Aprendiendo a celebrar la Navidad...

Queridos amigos:
 
Esta es mi predicación del Domingo 22 de diciembre de 2002, Cuarto Domingo de Adviento. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas del día:

 
1. TODOS APRENDIMOS DE NUESTRAS FAMILIAS A CELEBRAR LA NAVIDAD... Y aunque hay algunas cosas que hacemos todos, y algunas otras que son propias de cada familia.
 
Por ejemplo, en familias en las que varios cantan bien, es posible que en algún momento de la nochebuena todos se unan rezando con algunos villancicos u otros cantos para la ocasión. En las familias en las que no sabemos tanto de cantar, a lo mejor nos limitamos a acompañar con un poco de ruido el canto de los otros...
 
Y aunque con el tiempo algunas costumbres van cambiando, cada familia tiene su ritmo: si la Misa el 24 o el 25, si primero la comida y después el regalo, o al revés... Si la familia entendida en un sentido amplio, con primos, abuelos, los parientes de un lado o de otro, o un año los de uno y otro año los de otro, o los dos... En fin, en cada casa de un modo y a su modo...
 
De todos modos, siempre podemos aprender algo más, y a la hora de aprender, seguro que es mejor acudir a quien más sabe, desde el comienzo, de la Navidad. Por eso el último Domingo antes de la Navidad siempre nos presenta a María como la figura central, ya que de ella podemos aprender, como de nadie más, a celebrar la Navidad.
 
2. MARÍA NOS ENSEÑA A RECIBIR A JESÚS: DISPUESTOS Y HUMILDES... María fue una mujer pobre, de verdad y de corazón, y por eso mismo sin ataduras, siempre disponible para lo que Dios quisiera de ella. Así se la vio cuando el Angel Gabriel le anunció el misterio de Dios hecho Hombre que quiso nacer de ella. Así también partió embarazada, con José, sobre un burro, hacia Belén, donde nació Jesús en un pesebre, porque no había lugar para ellos en las casas y en los albergues... Y nos enseña, entonces, a estar siempre dispuestos, para recibirlo a Jesús siempre y del modo que Él quiera acercarse a nosotros...
 
Es verdad que se puede estar disponibles también teniendo mucha plata (aunque ya nadie tiene mucha plata, al menos entre nosotros), pero sin duda es más difícil, porque surgen muchas ataduras. De todos modos, está claro que para recibirlo a Jesús es necesario estar dispuestos, con la libertad con la que nos enseña María a tener el corazón puesto del todo en Dios...
 
María fue también una mujer de fe. Por eso, no dudó ante el anuncio del Angel. Preguntó cómo sucedería lo que Dios había dispuesto para ella, porque quería ser fiel al desposorio que ya había celebrado con José. Pero no dudó, y movida por la fe, se puso humildemente en manos de Dios, para que se hiciera en ella según "Su (de Dios) Palabra", disponiéndose libremente como servidora...
 
Siendo hombres y mujeres de fe, seremos seguramente también lo suficientemente humildes como para asumir lo que nos toca, también en este tiempo en el que se nos han caído una cantidad de sueños, de fantasmas y también de ídolos y de fantasías. La realidad que tenemos en nuestra patria herida, llorosa y empobrecida, es la que hemos producido, y a la que Jesús sigue viniendo, como cada vez que hemos celebrado la Navidad, para traer lo que nos hace falta para salvarnos. Simplemente, basta estar donde y cuando Jesús viene...
 
3. COMO MARÍA Y JOSÉ, JUNTO AL PESEBRE, PARA RECIBIR A JESÚS, QUE YA VIENE... «La sencillez del pesebre contrasta con esa imagen de la Navidad que en ocasiones es presentada de manera insistente por los mensajes publicitarios», decía hoy el Papa al encontrarse a mediodía para el rezo del Angelus con los fieles en la plaza de San Pedro, en el Vaticano. El pesebre es el lugar que Jesús encontró, y donde María y José, y los Pastores después, lo recibieron.
 
Junto al pesebre, el de nuestra casa o el de la Iglesia más cercana, podemos encontrar "ante todo, el silencio interior y la oración, que permiten contemplar el misterio que se conmemora", dijo el Papa. Junto al pesebre, nuestra actitud puede ser verdaderamente acogedora, como la de María y la de José, para que Jesús, que viene, además, se quede con nosotros...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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