Dios nos
llama a ponernos en marcha hacia
una tierra prometida. Somos peregrinos, en marcha hacia la Casa
paterna, hacia el Cielo. Y hace falta sufrir
por tomarse en serio esta Buena Noticia, en la que consiste
esencialmente el Evangelio. En ese
sufrimiento, nos sostiene la fortaleza de Dios, y nos ayuda tener
presente la meta...
2. JESÚS TRANSFIGURADO
NOS MUESTRA LA META,
PARA QUE NOS
ANIMEMOS A ASUMIR LA CRUZ... Eso hace con los Apóstoles Pedro Santiago
y Juan, inmediatamente después de haberles anunciado que su camino
pasaría por la Cruz. Y para animarlos, aparece ante ellos
transfigurado, con el rostro resplandeciente como el sol y las
vestiduras blancas como la luz, mostrándoles anticipadamente el final
que alcanzaría con la resurrección. Nosotros también estamos hechos
para la gloria y para la resurrección. A su lado, están Moisés y Elías,
que representan la Ley y los Profetas, es decir, toda la Palabra de
Dios. Y Dios Padre nos dice, refiriéndose a Jesús con autoridad y con
asistencia: «¡Escúchenlo!»...
Esa Palabra de Dios nos
dice que, al ponernos
en marcha, tenemos que dejarlo todo. No se puede cargar nada de lo que
juntamos o acumulamos. Por la "aduana" de destino sólo puede pasar lo
que hayamos dado. Toda la Palabra de Dios es una Palabra de Amor que
nos exhorta a comprender que no hay otro camino que no sea el amor, la
generosidad, la solidaridad y la entrega. Ahora es el tiempo, entonces,
para dar, con generosidad. Y para saber cómo hacerlo, basta con mirar
alrededor, y hacer lo que necesita el que tenemos sentado al lado.
Así podemos asumir cada uno la tarea que nos toca....
Por ejemplo, aquí en
el Hogar Marín hemos visto en los últimos días partir a la Hermanita
María de Jesús hacia Medellín, después de haber pasado entre nosotros
sólo unos meses. También hemos visto llegar a la Hermanita Rosario, que
pasó sus últimos años sirviendo en el Hogar de las Hermanitas en
Neuquén. Y hemos visto partir hacia Neuquén a la Hermanita Mercedes,
que ha pasado los últimos doce años prestando su servicio a Jesús en
esta casa de San Isidro. En breve llegará a prestar sus servicios aquí
en San Isidro la Hermanita Ana, que viene de Francia. Ninguna de ellas
podría estar tan disponible para el servicio de Dios en la atención de
los ancianos residentes en las Casas de las Hermanitas que están por
todo el mundo, si no fuera porque llevan muy poco en su valija
(realmente muy poco, apenas un pequeño bolso), y porque tienen la
mirada fija en la meta. Del mismo
modo, todos nosotros tenemos por delante una tarea en la vida, y una
meta que alcanzar. Todas estas tareas las podremos
realizar bien con pequeños o grandes actos de amor, que nos hacen
avanzar en nuestro camino...
Esto no se hace sin sufrimiento. El amor nos lleva a entregar la vida
buscando el bien de nuestros hermanos. Esto requiere esfuerzo, ánimo,
constancia. Por eso, porque nos puede invadir el desaliento o el
cansancio, Jesús nos muestra la meta, como a los Apóstoles. Mientras
caminamos por este camino de fe que nos hace crecer en
el amor, Jesús nos ayuda a levantar la mirada, para que viéndolo a Él
transfigurado, con el rostro resplandeciente y las vestiduras blancas,
tal como será después de la Cruz gracias a su Resurrección, recordemos
y
tengamos siempre presente, a la hora de la Cruz, que nuestra meta es el
Cielo...
3. PARA
NO TROPEZAR EN LAS PIEDRAS DEL
CAMINO, HAY QUE MANTENER LA MIRADA EN LA META... El camino de la fe
tiene sus
piedras de
tropiezo. No sirve caminar con la mirada fija en el piso para no
tropezar, porque de esa manera es seguro que vamos a tropezaremos.
Mirar el piso puede
servir para no llevarse por delante los escalones y para no caerse en
los agujeros que a veces hay en las calles, pero no
sirve para el camino de la vida, para el cual hace falta tener siempre
a la vista la meta...