Esta fue mi predicación de hoy, 8 de diciembre de
2008,
Solemnidad de la Inmaculada Concepción,
en el Hogar
Marín:
1. ANTES QUE
SALGA EL SOL, LA
AURORA YA NOS DEJA VER LOS RAYOS DE SU LUZ... La celebración de hoy
está presente de modo muy especial en el corazón de muchos
creyentes. Hace tiempo era un día preferido para la celebración de las
primeras comuniones, y muchos recordarán hoy haberla hecho en esa
fecha [hoy, por ejemplo, hace 77 años que hizo su primera comunión el
Padre Luis Tridenti, que concelebra esta Eucaristía]. Para mí tiene
también siempre un recuerdo muy
particular, porque fue un 8 de diciembre, hace ya 30 años, que el
Obispo de San Isidro, a través de su Obispo auxiliar me proponía ser
ordenado sacerdote dos semanas después, el 23 de
diciembre, cosa que acepté inmediatamente eligiendo como lema de mi
ordenación la frase de María en el Evangelio de hoy: "Hágase en mí
según tu Palabra". El 8 de diciembre, entonces, lo asocio siempre con
la aurora, que precede con sus primeras luces al sol del día,
considerando que éste brilló de un modo especial ese día de mi
ordenación...
Todos
nosotros estamos hechos para la luz, que nos llega
de una manera tan contundente a través del sol. Por eso, creo yo, son
tan atractivas las primeras horas de la mañana, en las que la aurora,
antes aún de la salida del sol, nos deja ver los primeros rayos de su
luz. Ese anticipo parece darnos la tranquilidad de que, aunque haya
sido larga la noche, finamente vence el día y resplandece nuevamente la
luz. Aplicando esto de manera simbólica a la vida cotidiana, podemos
decir que,
cuanto más oscuro se hace el camino de la vida, tanto más añoramos una
luz que brille con claridad...
Todos sabemos que Jesús es la Luz resplandeciente que necesitamos
para acertar en el camino de la vida que puede llevarnos a Dios. En
este tiempo de Adviento estamos preparándonos una vez más para
recibirlo a Jesús en la Navidad como la Luz que disipa todas las
tinieblas. Pero Jesús, Dios hecho hombre, que quiso nacer,
vivir, morir y resucitar entre nosotros para salvarnos, siendo
la Luz
plena, quiso anticipar su presencia con una Aurora que nos anticipaba
el Sol naciente. Por eso quiso nacer de mujer y, siendo Dios, eligió
desde toda la eternidad a María para que fuera su
Madre, preservándola
de las huellas
que en todos nosotros ha dejado pecado
original, llamado así por ser el
pecado que cometieron los primeros hombres en el origen (de esto nos
habla la primera lectura bíblica de hoy)...
2. MARÍA FUE
INMACULADA DESDE EL PRIMER INSTANTE
DE SU CONCEPCIÓN... Quiere decir que María, porque así lo quiso y así
lo hizo Dios, fue preservada de la huella del pecado original, y nacida
sin pecado, de tal modo respondió siempre y en todo con fidelidad a
Dios, que conservó para siempre su integridad. Aunque desde siempre
esto formó parte de nuestra fe, y ya los Santos Padres en los primeros
siglos de la Iglesia se referían de una manera u otra a este misterio,
fue el 8 de diciembre de 1854, hace hoy 154 años, que el Papa Pío IX
proclamó de manera solemne y definitiva el Dogma de la Inmaculada
Concepción, afirmando: "La bienaventurada Virgen María fue preservada
inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su
concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en
atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano"....
Las Hermanitas de los
Pobres, en todo el mundo, eligen esta fecha
para renovar la consagración que de un día para siempre hicieron a
Dios, porque María les sirve de modelo y les muestra el camino para ser
fieles a Dios. En realidad, tanto para ellas como para cada uno de
nosotros nuestra principal consagración comenzó el día de nuestro
Bautismo, porque ese día fuimos tomados por el mismo Dios para hacernos
sagrados, constituyéndonos en sus hijos. Es esa misma consagración
bautismal la que las Hermanitas profundizan de una manera radical a
través de su consagración en la vida religiosa, llevándola hasta sus
últimas consecuencias. Por esa razón, también para todos nosotros el
especial camino de consagración que ellas han elegido se convierte en
un testimonio y un ejemplo vivo que nos ayuda a vivir nuestra propia
vocación bautismal, que es para todos una vocación a la santidad...
En primer lugar, ellas
eligieron de una vez para siempre, y hoy
renuevan de manera solemne, el
voto de pobreza, y
con eso nos
muestran que nada hay para ellas que pueda estar por encima de Dios;
con su voto de pobreza las Hermanitas nos muestran que por Dios vale la
pena dejarlo todo, y quien así lo hace en Dios lo encuentra todo. Ellas
eligieron también de una vez para siempre, y hoy renuevan de
manera solemne, el
voto de castidad, con
lo que nos
muestran que se entregan del todo y enteramente sólo a Dios, y que por
esta razón sólo a Dios le pertenecen; así nos ayudan a comprender que
para cada uno de nosotros
sólo Dios es Dios. Ellas
eligieron además de una vez para siempre, y hoy renuevan de manera
solemne, el
voto obediencia; esto les ayuda a poner
remedio a
la
soberbia, que tantas veces puede llevarnos a creer que siempre tenemos
razón; por el voto de obediencia las Hermanitas se deciden a obedecer a
Dios, aceptando que Él se les manifiesta también a través de la
autoridad de sus Superioras, y nos ayudan así a comprender el sentido
de
la autoridad, que sólo es legítima cuando tiene su fundamento en Dios;
eligiendo
la obediencia, las Hermanitas nos ayudan a que nosotros mismos estemos
siempre dispuestos a obedecer siempre y en
todo a Dios (ejemplo especial de pobreza, castidad y obediencia tienen
las Hermanitas en la Beata Juana Jugan, de la que el pasado
6 de diciembre el Papa
Benedicto
XVI ha autorizado el
decreto de constatación de un milagro sucedido por su intercesión,
que
abre las puertas para su canonización)...
Ellas
eligieron finalmente, y hoy renuevan también de
manera solemne, el voto
propio y característico de su Congregación, el
voto de
hospitalidad.
También es este caso, como en todos sus votos, las Hermanitas aprenden
de María. Ella, tal como nos lo dice San Agustín, aceptando el anuncio
del Ángel
engendró a Jesús en su seno porque primero le
había abierto su corazón, y lo había hospedado allí. Las Hermanitas,
siguiendo la inspiración de su fundadora, la Beata Juana Jugan, quieren
recibirlo a Jesús que
se acerca a ellas en cada uno de los ancianos pobres, a quienes acogen
como
residentes en sus Hogares, y en todos los huéspedes, voluntarios y
bienhechores que se acercan a sus Casas. Cuando renuevan hoy este voto
de hospitalidad, una vez más se muestran decididas a
recibirlo siempre y de la mejor manera a Jesús en su corazones y en sus
Casas, y por eso también a
estos enviados de Dios que son los ancianos que llegan a ellas; así nos
recuerdan cómo todos nosotros tenemos
la oportunidad de acoger a Dios, que viene a nosotros a través de cada
hermano que espera de nosotros un gesto de amor...
3.
ELEGIDOS POR DIOS, SÓLO FALTA LA RESPUESTA COTIDIANA DE NUESTRO AMOR...
María fue Inmaculada desde el primer instante de su concepción. Sin
embargo, su fidelidad no estuvo garantizada de
manera automática. Tampoco, entonces, puede estarlo en ninguno de
nosotros, ni en ninguna de las
Hermanitas de los Pobres que hoy renuevan su consagración. María tuvo
que responder con fidelidad cada día al don de
Dios con el que había sido especialmente bendecida, y lo hizo con
integridad y plenitud...
También nosotros, como
las Hermanitas, tenemos
que renovar cada día la fidelidad al don que hemos recibido. Por eso,
aunque ellas han hecho estos votos de una vez para siempre, en este día
vuelven a confirmar de manera solemne lo que eligieron de una vez para
siempre, así como también necesitan hacerlo cada día en
el silencio de la oración, para vivir con fidelidad su consagración a
Dios. De la misma manera, nosotros, que un día fuimos hechos "para
Dios" en nuestro Bautismo, y por eso fuimos consagrados, tenemos la
oportunidad y la necesidad de renovar cada día esta consagración, para
que con nuestra respuesta cotidiana de amor alcancemos la meta para la
que Dios nos ha hecho, y que María Inmaculada nos muestra con plenitud
desde el Cielo...
Como las Hermanitas de
los Pobres de todas las Casas que tienen en los
cinco continentes, también las de esta Casa en el Hogar Marín renovarán
hoy una vez más su
consagración. Ciertamente tienen ejemplos para seguir en las Hermanitas
mayores que han conocido durante todo el tiempo de su consagración;
aunque ellas no puedan tener el ritmo de actividad que tuvieron sus
años mozos, tienen para brindar el testimonio de la alegría en el
servicio, que no dejan de prestar en la medida en que sus limitaciones
se lo permiten. Pero especialmente lo tienen, porque son ejemplos
cercanos y bien visibles, en las Hermanitas mayores de casa Casa,
ejemplo claro y perseverante de una vida entregada a Dios. Con ellas,
también cada uno de nosotros podemos darnos
cuenta que hemos sido elegidos, como ellas, y como María, por el amor
de Dios. Sólo falta que cada día, con perseverancia, demos nuestra
respuesta,
también una respuesta de amor...