Esta fue mi predicación de hoy, 29 de marzo de
2009,
Domingo
V del Ciclo Litúrgico B, en la Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. LA
VIDA ES COMO UN ASCENSOR:
A VECES SE VA PARA ARRIBA, OTRAS VECES PARA ABAJO... Esto sucede no
sólo a los diversos equipos que participan en los campeonatos de los
diversos deportes con los que solemos distraernos un poco a la hora de
descanso. También en otros aspectos de la vida, se va para arriba y
para abajo...
Cuando se
crece en edad, por ejemplo, cosa que sucede de manera automática con el
paso de los días, los meses y los año, parece que simultáneamente se va
decreciendo en el nivel de la salud, que comienza a ser más escasa. Y
al mismo ritmo que con los años vamos creciendo en experiencia, que es
sin dudas un valor apreciable, parece que disminuyeran nuestras fuerzas
y nuestro dinamismo para aprovecharla. Digamos que esto parece
mostrarnos una evolución que no en todos los aspectos crece
linealmente...
La
evolución también puede caminar al revés, retrocediendo. La imagen nos
muestra un señor que en 1990 era flaco y tenía una televisión muy
voluminosa; unos años después, en 2008, quizás como efecto de pasar más
tiempo que el necesario ante la televisión, tiene ahora una mucho más
delgada pero él está mucho más ancho...
Las cosas, en todo caso, no son siempre tal como aparecen. Si
observamos bien, podemos descubrir que el
tiempo de la declinación de la salud puede ser también un tiempo muy
fecundo.
La vida puede en un momento parecer una declinación y estar al mismo
tiempo en su momento más fecundo, de frutos silenciosos. Por eso hoy la
Palabra de Jesús puede ayudarnos a descubrir en qué consiste
verdaderamente "subir" y "bajar" en la vida...
2. JESÚS
NOS MUESTRA EL CAMINO: A TRAVÉS DE
LA MUERTE SE LLEGA A LA PLENITUD DE LA VIDA... Pasa como con el grano
de trigo, con el que Jesús nos da hoy una imagen clara de lo que sucede
con la vida. El grano de trigo, hasta que no cae en tierra y muere, no
puede dar fruto, y lo mismo sucede con toda semilla que da origen a una
planta. De la misma manera, aunque nos parezca que el tiempo
de dar frutos en nuestra vida es el tiempo de nuestra mejor salud, el
tiempo de la juventud, el tiempo de la eficacia y la frescura, en
realidad sólo a través de la muerte es posible alcanzar la plenitud
para la que Dios nos ha hecho, que es la Vida eterna, el gran fruto que
Dios nos regala...
A veces nos resistimos a la muerte, como
también nos resistimos a la Cruz. Quizás sea porque nos parece que Dios
no nos puede haber hecho sólo para el sufrimiento. Si así fuera,
nuestra religión sería demasiado masoquista. Es posible también que a
veces nos parezca que Dios está ausente de este mundo en el que vemos
tantos sufrimientos y tantas muertes que parecen inútiles. Si pensamos
en las guerras, en las víctimas de la droga, en los que no llegan a
nacer porque el aborto se los impide, en los enfermos de SIDA, puede
llegar a parecernos que Dios se ha olvidado de nosotros, o de sus
promesas de Vida...
Sin
embargo, podemos estar seguros que Dios
no se ha olvidado de nada. Dios no quiere para nosotros la muerte, sino
la Vida. La Cruz de Jesús no nos habla sólo y principalmente del
sufrimiento. Jesús fue "levantado" en ella. Así como también nos tocará
a nosotros hacerlo, Él quiso ir "para arriba" por el camino de la Cruz
y gustando la
muerte. Jesús fue levantado y fue glorificado en la Cruz. Pasando por
la Cruz, haciendo escala pero sin quedarse en la muerte, Jesús llegó a
la resurrección, y con ella ganó también para nosotros la Vida después
de la muerte, la Vida que llega con la resurrección, la verdadera
Vida....
Dios ha hecho una Alianza con nosotros, la ha sellado en la
Cruz
al precio de la Sangre de Jesús, que fue elevado en ella para ganarnos
la Resurrección, y la ha inscripto
en nuestros corazones a través del Bautismo. Dios no rompe su Alianza,
es una decisión de la que no se arrepiente porque
Dios quiere verdaderamente que estemos donde Él está, es
decir, en la Casa del Padre, el Cielo, la Vida....
3. DE LA
MANO DE JESÚS, SIN
HUIR DEL SUFRIMIENTO, YA QUE BUSCAMOS LA VIDA MIREMOS PARA ARRIBA...
Nuestra fe no nos da sólo y simplemente un consuelo para que no
lleguemos con desesperación al momento de la muerte. Nuestra fe nos
exhorta a aspirar siempre a la verdadera Vida, y trabajar por ella...
A
nosotros no nos conforma, y no puede
conformarnos, sólo sufrir, y aguantar o soportar resignadamente el
sufrimiento, como si sólo lo hiciéramos porque no tenemos más remedio.
Nosotros miramos para arriba, como niños recién llamados a
una vida que todavía nos falta descubrir en toda su dimensión. También
nosotros nos movemos en esta tierra sin pasar el umbral de la
verdadera Vida, de la que Jesús no ha dejado de hablarnos, y de la que
nos ha dejado pequeños anticipos a través de los sacramentos, pero que
no hemos descubierto del todo. Y tenemos que hacerlo con
asombro, en
serio, porque le creemos a Jesús, y no nos achicamos cuando mirando
para arriba, nos encontramos con Jesús en la Cruz. Sabemos que Él,
desde allí, nos lleva a la Vida...
Con la mirada fija en el Cielo se puede encontrar la paz en medio de
los sufrimientos de toda la vida...