Un ejercicio cotidiano...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 12 de noviembre de 2006, Domingo XXXII del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar Marín:

Juntando dinero1. HAY RAZONES PARA AHORRAR QUE PUEDEN VOLVERNOS DEMASIADO MEZQUINOS... Cuesta trabajo reunir dinero. Y lo necesitamos para solventar las necesidades cotidianas de nuestra vida terrenal. Por eso es que con mucha frecuencia nos puede suceder que, movidos o urgidos por esas necesidades, y sabiendo que probablemente no seremos capaces de "producir" dinero hasta el final de nuestros días, es muy posible que nos parezca necesario ahorrar para el futuro. Pero también puede suceder que, puestos a ahorrar, perdamos la medida de lo adecuado, y el ahorro se nos convierta de tal modo una obsesión que terminemos siendo mezquinos. No hace falta para esto que abundemos en dinero. El que tiene mucho puede ahorrar mezquinamente mucho, pero el que tiene poco puede también ahorrar mezquinamente ese "poco" (aunque ciertamente será más difícil, sobretodo por las urgencias que día a día puede presentarnos la vida)...

Elgiendo finitoEs difícil encontrar la medida adecuada para saber qué hay que gastar y qué hay que guardar. Alguno puede ponerse a hilar muy fino, y ante cualquier necesidad de alguien que lo rodea, encontrará también alguna posible necesidad de su futuro, y por lo tanto llegar fácilmente a la concusión de que no tiene nada para compartir con los demás, ya que no puede abstraerse de sus propias necesidades y de las de aquellos que dependen de él. Aplicando este criterio, escudados en las posibles necesidades del futuro nos puede suceder que nunca encontremos el modo y la posibilidad de compartir nuestros bienes con otros que los necesitan...

Cargando bultosEn realidad, si aplicamos siempre este criterio, sucederá que terminaremos cargando un montón de cosas, que hemos guardado por las dudas las vayamos a necesitar en algún momento, y que finalmente nunca necesitaremos y por lo tanto nunca usaremos. O peor aún, si en algún caso las llegáramos a necesitar, no las podríamos usar, ya que estarán guardadas en nuestra "bolsa", pero no tendremos memoria de ellas, y no sabríamos aprovecharlas...

Por esto es que hay que tener cuidado con las buenas razones que podemos tener para ahorrar (el ahorro bien hecho es virtuoso), porque pueden convertirnos en mezquinos. El mezquino no es feliz, no puede serlo de ninguna manera. El mezquino se pasa escatimando los gastos con la obsesión de guardar para el futuro. El mezquino termina siendo él mismo pequeño, diminuto. El mezquino, aunque tenga lo que necesita, no sabe usarlo, y por eso termina siendo desdichado, desgraciado e infeliz...

Por eso nos conviene prestar atención hoy, cuando Jesús llama nuestra atención y nos enseña a través de la viuda, que tenía muy poco, menos que nadie, y que sin embargo con un corazón grande supo sacar de su indigencia para dar todo lo que tenía para vivir. En el mismo momento había muchos que daban mucho, pero no es de ellos de quien nos señala Jesús algo para aprender, ya que dos pequeñas monedas de plata dadas con generosidad valen mucho más que la abundancia...

Aportando al bien común2. HECHOS PARA VIVIR CON LOS DEMÁS, PARA CRECER TENEMOS QUE APRENDER A COMPARTIR... Así es nuestra propia naturaleza. Estamos hechos para vivir con los demás, y eso no puede entenderse como si sólo podamos pensar que lo que nos toca es recibir de ellos, sino, en justa correspondencia, tanto dar como recibir...

No puede funcionar una sociedad en la que sólo importa levantar el dedo para reclamar lo que cada uno piensa que le corresponde por justicia. Tendremos así muchos dedos levantados, tanto como miembros de esa sociedad, pero nadie podría encontrar de ese modo quién se hiciera cargo de lo que cada uno considera como justo para sí. Sólo podremos crecer si primero aprendemos a compartir. De esto se ocuparon los Obispos de Argentina, reunidos desde el lunes pasado hasta ayer sábado en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, en su Declaración sobre el BIEN COMÚN Y DIÁLOGO...

Bien comúnTodos buscamos nuestro bien. Pero nadie puede construirlo por sí solo. Para ello es necesario una serie de condiciones que dependen también de los demás. Como nos recuerdan los Obispos en la declaración recién mencionada, todos necesitamos el bien común, que es "el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección". Ese bien común "no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social". Además, ninguna persona "puede encontrar realización en sí misma, prescindiendo de su ser «con» y «para» los demás". La señora podrá estar contenta viendo crecer la planta que le gusta, el joven podrá pasar una buen domingo con su pelota y sus amigos, la chica podrá estar contenta con su osito en la mano, y la señora podrá estar feliz saliendo a pasear con su cartera, para visitar a sus hijos o sus amigas. Pero nada de eso será posible sin muchas otras personas que crean las condiciones necesarias, que resumimos como el "bien común", para que cada uno puede realizar su propio bien. Y ese bien común se construye entre todos, porque es responsabilidad de todos. Por eso insisten los Obispos argentinos en esta especial ocasión de nuestra patria, e insistirá siempre la Iglesia, hará falta el diálogo para construir juntos un bien que todos necesitamos y es responsabilidad de todos...

Carrera Nike 10 K 2006De una manera especial lo experimentamos hoy las veinte mil personas que hoy corrimos en Buenos Aires la carrera de 10 Kilómetros organizada por una empresa que fabrica ropa deportiva, y la cantidad similar que corrieron simultáneamente la misma carrera en otras ciudades de América Latina (México DF, San Pablo, Caracas, Montevideo, Guayaquil, Santiago de Chile, Bogotá y Lima). Nada de eso hubiera sido posible, si no nos poníamos uníamos en el respeto de las condiciones para que todo funcionara ordenadamente. Había un lugar para la entrada en calor, otro para la largada, otro para la llegada, un lugar donde había bebidas, vallas que marcaban el recorrido, un lugar para entregar el Chip con el que se medía el tiempo que cada uno hizo, otro lugar para recibir la medalla. Además, estas carreras multitudinarias son siempre una experiencia muy especial que dicen mucho de la vida, y enseñan a recorrerla. Es evidente con algunos están para ir más rápido, otros menos, y otros sólo para llegar, pero todos comparten el mismo lugar, el mismo horario, la misma organización. Cada uno debe respetar a los demás, y al mismo tiempo apoyarse en ellos y estar dispuesto a ayudar a quien lo necesite. Casi todos van en pequeños grupos, que comparten con alegría una experiencia tan fuerte, y las caras alegres no tienen que ver con los tiempos logrados, sino con la experiencia vivida (en la foto de la ocasión, soy el primero comenzando por la izquierda; los de al lado son dos de  los amigos con los que fui en este ocasión)...

Sostener a los demás3. UN EJERCICIO COTIDIANO: BUSCAR EL BIEN DE LOS DEMÁS PARA ENCONTRAR EL PROPIO... Correr, entonces, se convierte en una experiencia que enseña para la vida. Pero así como no es posible intentar llegar a la meta en una carrera si no se ha hecho una preparación mínimamente adecuada, de la misma manera es necesario un ejercicio que nos ayude a recorrer bien el camino de la vida...

Tomados de la manoLa viuda sobre la que hoy Jesús nos hace fijar la mirada nos da la medida. Ella, desde su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir. De esa misma manera, ya que estamos hechos para vivir con los demás, ejercitándonos cada día en el trabajo de construir el bien común será posible que aprendamos a recorrer el camino de la vida. A veces nos tocará sostener a los demás porque somos más fuertes que ellos (como la señora que sostiene al niño), y otras veces también nos tocará sostenerlos, aún siendo más débiles (como los cachorros que apoyan al niño desde su espalda)...

Dando una manoNo tendremos que esperar, entonces, nadar en la abundancia, para que después de haber recibido de la sociedad lo que nos ayudó a crecer estemos en condiciones de devolver algo. Las dos pequeñas monedas de cobre de la viuda que dio todo lo que tenía para vivir es más que lo que dieron desde su abundancia...

Siempre tenemos la posibilidad de poner una mano sobre el hombro de alguien que está esperando ese apoyo. Esto podremos hacerlo a lo largo de toda la vida. Pero para que estemos dispuestos, sólo hay un modo: ejercitarnos en ello cada día. No se improvisa la virtud, que es justamente un hábito, porque es un ejercicio incorporado, que se nos ha hecho fácil porque lo hemos practicado muchas veces. La mano tendida para dar antes de pensar en lo que nos toca recibir, la prontitud para estar atentos a lo que los demás pueden esperar de nosotros, la disposición para buscar el bien de los demás nos hará constructores eficaces del bien común, y al mismo tiempo nos hará encontrar el propio, porque habremos ciertamente encontrado el sentido más profundo y eficaz, a la medida de Dios, de nuestra vida...


Lecturas bíblicas del Domingo XXXII del Tiempo Ordinario del Ciclo B:

Volver al inicio de la predicación...


Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
Todas las predicaciones: http://www.awbunge.com.ar/predicaciones/
Valid HTML 4.01!Para suscribirse: predicacionesawb-subscribe@gruposyahoo.com.ar
Para borrarse: predicacionesawb-unsubscribe@gruposyahoo.com.ar