Aprendiendo a celebrar la Navidad...
Queridos amigos:
Esta es mi predicación del Domingo 22 de diciembre de 2002, Cuarto Domingo
de Adviento. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas del día:
- Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga
allí su morada... Y el Señor te ha anunciado que él mismo te
hará una casa (2 Samuel 7, 10-11).
- ¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la
Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un
misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se ha
manifestado! (Romanos 16, 25-26).
- El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena
de gracia, el Señor está contigo... Concebirás y darás a luz un hijo, y
le pondrás por nombre Jesús...»... María dijo al Angel: «¿Cómo puede ser eso,
si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»... María dijo
entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra»
(Lucas 1, 28; 31; 34; 38).
1.
TODOS APRENDIMOS DE NUESTRAS FAMILIAS A CELEBRAR LA NAVIDAD... Y aunque hay
algunas cosas que hacemos todos, y algunas otras que son propias de cada
familia.
Por ejemplo, en familias en las que varios cantan bien, es posible que en
algún momento de la nochebuena todos se unan rezando con algunos villancicos u
otros cantos para la ocasión. En las familias en las que no sabemos tanto de
cantar, a lo mejor nos limitamos a acompañar con un poco de ruido el canto de
los otros...
Y aunque con el tiempo algunas costumbres van cambiando, cada familia tiene
su ritmo: si la Misa el 24 o el 25, si primero la comida y después el regalo, o
al revés... Si la familia entendida en un sentido amplio, con primos, abuelos,
los parientes de un lado o de otro, o un año los de uno y otro año los de otro,
o los dos... En fin, en cada casa de un modo y a su modo...
De todos modos, siempre podemos aprender algo más, y a la hora de aprender,
seguro que es mejor acudir a quien más sabe, desde el comienzo, de la Navidad.
Por eso el último Domingo antes de la Navidad siempre nos presenta a María como
la figura central, ya que de ella podemos aprender, como de nadie más, a
celebrar la Navidad.
2.
MARÍA NOS ENSEÑA A RECIBIR A JESÚS: DISPUESTOS Y HUMILDES... María fue una mujer
pobre, de verdad y de corazón, y por eso mismo sin ataduras, siempre disponible
para lo que Dios quisiera de ella. Así se la vio cuando el Angel Gabriel le
anunció el misterio de Dios hecho Hombre que quiso nacer de ella. Así también
partió embarazada, con José, sobre un burro, hacia Belén, donde nació Jesús en
un pesebre, porque no había lugar para ellos en las casas y en los albergues...
Y nos enseña, entonces, a estar siempre dispuestos, para recibirlo a Jesús
siempre y del modo que Él quiera acercarse a nosotros...
Es verdad que se puede estar disponibles también teniendo mucha plata
(aunque ya nadie tiene mucha plata, al menos entre nosotros), pero sin duda es
más difícil, porque surgen muchas ataduras. De todos modos, está claro que para
recibirlo a Jesús es necesario estar dispuestos, con la libertad con la que nos
enseña María a tener el corazón puesto del todo en Dios...
María fue también una mujer de fe. Por eso, no dudó ante el anuncio del
Angel. Preguntó cómo sucedería lo que Dios había dispuesto para ella, porque
quería ser fiel al desposorio que ya había celebrado con José. Pero no dudó, y
movida por la fe, se puso humildemente en manos de Dios, para que se hiciera en
ella según "Su (de Dios) Palabra", disponiéndose libremente como
servidora...
Siendo hombres y mujeres de fe, seremos seguramente también lo
suficientemente humildes como para asumir lo que nos toca, también en este
tiempo en el que se nos han caído una cantidad de sueños, de fantasmas y también
de ídolos y de fantasías. La realidad que tenemos en nuestra patria herida,
llorosa y empobrecida, es la que hemos producido, y a la que Jesús sigue
viniendo, como cada vez que hemos celebrado la Navidad, para traer lo que nos
hace falta para salvarnos. Simplemente, basta estar donde y cuando Jesús
viene...
3.
COMO MARÍA Y JOSÉ, JUNTO AL PESEBRE, PARA RECIBIR A JESÚS, QUE YA VIENE... «La
sencillez del pesebre contrasta con esa imagen de la Navidad que en ocasiones es
presentada de manera insistente por los mensajes publicitarios», decía hoy el
Papa al encontrarse a mediodía para el rezo del Angelus con los fieles en la
plaza de San Pedro, en el Vaticano. El pesebre es el lugar que Jesús encontró, y
donde María y José, y los Pastores después, lo recibieron.
Junto al pesebre, el de nuestra casa o el de la Iglesia más cercana,
podemos encontrar "ante todo, el silencio interior y la oración, que permiten
contemplar el misterio que se conmemora", dijo el Papa. Junto al pesebre,
nuestra actitud puede ser verdaderamente acogedora, como la de María y la de
José, para que Jesús, que viene, además, se quede con nosotros...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: