Los milagros cotidianos...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 9 de 2006, Domingo XIV del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar Marín:

Arca de Noé1. A VECES ESPERAMOS QUE DIOS HAGA MÁS MILAGROS PARA NOSOTROS... Puede ser que pensemos: "Si Dios es Dios, ¿cómo pueden pasar las cosas que pasan?" ¿Por qué siempre parece que les va mejor a los malos, y se nos hace tan difícil el camino a los que queremos hacer las cosas bien? ¿No debería aparecer Dios milagrosamente, como en tiempos de Noé, y ponernos a salvo a los buenos, con algo similar a lo que hizo con el "Arca de Noé", poniendo a salvo a los que merecían ser rescatados? ¿Dónde está la omnipotencia de Dios, que parece dejarse superar por la prepotencia del mal y dejarse atropellar por la astucia de los malos?...

ElizondoQuizás los argentinos tengamos un consuelo pensando que hoy estaremos representados en el partido final del Campeonato Mundial de Fútbol, ya que lo dirigirá el árbitro Elizondo, de nuestro país, secundado por otros dos compatriotas como jueces de línea. Además, habrá un argentino en cada uno de los dos equipos que disputen la final, Camoranesi en Italia y Trezeguet en Francia. Pero quizás pensemos también que Dios podría haber hecho un pequeño milagro para que fuera nuestro equipo el que estuviera hoy jugando el partido final, en vez de verlo por televisión como todos los demás equipos que se quedaron por el camino...

Tucumán, Casa de la IndependenciaEn realidad, para nosotros los argentinos este día es importante más allá de la final del Campeonato Mundial de Fútbol, ya que hace 190 años, en una sencilla casa de la Ciudad de Tucumán, los representantes de todas las provincias declaraban de forma solemne nuestra independencia. Pero también en este caso podría suceder que nos quedemos esperando algo más de Dios. Sin dudas entre los padres de la patria hubo muchos hombres llenos de méritos y virtudes, que con su entrega y esfuerzo personal construyeron esta gran herencia que nos han dejado. Pero puede suceder que, en vez de esforzarnos para imitarlos, nos asalten pensamientos que nos lleven a esperar de Dios una intervención milagrosa, de modo que de un día para el otro desaparezcan las mafias que vemos luchar por el poder y que han contaminando de inmoralidad la política y el manejo de la cosa pública, al punto que ya nadie bueno parece querer meterse en esas cosas para no quedar "pegado"...

En definitiva, ante muchas circunstancias de la vida podemos quedarnos añorando que Dios intervenga de una manera más enérgica para hacerse cargo de nuestros fracasos y nos saque las papas del fuego antes de que se quemen. Sin embargo, hoy Jesús nos enseña que Dios no es amigo de intervenir con su omnipotencia de una manera prepotente, sino que prefiere una presencia silenciosa, confiando en que sabremos valernos del don más precioso que nos ha dado, que es nuestra libertad, para hacernos cargo de las cosas que nos tocan...

Piadosos2. DIOS NOS HACE LIBRES PARA QUE LO ACEPTEMOS POR AMOR, NO POR LA FUERZA... Dios nos propone descubrirlo y encontrarlo a través de la fe. Pero lo hace de tal manera, que no perdamos nuestra libertad, y podamos aceptarlo por amor, no por la fuerza...

Jesús carpinteroSi Dios se hiciera presente siempre de una manera totalmente evidente, nadie podría negarlo, nadie tendría la libertad de oponérsele. Pero no es el camino que eligió para manifestarse entre nosotros. Nos dice hoy San Marcos que los contemporáneos de Jesús lo identificaban como el "Hijo del Carpintero". Es que por el misterio de la encarnación, a partir de su nacimiento en Belén, Jesús se hizo visible y accesible, y por medio de Jesús fue posible ver y oír a Dios, que asumió nuestra condición humana. Pero la humanidad de Jesús, al mismo tiempo que lo hace visible y audible, también lo "oculta", ya que no nos alcanza para "ver y oír" su divinidad. Para eso no son suficientes los ojos y los oídos, ni siquiera alcanza con el corazón, para "ver y oír" a Jesús como el Hijo de Dios hecho hombre, hace falta la fe...

Jesús en el SagrarioLo mismo pasa con Jesús en nuestros días, siempre presente silenciosamente en el Sagrario. La fe nos permite "verlo" ahí y escucharlo en su Palabra. Pero su presencia amorosa, que hoy se nos manifiesta de esta manera, y en la celebración de los Sacramentos, fuentes en las que se puede beber de su amor, no se impone, sino que se nos propone, para que la aceptemos en la fe, y entremos en comunión con Él. De esta manera, con enorme delicadeza, respeta nuestra libertad...

De todos modos, esto no significa que Jesús no esté suficientemente al alcance de nuestra mano. Su presencia escondida pero real, activa y efectiva a través de su Palabra y sus Sacramentos, y de la misma Iglesia a la que le ha encargado hacerlo presente en el mundo entero hasta el fin de los tiempos, nos alcanza para descubrir la grandeza y la omnipotencia del Amor de Dios. Como dice San Pablo, el poder de Dios triunfa en la debilidad, no necesita la prepotencia, y esto lo lleva a gloriarse en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo...

Declaración de la Independencia, 9 de julio de 1816 (Tucumán, Argentina)3. NO NOS FALTAN MÁS MILAGROS PARA TENER FE, SINO MÁS FE PARA VER LOS MILAGROS... Sin duda, en la declaración de la independencia argentina, el 9 de julio de 1816, participaron muchos hombres de fe. No sólo los clérigos, que siempre vemos representados en las pinturas de ese acontecimiento y cuyas firmas encontramos en el Acta, sino también los demás próceres, que en su mayor parte eran hombres de fe. Ellos no se quedaron sentados esperando el milagro de la libertad, sino que trabajaron denodadamente por ella (desde el 25 de mayo de 1810 se venía luchando por una libertad que no fue declarada hasta no haber sido conquistada; hay aquí una gran enseñanza para los que gestionan hoy la cosa pública: primero los hechos, sólo después las palabras). Seguramente la fe les permitió ver que lo que conquistaban, la libertad para toda una nación que nacía, era también obra de Dios que trabajaba con ellos. Hoy también podemos ver que seguramente hay muchas personas que, como nosotros, se alimentan de la fe, y que cotidianamente se desviven por ser fieles a Dios en el mundo de la política y en todos los ámbitos de la vida ciudadana. Personas que experimentan la misma debilidad que encontraba San Pablo en sus propias fuerzas, pero también la misma fortaleza de Dios que los sostiene. Y en todo esto no nos faltan más milagros, sino más fe para ver los milagros cotidianos...

Selección argentina, Mundial 2006Lo mismo podemos pensar viendo lo realizado por nuestro equipo de fútbol en este Mundial que hoy concluye. Una tentación peligrosa sería quedarse esperando que Dios, en la próxima oportunidad, ponga lo que de nuestra propia parte no alcanza (vaya uno a saber qué sería, ¿más "suerte", mejores jugadores, otros entrenadores, otros adversarios, otro clima, otros árbitros u otras reglas de juego?). Pero en realidad lo que deberíamos hacer es admirar el trabajo de estos veintitrés muchachos que, junto con su equipo técnico y sus entrenadores, trabajaron siempre juntos, buscando cada uno el bien de todo el grupo antes que el lucimiento personal, postergando las ambiciones personales para privilegiar lo que convenía a todos, ocupándose de resaltar lo que los demás aportaban en vez de tratar de cosechar aplausos para los propios méritos cada vez que tuvieron un micrófono  por delante. Tratándose de un equipo de argentinos, ¿no es esto ya un pequeño milagro, que nos sirve de ejemplo y nos muestra mucho de lo que podemos hacer cuando nos decidimos a trabajar juntos, en vez de privilegiar los intereses individuales?...

Manos unidasNo son más milagros, entonces, lo que estamos necesitando para que sea mayor nuestra fe. De hecho Jesús, nos dice hoy San Marcos, no pudo (o no quiso) hacer muchos milagros ante los que lo rodeaban y no tenían fe. Yo creo que es porque si los hubiera hecho, esos milagros no les hubieran abierto los ojos, y no hubieran servido entonces para mucho. Más bien es al revés. Jesús nos invita a la fe, que es siempre una respuesta libre al llamado de Dios. Y es justamente la fe la que nos permite descubrir los milagros que suceden cada día. Cada vez que dos manos se unen para construir juntos el bien, cada vez que la solidaridad puede más que el egoísmo, estamos frente a un milagro del amor. Cada vez que se pasa por encima de las diferencias de color, de raza, de ideología y de los colores de una camiseta de fútbol para construir juntos en el amor, estamos verdaderamente ante un milagro. Si vivimos en la fe y de la fe, seremos cada día testigos del milagro del misterio de la vida de los ancianos, de los niños y de los "medianos", que viene de Dios, y a través de la cual el mismo Dios nos llama al mayor de los milagros, la Vida eterna, hacia la que la fe nos ayuda a caminar...


Lecturas bíblicas del Domingo XIV del Tiempo Ordinario del Ciclo B:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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