Una sonrisa...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 31 de mayo de 2009, Domingo de Pentecostés del Ciclo Litúrgico B, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

Góndola1. LAS ALEGRÍAS QUE HOY SE OFRECEN SON SUPERFICIALES Y CASI TODAS COMERCIALES... Además, incluso las que no deberían serlo parece que se disfrazan de ese color. Cuando se acercan las ya próximas elecciones legislativas en Argentina, a realizarse el 28 de junio, lo que más conocemos de los candidatos es su presentación a través de propagandas televisivas que nos los muestran que candidatos que deberíamos preferir...

CandidatoPoco o nada sabemos de lo que piensan sobre los asuntos principales a resolver en nuestra patria, y de las leyes que se proponen propugnar en su gestión. Así se nos presentan más como destinatarios de nuestra elección, retocados en sus detalles para aparecer "más presentables", como productos ofrecidos en las góndolas de los supermercados, inflando sus virtudes y ocultando sus puntos débiles...

Mientras tanto, seguramente a todos nos sobran motivos para que nuestro ánimo esté abatido. No bastan para alegrarnos pequeñas distracciones, como un triunfo electoral, para cambiar el clima de descreimiento que nos envuelve. Es demasiado triste ver cómo los que deberían ocuparse del bien común, ya que para eso se proponen como candidatos, se debaten entre tormentas y luchas por el poder, de las que ya somos testigos al borde del hastío...

AbatimientoEs más fácil la tristeza, la desilusión y la desesperanza sobre todo si, frente a las circunstancias que nos rodean nos quedamos pasivamente tirados en un sillón, mirando cómo las cosas pasan, sin atinar a una respuesta con la que sumemos nuestra propio esfuerzo para darles una dirección. También los Apóstoles, después de la muerte de Jesús, se quedaron en el Cenáculo con las puertas cerradas por temor a los judíos, que los habían visto compartiendo con Él sus últimos días. En esas circunstancias se les apareció Jesús que una vez resucitado esperaba el momento oportuno para cambiarles el ánimo con sus apariciones, y confiarles una misión...

Sin embargo nosotros, como ellos, fuimos hechos para la alegría. Por eso no podemos quedarnos encerrados en la superficie, dejando que las cosas del momento sean las barreras que nos impidan llevar adelante la vocación que hemos recibido de Dios. Y así como los Apóstoles se abrieron a Dios el día de Pentecostés para recibir el Espíritu Santo que les cambiaría la vida, también hoy nosotros podemos dejarnos invadir por este don de Dios, que comenzamos a recibir el día de nuestro Bautismo...

Espíritu Santo2. EL ESPÍRITU SANTO NOS DA LA PAZ Y LA ALEGRÍA QUE VIENEN DE DIOS... Cuando se apareció a los Apóstoles, Jesús expresamente les entregó el don de la paz, e inmediatamente ellos se llenaron de alegría. Ambos dones provienen de Dios, y Jesús se los comparte dándoles el Espíritu Santo, que es Dios junto con el Padre y el Hijo (de eso nos hablará la celebración del próximo Domingo)...

El Espíritu Santo viene siempre con estos dones de la paz y la alegría, ya que nos garantiza que Dios está siempre "de nuestro lado". Jesús recorrió todo su camino, desde el Pesebre hasta la Cruz y la Resurrección, para nuestra salvación. El Espíritu Santo viene a hacernos partícipes de esta Vida que Jesús ha ganado para nosotros, y que venimos celebrando desde la Vigilia Pascual, representada en el Cirio Pascual, que hemos encendido sin interrupción en cada Misa a lo largo de estos cincuenta días. Pero el don de Dios trae, junto con la paz y la alegría, una misión y una tarea. Jesús les da el Espíritu Santo a los Apóstoles para que lleven la paz y el perdón a todos los rincones del mundo, es decir, les encarga la inmensa tarea de reconciliar el mundo, y todos sus habitantes, con Dios, a través del don del Espíritu Santo. Así nosotros, si nos damos cuenta que cada día al despertarnos podemos volver a constatar que Dios nos sonríe, tendremos finalmente que convencernos que nos toca cada día devolverle al menos algo de esa sonrisa...

PerdonarDios nos hace participar de la misión de la Iglesia. El, que puede hacer todo por su cuenta, quiere hacerlo con nosotros. Nos hizo semejantes a él, libres y artífices de nuestro destino, y nos dio parte en la misión eclesial. Para eso no da el Espíritu de Jesús, que animó a los Apóstoles y nos hace participar de la Vida de Jesús, regalada a cada uno de nosotros en el Bautismo. Por eso nosotros no tenemos que enojarnos con este mundo que nos toca vivir, que se ha querido alejar de Dios, sino que tenemos que abrirle confiados nuestros brazos, ofreciéndole el perdón que necesita...

Misión en el mundoSi quisiéramos saber con precisión cuál es el don que el Espíritu Santo nos tiene preparado especialmente para cada uno de nosotros en este día, bastaría que miráramos a nuestro alrededor. Conociendo lo que necesitan de nosotros los que nos rodean en cada lugar donde nos movemos, tendremos pistas claras del don que el Espíritu Santo nos está dando. Porque, como dice San Pablo, en cada uno el Espíritu Santo se manifiesta para el bien común. Podrá ser el don de la sabiduría, que nos permite gustar las cosas de Dios. O el don del entendimiento, para poder comprender los tristes de hoy. El don del consejo, para encontrar el modo de acercar a Dios al que se ha alejado. O el don de fortaleza, para soportar las amarguras de estos tiempos sin soltarnos de la mano de Dios. O el don de ciencia, para comprender los caminos que lleven este mundo nuevamente hacia Dios. O el don de piedad, que vuelva nuestros propios corazones más intensamente hacia Dios. O el don del temor de Dios, que consiste en el temor de soltarnos de su mano, o más claramente todavía, en el amor a Dios. Por esta razón, cada uno de nosotros podemos y debemos hacernos responsables de lo que el Espíritu Santo pone en nosotros para contribuir al bien común...

Espíritu Santo3. EL ESPÍRITU SANTO NOS LLAMA A DAR FRUTOS DE AMOR Y ALEGRÍA PARA EL BIEN COMÚN... El Espíritu Santo nos anima a todos y a cada uno, para hacer lo que nos toca, en la Iglesia y en el mundo, de manera que podamos aportar al bien común...

FlorPara llevar adelante esa misión, que nos permite encontrar el sentido profundo de la vida, dando frutos de amor y de alegría, contamos con el don del Espíritu Santo, que se manifiesta en cada uno de nosotros con lo que hace falta para el bien de todos. Esto también sucede en nuestra familia, en nuestro lugar de trabajo, en todos los ambientes en los que nos movemos, y también en la Argentina de hoy...

Dios pone su parte para que este mundo recupere la verdadera alegría. Reparte entre nosotros, y entre todos los hombres de buena voluntad, los dones del Espíritu Santo. Animados por el don de Dios, cada uno de nosotros puede empezar a hacer mejor, es más, puede empezar a realizar realmente bien lo que le toca, sin quedarse esperando que "las cosas cambien" por arte de magia o por lo que el Espíritu de Dios suscita en el corazón de algunos pocos "grandes héroes" que se decidan a vivir como santos en nuestro tiempo. A todos nos llega el don de Dios, y Él espera de todos nosotros los frutos del amor y la alegría con los que le devolvamos al menos algo de la sonrisa con la que Él vuelve a esperarnos en el comienzo de cada día...


Lecturas bíblicas de la Misa de Pentecostés del Ciclo B:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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