difíciles las palabras a favor de la vida. Por eso, lejos de abandonarlas, es más urgente que nunca pronunciarlas...

Bebe2. SON DURAS LAS PALABRAS DE JESÚS, PERO SON LAS ÚNICAS CON ESPÍRITU Y VIDA... Jesús no se anda con vueltas. Sabe lo que dice, y cómo y cuánto pueden incomodarnos sus palabras. No porque no sean las que necesitamos, sino porque nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestro modo de vivir se ha ido deformando. Por eso nos dice, como les dijo a los Apóstoles cuando les resultaron duras sus palabras, que tengamos en cuenta que son las únicas con Espíritu y Vida. Así podremos evitar remedios.  Y esto se aplica a todas las palabras de Jesús. No sólo las que venimos proclamando y explicando en los últimos domingos, del llamado Discurso del Pan de Vida, con las que nos dijo que Él es alimento verdadero, que da la Vida eterna, sino a todas sus palabras. También las que se refieren al valor y al cuidado de la vida...

Manos abiertasDecía el Card. Bergoglio en la fiesta de San Cayetano el pasado 7 de agosto: "Cuando nos animamos a mirar bien a fondo el rostro de los que sufren se produce un milagro: aparece el Rostro de Jesús. Por eso les digo: ¡No tengan miedo de mirar los ojos de los que sufren!, verán el Rostro de Jesús y Él les transmitirá su fuerza y su paz, los confortará a ustedes al mismo tiempo que ustedes confortan a los demás; pero los rostros hay que verlos de cerca, estando con los otros" (Mt 25, 40)"...

FamiliaTambién son duras hoy las palabras de Jesús sobre el matrimonio, del que Él ha hecho para los bautizados en un Sacramento, un signo eficaz de su amor y de su gracia. Pueden resultar duras estas palabras en tiempos como los nuestros, en los que a "cualquier cosa" se le llama unión, aunque no tenga nada que ver con la naturaleza humana y deba ser llamado, entonces, no sólo antinatural, sino dañoso para la persona humana. Pueden resultar duras en este tiempo cuando aparecen las dificultades en la vida matrimonial: enseguida se olvida que al momento de casarse se ha tomado la decisión de darse y entregarse del todo, dejando padre y madre para unirse de tal manera que ya se es con el otro una sola carne (esto no se refiere sólo y principalmente a la unión física y sexual sino que es una expresión bíblica que significa ser "una unidad indestructible"). Pueden resultar duras para quien piense que no es posible decir de una vez para siempre. Nos gusta imaginar la familia como un ámbito de felicidad en el que se custodia y se ayuda a crecer la vida, don de Dios, y está bien que la concibamos así. Pero eso requiere confianza en la Palabra de Dios, y compromiso para vivirla y aplicarla. Apoyados en Jesús, sabemos que sus palabras sobre el matrimonio son las únicas con Espíritu y Vida para los cónyuges y a para sus hijos. Por eso, aunque pueda parecer más fácil "acomodarse" a las costumbres de este tiempo, y querer que la Iglesia admita el divorcio (es decir, la solución fácil para los problemas del matrimonio de hoy, "sacarse los zapatos y ponerse las pantuflas", en vez de ir a la raíz de los males), Jesús nos llama a seguir confiando en sus palabras, que "ponen el remedio donde está la enfermedad", y le aportan Espíritu y Vida al matrimonio para vivirlo en toda su integridad...

Jesús3. ¿A QUIÉN VAMOS A IR? JESÚS TIENE PALABRAS DE VIDA ETERNA... Jesús sabía que no todos iban a estar dispuestos a seguir adelante, con las palabras que les decía. Sabía también quiénes lo iban a traicionar. Pero no obligó a nadie a quedarse a su lado. Optar por Jesús requiere siempre una entera y plena libertad. Sólo así se pueden seguir con entusiasmo sus palabras...

AsombroLo mismo sucede con el compromiso al que Jesús nos llama, haciéndonos descubrir su presencia entre los pobres y los que sufren. Hace falta encontrar levantar la mirada para el remedio en el amor, de modo tal que con todo nuestro modo de ser y de vivir, toda nuestras capacidades y todo nuestro compromiso, recuperen los pobres el sentido de su dignidad y nosotros sepamos hacer con perseverancia y responsabilidad todo lo que nos corresponde, defendiendo ladignidad de todos sin distinciones y rescatándola cada vez que sea necesario del olvido y la miseria a la que se la relega, entre otras formas con el escándalo y el flagelo de la pobreza y de la miseria...

Alegría de los ancianosHace falta recuperar el asombro ante el Rostro de Jesús en los pobres, hace falta abrir los ojos, levantar la mirada y dirigirla hacia nuestro Padre, que nos llama a hacer de nuestro camino en la tierra una marcha hacia el Cielo, llamados a cuidar de todos nuestros hermanos, especialmente de los más débiles. Preservando a nuestra sociedad del flagelo de l pobreza y cuidando de nuestros ancianos con el amor que nos enseñan las Hermanitas de los Pobres...

Cada vez que nos duelan, entonces, las palabras de Jesús, las del amor y las del perdón, las del matrimonio y las de la Cruz, sobre la pobreza y sobre la Vida, nos hará bien recordar la respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús, que Él mismo nos dirige a cada uno de nosotros: «¿También ustedes quieren irse?». No sirve una respuesta cualquiera, para salir del paso. La pregunta es trascendente, si tenemos en cuenta que Jesús, por el Bautismo, nos ha invitado a su casa, nos ha llamado al Cielo. Si lo tenemos en cuenta, sabremos a dónde ir y qué responder, no lo vamos a dudar ni un solo instante: sólo Él tiene palabras de Vida eterna. Y en lo que hace al compromiso para acabar con el escándalo de la pobreza, sabremos recibir con buena voluntad las palabras con las que hoy no dejan de despertarnos el Papa y los Obispos...


Lecturas bíblicas del Domingo XXI del Tiempo Ordinario del Ciclo B:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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