Esta fue mi predicación de hoy, 30 de noviembre de
2008,
Domingo I de Adviento del Ciclo
Litúrgico B, en la
Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1.
PODEMOS EMPEZAR A VIVIR LAS
FIESTAS CUANDO COMENZAMOS A PREPARARLAS... Esto sucede especialmente
cuando las preparamos junto con otros, como solemos hacerlo en las
fiestas de familia: los aniversarios, los cumpleaños, e incluso la
Navidad, que no sólo es una fiesta litúrgica de toda la Iglesia sino
también una fiesta familiar. Todos
tenemos algo que hacer cuando llega la hora de preparar estas fiestas.
Unos toman la escoba, otros se dedican a la
cocina, a cada uno le toca una tarea...
En
el Hogar Marín, que
es para quienes aquí
vivimos nuestra casa familiar, junto con toda la
Iglesia comenzamos hoy a preparar la Navidad. En poco tiempo más
comenzaremos cada uno a ocuparse de una parte de esta preparación.
Habrá quien comience a rescatar los objetos de adorno. Otro se dedicará
a los pesebres que aparecerán en cada rincón de la casa, comenzando con
el principal que estará en el templo. Vendrán después las guirnaldas y
demás adornos. Hay quienes se dedicarán a preparar los cantos, en
especial los Villancicos y las demás canciones que animarán el Pesebre
viviente...
En
todo esto habrá que
tener
presente, sin perderlo de vista, que estaremos preparando el festejo
del 25 de diciembre, en el que haremos fiesta porque un día Jesús vino
a salvarnos. Vino niño y vino pobre. Fue bueno y trabajador. Con sus
Palabras de Verdad y sus hechos de Amor nos trajo la salvación al
precio de su propia vida, que entregó gustoso en la Cruz para salvar
la nuestra, condenada por el pecado al fracaso del dolor y al límite
infranqueable de la muerte...
Jesús nos ayuda hoy a comenzar esta preparación advirtiéndonos
que es necesario estar prevenidos y despiertos, hay muchas cosas que
nos
pueden distraer y podría suceder que nos quedemos absorbidos por los
detalles olvidándonos de preparar lo sustancial y lo importante
de esta fiesta. Si nos llegara a suceder esto nos quedaríamos también
sin lo
principal de la fiesta, nos quedaríamos sólo en la cáscara, en la
superficie, sin llegar al corazón de la misma (sería como preparar una
torta, preocupándonos sólo por la crema, el chocolate o el dulce de
leche con la que vamos a revestir por afuera, sin preparar el
bizcochuelo, que es el que sustenta todo lo demás, y lo que contiene el
mejor alimento).
Nos quedaríamos en la cáscara si sólo pensáramos en los adornos de la
casa, las tarjetas de saludo, las comidas especiales, las despedidas de
fin de año, cuando lo verdaderamente sustancioso consiste en
prepararnos para recibir a Jesús, que es el que viene en Navidad para
traernos la verdadera alegría...
2.
NOS
PREPARAMOS PARA RECIBIR
A JESÚS: VINO EN UN PESEBRE Y VENDRÁ EN EL ÚLTIMO DÍA... Vino en un
pesebre no porque fuera el lugar más tierno que podíamos brindarle,
sino porque no había lugar para Él en las casas de Belén. Un lugar
previsto para que se alimenten los animales fue el espacio que el mundo
tuvo para darle a su Creador. También vendrá el último día del
mundo, y anticipadamente para cada uno de nosotros en el último día de
nuestra vida, es decir, a la hora de la verdad, en el momento final y
decisivo en el que tendremos que rendir
cuenta de lo que hemos hecho; no sabemos cuándo será pero podemos estar
seguros que llegará. Esa venida de Jesús en el pesebre y la
del último día es lo que celebramos en la Navidad, y es lo que marca
cuáles son las cosas importantes, las que no podemos olvidar a la hora
de prepararla para que sea una fiesta de verdad...
Dios
viene al encuentro de los que practican
la justicia y se acuerdan de sus caminos, nos dice hoy el profeta
Isaías. Por lo tanto si queremos prepararnos para recibir a
Jesús,
tenemos que recordar cuáles son los caminos por los que viene, y
practicar la justicia, para encontrarnos con Él. En cuanto a esos
caminos, los hemos visto con claridad en los últimos domingos: Jesús
viene de la mano de los que tienen hambre y sed, de los que están
desnudos y sin casa, de los que están enfermos o presos. Y practicar la
justicia con ellos es ponernos como Jesús, a su servicio, con mucho
amor. De esta manera estamos recibiéndolo al mismo Jesús, que viene a
nosotros cada día...
Para
encontrarnos con Jesús,
que viene siempre, no basta un día, aunque sea un día muy especial como
lo es el de Navidad, ni basta tampoco esperar de brazos cruzados el día
del juicio final. Encontrarse con Jesús es tarea de todos los días,
porque Él viene a nuestro encuentro continuamente, a través de su
Palabra, con sus gestos de amor que se expresan especialmente (aunque
no en forma única) en los Sacramentos, y con su presencia sensible a
través de nuestros hermanos que golpean a las puertas de nuestro
corazón con sus necesidades. Para recibirlo tendremos que estar atentos
a su Palabra, alimentarnos intensamente con los Sacramentos, y hacer
el esfuerzo de entendernos con nuestros parientes, vecinos,
amigos,
conciudadanos, enemigos, con los que nos visitan y con los que nos
olvidan, con los que nos cuidan y con los que nos maltratan, con el
mundo entero. Y si esto es tarea de todos los días, lo es especialmente
en los días en los que estamos preparando la Navidad. La tarea de la
preparación, entonces, consistirá en el trabajo paciente para
entendernos con todos los que nos encontramos a diario. En estos días
de preparación de la Navidad podemos intentar hacerlo especialmente con
nuestros parientes, nuestros vecinos, nuestros amigos y hasta con
nuestros enemigos, buscando con la oración, el sacrificio, la fe y la
alegría, preparar junto con todos ellos esta Navidad que se avecina...
3.
NO HAY TIEMPO QUE
PERDER. HAY QUE ESTAR DESPIERTOS: JESÚS LLEGA
ENSEGUIDA... Todo el tiempo del Adviento dedicado a la preparación de
la venida de Jesús, tanto la ya próxima de la Navidad como la final y
la de todos los días, es un tiempo en el que la Liturgia (las Lecturas
y las oraciones de la Misa especialmente) nos exhorta a estar
despiertos...
Las
velas
de la corona de Adviento nos van
indicando cada uno de los domingos que nos separan de la Navidad. Hoy
encendemos una, el próximo Domingo serán dos, y cuando queramos
acordarnos, tendremos las cuatro encendidas, indicándonos que ya llega
Jesús, la verdadera Luz que se enciende en nuestros corazones con la
Navidad...
Ciertamente, no podemos conformarnos con que Jesús se quede en
un Pesebre. Sabiendo que nos trae la salvación nos toca a cada uno de
nosotros prepararle un lugar donde pueda desplegar a sus anchas lo que
tiene para darnos. Ese lugar está en el interior de cada uno de
nosotros, Jesús viene para llegar a nuestro corazón, y allí es donde en
estos días tenemos que preparar el Pesebre en el el que Jesús se quiera
quedar. Jesús llega en esta Navidad, así como también viene a nosotros
en cada día de nuestra vida y así como también vendrá al final de
nuestra vida, a la hora de la verdad. Mirada de este modo, toda la vida
es un Adviento. Y así como habrá que estar bien dispuestos y bien
preparados para recibirlo en el momento final, del mismo modo hay que
estar dispuestos a recibirlo siempre, y del mejor modo, para encontrar
la paz...