Como Él nos ama...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 21 de mayo de 2006,
Domingo
VI del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar
Marín:
1. NO SE LE PUEDEN PEDIR PERAS
AL OLMO, PERO SÍ SE LE PUEDEN PEDIR AL PERAL... Los refranes, nacidos
de la experiencia de los pueblos, por eso mismo están llenos de la
sabiduría popular. Dice uno de ellos: "no se le pueden pedir peras al
olmo". El peral y el olmo son dos árboles parecidos, de la misma
familia, pero son distintos, y sus frutos también...
El olmo da muy buena sombra,
pero sus frutos no son comestibles. Es el peral el que nos da las
peras, pero no nos cobijamos bajo sus sombra. Por eso, el olmo nunca
nos podrá dar peras,
pero el peral sí, porque está hecho para
eso (como se puede ver en la foto de la izquierda). Mientras tanto, el
olmo es bueno para darnos sombra (como puede verse en la foto de la
derecha)...
También hay otro refrán que es oportuno para hoy: "Al que nace
barrigón, es a ñudo que lo fajen". Dicho de otra manera, al barrigón,
por más que se lo apriete con la faja, siempre seguirá barrigón.
Sacando una conclusión más amplia que se refiera no sólo a la panza,
podemos decir que de cada uno hay que esperar lo que puede dar, y no
otra cosa...
Esto mismo sucede en el camino de la fe. Dios, que nos ha regalado
el don de la fe, no nos pide cosas extrañas como fruto de este regalo
que nos ha hecho. Eso sería en muchos casos como esperar peras del
olmo. Pero sí espera que vivamos conforme a nuestra fe, y que demos los
frutos que de la fe se puede esperar...
2. ESTAMOS HECHOS PARA AMAR COMO JESÚS NOS
AMA, Y PORQUE JESÚS NOS AMA... Nuestras raíces están en Dios, y estamos
hechos a su imagen y semejanza. Tal como es Dios Padre con Jesús, así
también es Jesús con nosotros. Por eso nos llama a recorrer un camino
que Él ha recorrido primero...
Jesús nos llama a amar a todos los hombres,
sin excluir a ninguno. Y no hace falta que los motivos y el apoyo que
den fundamento a nuestro amor sean una extraordinaria calidad humana o
sobrenatural que podamos exigir a las personas que estamos llamados a
amar. En realidad, es el mismo Dios el que da fundamento a nuestro amor
a todos los hombres. Estamos llamados a hacerlo no porque los demás
sean tan buenos que "merezcan" nuestro amor, sino porque Jesús nos ama
a nosotros...
Por otra parte, la medida del amor del amor al que Dios nos llama,
es un amor que "no tiene medida". Nos llama a amar a todos, hasta dar
la vida, es decir, con todo, y sin límites. "No hay amor más grande que
dar la vida por los amigos", nos dice hoy Jesús. Nos lo dice Él, que
nos considera sus amigos y dio la vida por nosotros en la Cruz para
que, con su Resurrección, todos podamos tener cabida en la Vida eterna
que ha puesto a nuestro alcance. Por eso, no se pueden "elegir" los
destinatarios de nuestro amor. Todos los hombres, sin distinción,
tienen derecho a que nosotros los tratemos de esa manera y nos
brindemos con esa medida. Decimos habitualmente que "los amigos de mis
amigos son mis amigos". Bien, Jesús considera sus "amigos" a todos los
hombres, y son, por lo tanto, también los míos. Por todos y por cada
uno de ellos Él dio la vida en la Cruz, y por eso espera que yo los
trate de la misma manera...
Además, este mandamiento del amor no cae sobre nosotros como si
viniera de "afuera", sino que es una fuerza que surge desde adentro de
cada uno de nosotros, cuando tomamos conciencia de la manera
inconmensurable con la que Dios nos ama, a cada instante...
3. DIOS NO NOS PIDE MILAGROS,
PERO SÍ QUE AMEMOS COMO ÉL NOS AMA... A veces puede parecernos que eso
de "dar la vida por los amigos" es cosa de héroes, y que nosotros nos
estamos a la altura de semejante medida del amor. Sin embargo, no es
así. Los que se dedican a correr
maratones no corrieron 42 Kilómetros (la distancia de estas carreras)
la primera vez que salieron a correr. De a poco fueron sumando cada vez
más distancia en sus entrenamientos, hasta que estuvieron preparados
para llegar a esa cantidad. Así también sucede con nuestra capacidad de
amor...
"Dar la vida" puede traducirse simplemente por hacer cada día algo
más de lo que hemos hecho hasta ayer en el camino del amor. Siempre hay
algo más que podemos hacer, y así podemos ir creciendo en el amor
durante toda la vida. El martirio de los que dan la vida en forma
violenta como testigos de Jesús es una cosa extraordinaria, para la que
algunos son llamados de forma extraordinaria, y con una gracia o amor
de Dios también de esa medida y naturaleza...
Pero también amamos como Dios nos ama cuando
vamos dando la vida "gota a gota", día a día, cuando con constancia
vamos intentando hacer lo que es bueno para los demás, en cada ocasión
y en todo momento. Ese amor perseverante de los que responden cada día
con amor Dios, que nos ama a todos, va haciendo que el mundo sea cada
vez más a la medida de Dios. Por este camino del amor las manos de cada
uno se convierten en signos y cauces del amor de Dios, que en todos y
para el bien de todos se manifiesta....
Dios no espera de nosotros milagros. Él los hace, cuando quiere y como
quiere. Esperarlos de nosotros sería para Él como esperar peras del
olmo. Pero sí espera de nosotros que hagamos lo que podemos hacer. Es
muy reconfortante ver la sonrisa iluminada de quien es tratado con amor
(ver la foto de la izquierda). Pero detrás de ello siempre hay una mano
abierta (ver sobre el otro lado detalle del extremo inferior izquierdo
de esa misma foto), y más atrás todavía un corazón abierto a los demás
por el amor. Dios espera cada día que nos demos cuenta del amor con el
que Él nos ama, y de toda la capacidad de amar que ha puesto en cada
uno de nosotros. Bastará esto para que nos dispongamos a hacer más
humano nuestro mundo, haciendo lo que es bueno para los demás,
especialmente los que tenemos más cerca...
Lecturas bíblicas del
Domingo VI de Pascua del Ciclo B:
- Cuando Pedro entró a la casa del centurión Cornelio, éste fue a
su encuentro y se postró a sus pies. Pero Pedro lo hizo levantar,
diciéndole: «Levántate, porque yo no soy más que un hombre». Después
Pedro agregó: «Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de
personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la
justicia es agradable a él. El envió su Palabra al pueblo de Israel,
anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que
es el Señor de todos. Todos los profetas dan testimonio de él,
declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en
virtud de su Nombre». Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo
descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra. Los fieles de
origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver
que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. En
efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de
Dios. Pedro dijo: «¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que
recibieron el Espíritu Santo como nosotros?».Y ordenó que fueran
bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que
se quedara con ellos algunos días (Hechos de los Apóstoles 10, 25-26,
34-36 y 43-48).
- Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor
procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que
no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos
manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos
Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como
víctima propiciatoria por nuestros pecados (1 Juan 4, 7-10).
- Durante la Ultima Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Como el
Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi
amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo
cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he
dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he
amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes
son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo
servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los
llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a
ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea
duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo
concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros
(Juan 15, 9-17).
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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: