Esta fue mi predicación de hoy, 26 de febrero de 2006,
Domingo VIII del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar
Marín:
1. ALGUNAS COSAS NO SIRVEN
PORQUE SON FLEXIBLES, OTRAS PORQUE SON MUY RÍGIDAS... Cada cosa tiene
su propia flexibilidad o rigidez. A veces es demasiada la flexibilidad,
y otras veces es demasiada la rigidez. Lo importante es que cada una
tenga las propiedades que le convienen para que nos sean útiles. Por
ejemplo, si lo que necesitamos es un bastón, de nada nos sirve que sea
demasiado flexible, porque no será capaz de sostener nuestro peso, y en
vez de prestarnos un servicio, nos hará más difícil nuestro andar,
agregándonos inseguridad a la inestabilidad que nos hace recurrir a él.
Por supuesto, no bastará con que el bastón sea suficientemente rígido,
para dar firmeza a nuestro andar. Además será necesario que tenga un
buen remate o contera en la punta, sin la cual no podrá afirmarse en el
piso, y puede hacernos caer al suelo...
Por otra parte, si lo que
buscamos es algo cómodo en donde sentarnos o tirarnos a dormir o
descansar, seguramente todos nosotros buscaremos algo flexible y
mullido. Pocos habrá que se encuentren a gusto sentados sobre alambres
rígidos y punzantes, como lo hace un faquir (de todos modos, aunque no
conozca demasiado sobre este asunto, tengo la impresión de que un
faquir tampoco se sienta sobre las agujas punzantes simplemente porque
le parezca el lugar más cómodo o agradable, sino para hacer sus
prácticas religiosas de mortificación o sus prácticas circenses, según
el caso; es muy probable que a la hora de descansar el faquir, igual
que cualquiera de nosotros, busque un lugar lo suficientemente cómodo y
mullido como para que no tenga que revivir en ese momento lo que ha
sido su sufrimiento e incomodidad mientras realizaba sus prácticas tan
especiales)...
Lo mismo debe pensarse de las sonrisas.
Algunas pueden crear desconfianza, por ser demasiado flexibles.
Seguramente nos ha tocado conocer a alguien que "siempre se ríe", y
ante cualquier saludo o cualquier cosa que le decimos enseguida hace
con toda la cara la mueca de una sonrisa. De tanto sonreír, nos resulta
poco creíble una sonrisa tan flexible. También nos sucede a veces
encontrarnos con alguien que "tiene pintada" la sonrisa en su cara.
Mientras su cara busca distintas expresiones, no le cambia la de los
labios, que tienen una rígida y perseverante sonrisa. Tampoco en este
caso se nos hace creíble una sonrisa tan rígida...
En definitiva, lo determinante en cada cosa y en cada cosa es para qué
sirve, porque será su finalidad la que nos permita encontrar la
flexibilidad o la rigidez apropiada para cada cosa. Esto resulta
especialmente importante cuando nos preguntamos por la utilidad de la
ley, algo tan devaluado en nuestra sociedad, especialmente en
Argentina. Hoy Jesús, precisamente, quiere enseñarnos a tratar con la
ley, para dar con la medida justa de su rigidez o flexibilidad, y a
encontrar los caminos de la conversión...