Esta fue mi predicación de hoy, 22 de octubre de 2006,
Domingo XXIX del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar
Marín:
1. HAY QUIENES QUIEREN
OCUPAR SIEMPRE EL PRIMER LUGAR... Esto se ve con claridad habitualmente
en los que se dedican a la política (aunque ciertamente no sólo en
ellos). Así fue con el coronel Perón, que comenzó a ocupar puestos de
importancia durante el gobierno militar del año 1943 en Argentina, que
después llegó a ser General, y ya convertido en político, fue tres
veces elegido presidente de la República. En la marcha que cantaban sus
seguidores llegaban a llamarlo "el primer trabajador"...
Es conocida la lucha
encarnizada que siempre se ha experimentado dentro del movimiento al
que dio origen, el peronismo, cuando se trata de ocupar los primeros
lugares. Incluso la semana pasada, cuando se realizó el traslado de los
restos de Perón a la quinta San Vicente, la casa de campo en la que le
gustaba descansar, se produjo un enfrentamiento a palos y con tiros
entre los que querían ocupar un "primer lugar". Tal fue el desorden por
esa batalla, que según la opinión de un
comentarista político ni
siquiera se sabe hoy si finalmente los restos de Perón están en el
Mausoleo donde se supone que los han dejado...
Esta
misma trampa envuelve a quienes han sucedido a Perón en la cúspide su
movimiento y se han visto, por lo tanto, combatiendo en el centro de la
lucha por el poder. Si sólo vale el primer lugar, se hará cualquier
cosa para llegar a él, y se pretenderá también quedar allí para
siempre, a cualquier precio, más allá de lo humanamente razonable. Hoy
se lo hará sosteniendo una bandera, y mañana se tratará de conseguirlo
levantando otra totalmente distinta. Esas banderas tendrán en común
sólo su condición de instrumentos para mantener el primer lugar en la
estructura del poder...
De todos modos, no es sólo en el mundo de la política, y en una
específica manifestación de la política partidaria de Argentina, donde
sucede este fenómeno. Lo mismo pasa en muchos otros ámbitos. En el
deporte, si se piensa que sólo tiene valor el que tiene el primer
lugar, se hará cualquier cosa para conquistarlo, y a cualquier precio.
Y lo mismo nos pasaría a cualquiera de nosotros en cualquiera de
nuestras actividades habituales. Si sólo valiera obtener el primer
lugar, la vida de convertiría en una competencia demasiado inhumana.
Por eso nos puede ayudar mucho aprender de Jesús en qué consiste ser
"el más grande" y "el primero", y cómo para ello no es necesario
"destruir a los demás", sino más bien todo lo contrario...