No hay tiempo que perder...
Queridos amigos:
Esta es mi predicación del 1 de diciembre de 2002, Primer Domingo de
Adviento, en el Hogar Marín. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de hoy:
- Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan
de tus caminos (Isaías 64, 4).
- En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de
riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida que el
testimonio de Cristo se arraigó en ustedes (1 Corientios 1, 5-6).
- «Tengan cuidado y estén prevenidos porque no saben cuándo llegará
el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al
cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al
portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no
saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al
canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los
encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: "¡Estén
prevenidos!"» (Marcos 13, 33-37).
1.
LAS FIESTAS COMIENZAN YA DESDE EL MOMENTO MISMO EN QUE EMPEZAMOS A
PREPARARLAS... Sobre todo cuando las preparamos junto con otros, como solemos
hacerlo en las fiestas de familia.
En el Hogar acabamos de despedir a Madre Ignacia (la Superiora), que se ha
ido a su nuevo destino, después de los seis años que dirigió esta casa, pero ya
comenzamos a prepararnos para recibir a Madre María Nieves, que en poco más de
una semana llegará para asumir esa tarea. Pero también, comenzamos hoy,
junto con toda la Iglesia a preparar la Navidad. Es una fiesta de familia.
Festejamos porque Jesús vino. Vino niño y pobre. Fue bueno y trabajador. Con sus
Palabras de Verdad y sus hechos de Amor, nos trajo la salvación, al precio de su
propia vida, que entregó gustoso en la cruz, para salvar la nuestra, condenada
al fracaso del dolor y de la muerte.
Hay que estar prevenidos y despiertos, porque hay muchas cosas que nos
distraen, y puede ser que no preparemos nada de esta fiesta y nos quedemos sin
ella, o que nos quedemos en la cáscara, sin llegar al corazón de la misma (sería
como preparar una torta, en la que nos quedamos en la crema, el chocolate o el
dulce de leche de afuera, pero no preparamos el biscochuelo, que es el que
sustenta todo lo demás, y el que alimenta). Nos quedaríamos en la cáscara si
sólo pensáramos en los adornos de la casa, las tarjetas de saludo, las comidas
especiales, las despedidas de fin de año (huelo que este año serán muy pocas, y
muy discretas, ante la realidad que se nos impone con su crudeza...). Pero lo
verdaderamente sustancioso será que preparemos es la venida de Jesús...
2.
NOS PREPARAMOS PARA RECIBIR A JESÚS, QUE VINO EN UN PESEBRE, QUE VIENE CADA DÍA,
Y QUE VENDRÁ EN EL ÚLTIMO DÍA... de nuestra vida, es decir, a la hora de la
verdad, en el momento final y decisivo, que no sabemos cuándo será. Lo que
celebramos nos marca cuáles son las cosas importantes, y las que no podemos
olvidar a la hora de preparar la Navidad, para que sea una fiesta de
verdad.
Dios viene al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de
sus caminos, nos dice hoy el profeta Isaías. Por lo tanto, si queremos
prepararnos para recibir a Jesús, tenemos que recordar cuáles son los caminos
por los que viene, y practicar la justicia, para econtrarnos con Él. En cuanto a
esos caminos, los hemos visto con claridad en los últimos domingos: el viene de
la manos de los que tienen hambre y sed, de los que están desnudos y sin casa,
de los que están enfermos o presos. Y practicar la justicia con ellos es
ponernos como Jesús, a su servicio, con mucho amor.
Para encontrarnos con Jesús, que viene, no basta un día, como la Navidad,
ni esperar de brazos cruzados el día del juicio final. Es tarea de todos los
días, porque Él viene a nuestro encuentro con esa inusual frecuencia, a través
de su Palabra, con sus gestos de amor en los Sacramentos, y con su presencia
sensible a través de nuestros hermanos. Para recibirlo tendremos que estar
atentos a su Palabra, alimentarnos intensamente con los Sacramentos, y hacer
el esfuerzo de entendernos con nuestros parientes, vecinos, amigos,
conciudadanos, enemigos, con los que nos visitan y con los que nos olvidan, con
los que nos cuidan y con los que nos maltratan, con el mundo entero.
El camino es el esfuerzo para entendernos, que en estos días podemos
aplicar a parientes, vecinos, amigos y enemigos, buscando con oración,
sacrificio, fe y alegría, preparar juntos esta Navidad.
3.
NO HAY TIEMPO QUE PERDER. HAY QUE ESTAR DESPIERTOS. JESÚS LLEGA
ENSEGUIDA... Las velas de la corona de adviento nos van indicando cada uno de
los domingos que nos separan de la Navidad. Hoy encendemos una, el próximo
domingo serán dos, y cuando queramos acordarnos, tendremos las cuatro
encendidas, indicándonos que llega Jesús, la verdadera Luz que se enciende en
nuestros corazones en Navidad.
Esta vez no podemos dejarlo sólo en un pesebre. Sabiendo que nos trae la
salvación, nos toca prepararle un lugar donde pueda desplegar a sus anchas lo
que tiene para darnos. Y el mejor lugar es nuestro corazón. Jesús llega en
Navidad, en cada día, y al final, a la hora de la verdad. Hay que estar
dispuestos a recibirlo siempre, y del mejor modo, para encontrar la paz...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: