Para tomar el buen camino...

Queridos amigos: 

Desde Roma, igual que hace tres años para esta misma fecha, les envío la predicación preparada para este Domingo 22 de enero de 2006, Domingo III del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico B (en rigor, ya que no celebraré la Misa con fieles a los que tenga que predicar, me he limitado a actualizar la de hace tres años, con los mismos textos bíblicos de este Domingo):

Duda, desconcierto1. SIEMPRE QUE ELEGIMOS ALGO, TENEMOS QUE DEJAR MUCHAS OTRAS COSAS DE LADO... Este viaje tiene que ver con algunas ocupaciones académicas. El pasado jueves 19 de enero dí una conferencia en la Facultad de Teología de Lugano (Suiza), a los sacerdotes y laicos estudiantes de la licenciatura en Derecho Canónico, presentando el Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos promulgado por la Santa Sede el 22 de febrero de 2004. Y ahora, en Roma, espero la llegada de algunos los alumnos de nuestra Facultad de Derecho Canónico en Buenos Aires, a los que un grupo de profesores de esa Facultad guiaremos en la visita a las diversas oficinas de la Curia Romana, que presta el servicio de ayudar al Papa en su conducción de la Iglesia universal. Como en otras ocasiones similares, aunque todo esté preparado, también en este caso se hizo necesario tomar decisiones continuamente. En primer lugar con respecto a la conferencia: qué puntos privilegiar, para tratar el tema que se me pidió, para sacerdotes y laicos de diversos lugares del mundo, a los que no conocía; qué método utilizar, que fuera claro y conciso (opté, como lo hago generalmente, por acompañar mis palabras con una presentación Power Point; una imagen a veces puede más que mil palabras). Pero también para la realización de la visita: qué oficinas son las más importantes ya que no es posible recorrerlas todas; a quién contactar para lograr una audiencia con las autoridades de cada oficina (el término genérico para todas ellas es Dicasterio, algunos Dicasterios son Congregaciones, otros son Tribunales, otros son Pontificios Consejos)...

En general, siempre es más (al menos en cantidad, aunque raramente en calidad, entidad o peso específico, por lo menos cuando elegimos bien) lo que dejamos, que lo que elegimos. Pero, de todos modos, es la única manera de tomar decisiones y tener o hacer algo, porque no se puede tener ni hacer todo. Eso sólo será posible al final, si alcanzamos la Vida Eterna, en la que nos espera la Plenitud a la que Dios no ha llamado, por su bondad y misericordia...

Por eso se hace difícil, a veces, tomar decisiones, y elegir bien, especialmente en este tiempo en el que una sociedad de consumo parece decirnos hasta el hartazgo que la felicidad sólo es posible si se lo tiene todo, y ya, ahora. Porque a la hora de saber qué elegir, pueden distraernos o atraer más nuestra atención las cosas que tenemos que dejar de lado para poder alcanzar lo que hemos elegido. Cuántas veces, en la vida matrimonial, se abre el abismo del fracaso y de la ruptura, porque en vez de centrar el corazón en aquel/la que se ha elegido renovando cada día la elección que se ha hecho desde un día para siempre, se dispersa la atención en fantasías ilusorias, detrás de sueños irreales, volviéndose a otras/os personas, que en el momento de elegir con quien compartir para siempre la vida, hemos dejado de lado...

 2. LA CONVERSIÓN A LA QUE JESÚS NOS LLAMA CONSISTE EN VOLVER A TOMAR EL BUEN CAMINO... Lo mismo que nos pasa con cualquier cosa que elegimos, nos sucede también con la vida de la fe. Aunque, quizás, la hemos recibido en el Bautismo, sin que se nos pidiera permiso, todos hemos llegado a un momento en que la hemos hecho propia por una libre elección, por la que hemos decidido responderle a Dios, que nos llama, por el camino de la fe, a la Vida Eterna. Esa decisión nos ha llevado a dejar muchas cosas de lado. Porque vivir cristianamente no nos permite vivir de cualquier modo y hacer cualquier cosa, sino que nos llama a vivir siempre según el Evangelio, y hacer lo que Jesús nos propone. Eso significa elegir un modo de vida, y dejar muchas cosas de lado...
 
CaminanteA lo largo de la vida, sin embargo, muchas cosas vuelven a atraer nuestro corazón, y pueden desviarnos del camino. Hay una cantidad de cosas que aparecen como una atracción fascinante y que nos pueden alejar fácilmente del camino de la fe. Pero, como ya se daba cuenta San Pablo, su apariencia es pasajera, la felicidad que pueden ofrecernos sólo dura un instante, más o menos largo, y nos dejan, después, maltrechos o amargados por el camino. Me refiero especialmente en este momento a los halagos de la fama o del reconocimiento servil de los aduladores; también al dinero, y a las cosas que se pueden adquirir con sólo tener dinero...
 
Por eso, para seguir fielmente a Jesús, es necesario rectificar la marcha y volver al  buen camino. Es verdad, retomar la buena marcha suele hacerse "cuesta arriba", como parece sucederle al anciano de la foto. Sin embargo, Dios, en su misericordia, nos ha llenado de "bastones" que nos ayudan. Desde los amigos, que saben decirnos con amor nuestras propias incoherencias, para llevarnos a la reflexión y al cambio, hasta los buenos sacerdotes, que saben decirnos una palabra oportuna cuando nos hemos desviado de la marcha, hasta la ayuda impagable de la misericordia de Dios, que acude a nosotros visiblemente a través del sacramento de la reconciliación o confesión...
 
Es cierto que, si intentamos vivir cristianamente, es señal que hemos creído en la Palabra de Dios hecha carne, en Jesús, verdaderamente una Buena Noticia, que nos ha elegido, como a los Apóstoles, con una llamada personal, para la Vida Eterna. Pero también es cierto que cada día nos hace falta tomarnos un poco más en serio la Palabra de Dios, y conformar más a ella cada día nuestra vida...

Apóstoles3. PARA ELEGIR A JESÚS, Y CON ÉL LA VIDA ETERNA, TODOS TENEMOS QUE DEJAR ALGO DE LADO... Ya los Apóstoles tuvieron que hacerlo. Ellos eras pescadores, tenían un profesión, una familia, y además toda una vida hecha. Cuando llegó Jesús, con su llamado les cambió todos los planes, como decimos habitualmente, "les cambió el libreto". Pero ellos supieron comprender la importancia de la llamada, y dejando por el camino todo lo que podía impedirles responder con fidelidad al llamado de Jesús (la barca, las redes, el padre, los jornaleros), se dispusieron a seguirlo en todo lo que les presentaría por delante...

Hoy será bueno que nos animemos a preguntarnos cada uno de nosotros de una manera muy personal qué es lo que Jesús nos está pidiendo. En la oración, y a través de las personas y las circunstancias que se nos van presentando, Jesús hoy está hablándonos de una manera personal a cada uno de nosotros, está hciéndonos un llamado que es necesario identificar con claridad, para poder responderle con fidelidad...

Pero también será bueno que nos animemos a preguntarnos: "¿Qué es lo que hoy puede impedirme responder con libertad y con fidelidad al llamado de Jesús?". Será muy importante encontrar la respuesta a esta pregunta, porque precisamente eso es lo que tendremos que dejar por el camino para seguirlo a Jesús. Porque no es posible tenerlo todo y hacer todo lo que se nos ocurre y nos gusta o nos interesa. Quedémonos, entonces, con Jesús, y no nos faltará nada, tendremos todo lo bueno...


Lecturas bíblicas del Domingo III del Tiempo Ordinario, Ciclo B:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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