Esta fue mi predicación de hoy, 14 de diciembre de
2008,
Domingo III de Adviento del Ciclo
Litúrgico B, en el
Hogar
Marín:
1. NOS HACE FALTA LA
LUZ,
PERO MUCHO MÁS NOS HACE FALTA LA ALEGRÍA... Estamos tan acostumbrados a
contar con la electricidad, que aún tratándose de un invento bastante
moderno (Edison, 1879), cuando no la tenemos nos parece
imposible vivir sin ella. Aunque también es cierto, recién
nos damos cuenta de cuánto la necesitamos cuando nos falta...
Cuando
se
corta la electricidad
(si tenemos en cuenta que hace tiempo que en Argentina no se hacen
inversiones de fondo en la producción de energía eléctrica, es
inevitable que cuando llegan los días de mayor calor y más consumo esto
suceda en las grandes ciudades como Buenos
Aires y sus alrededores), todo
se complica. No sólo tenemos que recurrir a las velas para iluminar,
sino que ya no funciona la heladera, por más que queramos encenderla
nada aparece en la pantalla de la televisión, la computadora ya no
funciona. A cada paso que damos, cuando intentamos usar algún
artefacto,
nos damos cuenta de la cantidad de cosas de uso frecuente en nuestra
vida cotidiana
que dependen de la energía eléctrica...
Pero en realidad, por
importante que sea para nosotros la luz y la energía eléctrica que nos
la facilita, mucho más
nos hace falta esa luz interior que carga de sentido la vida, y hace
posible la alegría. Nos ayuda entonces mirar hoy de modo especial a la
Madre
Celine de la Visitation, Superiora General de
las
Hermanitas de los Pobres, que celebra cincuenta años de profesión
religiosa, sus Bodas de Oro de consagración a Dios a través de sus
votos religiosos en la Congregación. Esta consagración es para ella a
la vez la fuente continua y la causa de su visible alegría...
Nos viene bien porque aunque las fiestas navideñas son fuente de
alegría, es posible que a alguno, cuando se acerca la Navidad, comience
a
invadirlo una irresistible tristeza. Si se piensa en los que ya no
están con nosotros para celebrar la
Navidad, especialmente los que se han muerto en el último año, o en los
que sin haberse muerto, se han distanciado de
nosotros por peleas o discusiones que no hemos sabido superar, o
simplemente en aquellos de quienes los caminos de la vida nos han
distanciado, puede asaltarnos la tentación de la tristeza. Por eso al
preparar la Navidad nuestra mayor preocupación no tiene que ser los
posibles
cortes de electricidad sino todo lo que pueda llevarnos a la tristeza y
ser un obstáculo para la alegría...
2. JESÚS VIENE DE
NUEVO EN NAVIDAD, PARA
DARNOS SU LUZ Y SU ALEGRÍA...Esto es, como siempre, desde que se la
celebra, lo esencial y lo más profundo de la Navidad. Jesús, Dios que
se acerca a nuestra condición humana para traernos la salvación,
se hace Hombre naciendo de María en la pobreza de un
Pesebre. Jesús nace como el Niño del que surge la Luz y por
eso mismo hace posible y nos da la
más profunda alegría...
Por eso, siempre es
posible la Navidad. No depende del clima en el
que estamos, ni de la situación en la que nos encontramos. Porque no es
una Fiesta para celebrar lo que tenemos (si así fuera, podría pensarse
que no es una fiesta para el que está triste o el que no tiene con qué
celebrar), sino para recibir lo que
necesitamos. Justamente por eso celebramos la Navidad, porque Dios sabe
que necesitamos la salvación y Jesús nos la trae en la contundente y
sencilla realidad del Pesebre, donde está Jesús, que es la Luz y trae
la alegría...
Es necesario experimentar la
luz y la alegría
que Jesús nos trae, para poder transmitirlas y reflejarlas de un modo
fiel. Y quien experimenta esta luz y esta alegría no puede dejar de
transmitirlas. La luz siempre se refleja en nuestra vida como en
un espejo. Eso fue lo que sucedió con San Juan
Bautista, testigo de la luz y de la alegría que encontró en Jesús, una
alegría
que se
contagia con más
fuerza y poder que la tristeza que tanto abunda en nuestros días...
Lo vemos en muchas
personas llenas de pesadas responsabilidades y amargas durezas en su
tarea, que sin embargo son continuo testimonio de alegría. Hoy podemos
mirar especialmente a Madre
Celine de la Visitation,
en quien
finalmente recae el peso de la enorme tarea de las Hermanitas de los
Pobres
en sus Hogares extendidos por el mundo entero, que se encuentra el
tiempo para llevar el testimonio de la alegría que viene de Jesús,
incluso cuando visitas a las Hermanitas enfermas. Mirándola a ella
podríamos tratar de imaginar cómo sería nuestra realidad si cada día
transmitiéramos
la luz y la alegría que Jesús aporta a nuestras vidas. Aunque parezca
un camino imposible de recorrer, el camino más corto y
mejor para que nuestras familias, nuestros barrios, nuestras
universidades, nuestros
gobernantes, sean lo que
deben ser, es impregnar cada una de estas realidades con la luz y la
alegría que vienen de Jesús. Y somos nosotros, "pequeño
rebaño" que semanalmente se
alimenta de Jesús recibiendo su Palabra y sus Sacramentos, los llamados
a ser
testigos de la luz y la alegría que de allí surgen. La
celebración de la Navidad nos ofrece la oportunidad para que
muchos puedan descubrir toda la luz y la alegría que surgen para
nuestra vida del Niño que nos mira desde el
Pesebre, y cómo nos puede dar todo lo que nos hace falta...
3.HAY QUE ESTAR CERCA
DEL
PESEBRE, PARA RECIBIR DE JESÚS LA LUZ Y LA
ALEGRÍA... Jesús viene en el Pesebre, que es un lugar sencillo y pobre,
un lugar destinado para los animales, ya que el mundo no le ofrecía en
ese momento otro lugar a Dios, que venía a salvarlo. También hoy Jesús
nos espera en ese lugar humilde y escondido,
que estuvo a su disposición cuando nos visitó en Belén...
En estos
días ya empiezan a circular una
cantidad de correos electrónicos con saludos navideños. Quizás nos
lleguen algunos que, para proponer
una Navidad distinta, nos invitan a no gastar plata en cohetes, cañitas
voladoras y otros yerbas por el estilo. Y está bien, eso es muy bueno.
Ya
hace tiempo que yo trato de llamar la atención ante la paradoja de
querer celebrar
al Príncipe de la Paz con los ruidos de la guerra. Pero con eso no
alcanza. Hace falta algo más. Si queremos recibir de Jesús la luz y la
alegría que nos hacen falta, tenemos que acercarnos a Jesús, y para
hacerlo en este tiempo de preparación de la Navidad, nos tenemos que
acercar al Pesebre...
Como
José y María, como los Pastores, también nosotros podemos recibir y
encontrar a Jesús en el Pesebre. Hay que estar donde Jesús viene, para
recibir su
luz y su alegría. Y para eso sirve este tiempo de Adviento, para
ir acercándonos al Pesebre. Para eso lo ponemos en las casas, además de
armarlo en cada Iglesia, para que el Pesebre sea un lugar de
oración y de encuentro con Jesús, que viene para salvarnos, y darnos
luz y alegría...