Esta fue mi predicación de hoy, 21 de diciembre de 2008,
Domingo
IV de Adviento del Ciclo Litúrgico B, en la Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. TODOS
HEMOS APRENDIDO EN NUESTRAS FAMILIAS
CÓMO CELEBRAR LA NAVIDAD... Por esta razón,
aunque en navidad hay algunas cosas que hacemos todos, hay otras que
son
costumbres propias de cada lugar, incluso propias de cada
familia. Todo eso lo hemos vivido desde pequeños, y nos ha quedado
grabado a fuego en el corazón (en mi caso personal quedaron para
siempre entre mis primeros recuerdos las Misas de Gallo en la Parroquia
de Coronel Suárez). Hay familias en las que varios cantan bien y
cultivan el gusto por esta capacidad; es
posible entonces que
exista la costumbre de unirse rezando en algún momento de la
Nochebuena, cantando algunos
Villancicos. En las familias
que
no tenemos este don del canto a lo mejor nos hemos limitado a un simple
bendición de la mesa familiar de ese día...
Es cierto que algunas
costumbres van cambiando en los últimos tiempos, y cada familia
va acomodándose a las propias a sus posibilidades. Aunque no suceda así
en
otros lugares del mundo, al menos en la Argentina ya es muy difícil
encontrar en las Parroquias la tradicional "Misa de
Gallo", que ha sido paulatinamente reemplazada por Misas celebradas un
poco más temprano. Cada familia tiene que hacer su opción:
la Misa del 24 a la noche o del 25, ya sea a la mañana o a la tarde.
También hay que elegir si primero se tiene la comida navideña y
después la entrega de los regalos, o al revés. Hay que tener en cuenta
si se celebrará con la familia entendida en un sentido
amplio (con primos, abuelos, los parientes de un lado o de otro, o un
año los de uno y otro año los de otro, o los dos), o sólo padres e
hijos. En fin, en cada
familia hay un modo de celebrar este fiesta especial...
En el
Hogar Marín todos aprendemos año tras año de las
Hermanitas de los Pobres el sentido de la fiesta, que ellas recibieron
de su fundadora, la Beata Juana Jugan. Ella tenía un gran sentido de la
vida como camino al Cielo,
la gran fiesta a la que Dios nos invita, y las Hermanitas nos enseñan
también cada año algo nuevo sobre la celebración de la fiesta de la
Navidad, sin la
cual no habría Cielo para nosotros. De todos modos, siempre podemos
aprender algo más, y a la hora de
aprender, seguro que es mejor acudir a quien más sabe, desde el
comienzo, de la Navidad. Por eso el cuarto Domingo de Adviento, el
último Domingo antes de la Navidad,
siempre nos presenta a María como la figura central, ya que de ella
es de quien mejor podemos aprender a celebrar la Navidad...
2. MARÍA NOS
ENSEÑA CÓMO RECIBIR A JESÚS, QUE YA VIENE: DISPUESTOS Y HUMILDES...
María
fue una mujer pobre, de verdad y de corazón, y por eso mismo sin
ataduras. Su pobreza le enseñó a estar siempre disponible para lo que
Dios le propusiera, y pronta para responderle con fidelidad. Así se
la vio cuando el Angel Gabriel le anunció el misterio
de Dios hecho
Hombre que quiso nacer de ella. Así también partió embarazada, con
José, sobre un burro, hacia Belén, donde nació Jesús en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en las casas y en los albergues. Y
nos enseña, entonces, a estar siempre dispuestos, para recibirlo a
Jesús siempre y del modo que Él quiera acercarse a nosotros...
Es verdad que se puede
estar disponibles también teniendo mucha plata,
pero sin
duda es más difícil, porque con el dinero surgen muchos compromisos y
muchos miedos que nos atan y nos quitan libertad. De todos modos,
está claro que para recibirlo a Jesús es necesario estar dispuestos,
con la libertad con la que nos enseña María a tener el corazón puesto
del todo en Dios...
María
fue también una mujer de
fe, con la que respondía a Dios. Porque era una mujer de fe, no
dudó ante el anuncio del
Angel. Preguntó cómo sucedería lo que Dios había dispuesto para
ella,
porque quería ser fiel al desposorio que ya había celebrado con José.
Pero esa pregunta no dejaba espacio para la duda ya que, movida por la
fe, desde el primer momento se puso humildemente en manos de
Dios
disponiéndose libremente como servidora, y dijo: "Hágase en mí según Tu
Palabra". Hace ya casi 30 años fui ordenado sacerdote y elegí como lema
estas palabras de la
Virgen (un poco por las circunstancias especiales en las que, adelantándose a
los tiempos previstos, con sólo 15 días de
anticipación se me propuso recibir la
ordenación el 23 de diciembre de 1978). Creo que allí comenzaba a dibujarse un camino que ya
había sido insinuado al entrar al Seminario, y que consiste simplemente
en vivir encontrando el sostén más que en las certezas propias (de las que uno
con el tiempo va aprendiendo a despojarse), en las certezas que propone
Dios...
Siendo hombres y mujeres de fe, también nosotros podremos ser lo
suficientemente humildes como para asumir lo que nos toca en la vida,
especialmente en las circunstancias en las que por una u otra razón se
nos caen o se nos deshacen los sueños que nos hemos construido pensando
que todo debía ser con color y perfume de rosas en nuestra vida,
olvidándonos que éstas crecen protegidas por las espinas (en realidad
las circunstancias más duras nos ayudan a no vivir envueltos o rodeados
por
fantasmas, ídolos o fantasías). La realidad que tenemos
por delante, a veces llorosa y empobrecida, es la realidad del mundo a
la que Jesús sigue viniendo, como cada vez que celebramos la Navidad,
para traer lo que nos hace falta para salvarnos.
Simplemente, basta estar presentes en el lugar y en el momento en Jesús
viene...
3. HAY QUE ESTAR JUNTO
AL PESEBRE, COMO MARÍA
Y JOSÉ, PARA RECIBIR A JESÚS... «En la actual sociedad de consumo, este
período sufre por
desgracia una especie de "contaminación" comercial, que corre el riesgo
de alterar su auténtico espíritu, caracterizado por el recogimiento, la
sobriedad, una alegría que no es exterior, sino íntima», decía
Benedicto XVI en el
rezo
del Angelus
hace unos años en la
plaza de San Pedro...
Quizás
este año la crisis financiera internacional nos preste una ayuda
inesperada para disminuir la contaminación comercial de la Navidad,
que existe desde hace tiempo. No hay que olvidar que Papá Noel,
popularizado hace ya unos cuantos años por una empresa comercial que
vende burbujas con la imagen vacía de contenido religioso de un anciano
simpático de blancas
barbas que hace regalos, no es otro que
San
Nicolás de Bari, un
santo Obispo del siglo IV, muy dado al servicio de los niños. Como
Obispo, era un fiel cristiano, y por lo tanto se ponía de rodillas
ante Jesús, venido en un Pesebre...
El
Pesebre es el lugar que nos hace
retornar al recogimiento y a la sobriedad propia de la Navidad. El
Pesebre que armamos en nuestras casas nos permite volver a una alegría
que no es
exterior sino íntima y profunda, propia de la Navidad. La celebración
de los 30 años de ordenación sacerdotal, las "Bodas de Perlas", como me
recordaba hoy mismo una feligresa, invita también a una celebración
recogida y silenciosa, para cuidar con fervor esta perla recibida, y
por lo tanto a una celebración al pie del Pesebre...
Porque el
Pesebre es el lugar Jesús encontró disponible cuando vino a nosotros, y
donde María y José, y los Pastores después, lo recibieron. Por eso las
Hermanitas de los Pobres en sus Hogares, no sólo ponen adornos que nos
recuerdan la gran fiesta que se acerca. Sobre todo, y especialmente,
ponen Pesebres en todos los lugares de la Casa. Empezando por el que
está en la Iglesia, pero también los que están en cada uno de los
comedores, en los pasillos más transitados, y en todos los lugares que
más frecuentamos. Para que nos se nos olvide que el Pesebre y la
Navidad van de la mano, ya que en un Pesebre nació Jesús. «El pesebre
nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se
ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén», nos
recordaba
Benedicto
XVI en el Angelus
ya mencionado. El Pesebre, continuaba el Papa,
«sigue
siendo el signo también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI.
No hay otra Navidad». Junto al Pesebre, nuestra actitud puede ser
verdaderamente acogedora, como la de María y la de José, para que
Jesús, que viene, se quede con nosotros...