Nos hace falta la luz y la alegrķa...

Queridos amigos: 

Esta fue mi predicación de hoy, 11 de diciembre de 2005, III Domingo de Adviento del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar Marín:

Corte de Luz1. NOS HACE MUCHA FALTA LA LUZ, PERO MUCHO MÁS NOS HACE FALTA LA ALEGRÍA... Estamos tan acostumbrados a contar con la luz eléctrica, que cuando no la tenemos nos parece imposible vivir sin ella, aunque en realidad se trata de un invento bastante moderno (Edison, año 1879). acostumbrarnos a la oscuridad Aunque, es cierto, recién nos damos cuenta cuando nos faltan...
 
Vela Cuando se corta la electricidad (y si tenemos en cuenta que hace tiempo que en Argentina no se hacen inversiones de fondo en la producción de energía eléctrica, además de las advertencias que ya estamos recibiendo, en ciudades como Buenos Aires y sus alrededores sucederá con frecuencia en este verano), todo se complica. No sólo tenemos que recurrir a las velas para iluminar, sino que ya no funciona la heladera, por más que queramos encenderla nada aparece en la pantalla de la televisión, la computadora ya no funciona, y nos damos cuenta a cada paso, cuando intentamos usarlas, que otra cantidad de cosas de uso frecuente en nuestra vida cotidiana dependen de la energía eléctrica...
 
TristezaPero en realidad, por importante que sea para nosotros la luz y la energía eléctrica que nos la facilita, mucho más nos hace falta esa luz interior que carga de sentido la vida, y hace posible la alegría. Cuando en estos días estamos nuevamente ante la Navidad que se acerca inexorablemente, siendo como lo es siempre una celebración especial cargada de sentido y afecto familiar, no sólo debe temerse a los cortes de electricidad, sino también y especialmente a la falta de alegría...

Aunque estas fiestas son fuente de especial alegría, es muy posible sin embargo que a más de uno, cuando se acerca la Navidad, comience a invadirlo una irresistible tristeza, que le va cambiando la cara. Las comisuras de los labios y las arrugas de la cara se van tendiendo para abajo. Se piensa en los que ya no están con nosotros para celebrar la Navidad, especialmente los que se han muerto en el último año. Se piensa también en los que, sin haberse muerto, se han distanciado de nosotros por alguna pelea o discusión a la que no hemos sabido poner remedio, o en aquellos a quienes simplemente los caminos de la vida los han llevado a muchos kilómetros de distancia, los suficientes como no podamos verlos con ocasiones de estas fiestas. Por eso, en nuestra preparación para la Navidad la mayor preocupación no se encuentra en los posibles cortes de electricidad, sino en los motivos que puedan tenernos con las caras largas y en la dificultad para encontrar motivos de alegría. Será especialmente importante mirar a lo esencial y en profundidad, cuando en la superficie aparezcan la oscuridad y la tristeza...

Luz del Pesebre2. JESÚS VIENE DE NUEVO EN NAVIDAD, PARA DARNOS SU LUZ Y SU ALEGRÍA...Esto es, como siempre, desde que se la celebra, lo esencial y lo más profundo de la Navidad. Jesús, Dios que se acerca tanto a nuestra condición humana para traernos la salvación, que Él mismo se hace Hombre, naciendo de María en la pobreza de un Pesebre. Jesús que nace como el Niño del que surge la Luz, y que por eso mismo hace posible y nos da la más profunda alegría...
 
Por eso, siempre es posible la Navidad. No depende del clima en el que estamos, ni de la situación en la que nos encontramos. Porque no es una Fiesta para celebrar lo que tenemos (si así fuera, podría pensarse que no es una fiesta para el que está triste o el que no tiene con qué celebrar), sino para recibir lo que necesitamos. Justamente por eso celebramos la Navidad, porque Dios sabe que necesitamos la salvación, y Jesús nos la trae en la contundente y sencilla realidad del Pesebre, del que surge como de una fuente el mismo Jesús, que es la Luz y trae la alegría...
 
Alegría del PesebreEs necesario experimentar la luz y la alegría que Jesús nos trae, para poder transmitirlas y reflejarlas de un modo fiel. Por otra parte, quien las experimenta, no puede dejar de transmitirlas, porque la luz siempre se refleja en nuestra vida como en un espejo. Eso fue lo que sucedió con San Juan Bautista, de quien hoy nos habla el Evangelio, que fue testigo de la luz y de la alegría que encontró en Jesús. Alegría que, tengamos siempre en cuenta, cuando surge de una buena fuente, se contagia con más fuerza y poder que la tristeza que tanto abunda en nuestros días...
 
Podríamos ponernos a imaginar lo que algunos pueden considerar sólo como un sueño irrealizable, y que sin embargo podemos estar seguros que puede ser una realidad, si llevamos hasta las últimas consecuencias la fe que nos anima. Podríamos imaginar cómo sería nuestra realidad, si transmitiéramos la luz y la alegría que Jesús aporta a nuestras vidas. Verdaderamente, aunque parezca un camino imposible de recorrer, el camino más corto y mejor para que nuestras familias, nuestros barrios, nuestras universidades, las cámaras de diputados y senadores que supimos conseguir (que en estos días han dado tantos ejemplos bochornosos que a todos nos deben avergonzar), nuestros gobernantes, sean lo que deben ser, es impregnar cada una de estas realidades con la luz y la alegría que vienen de Jesús. Y somos nosotros, quizás un "pequeño porcentaje" de la población de nuestro país que semanalmente se alimenta de Jesús recibiendo su Palabra y sus Sacramentos, los que estamos en mejores condiciones para ser testigos de la luz y la alegría que de allí surgen. Sin embargo, la celebración de la Navidad nos ofrece nuevamente la oportunidad para que muchos puedan descubrir toda la luz y la alegría que surgen para nuestra vida si descubrimos quién es ese Niño que nos mira desde el Pesebre, y cómo nos puede dar todo lo que nos hace falta...

Pesebre y Luz3.HAY QUE ESTAR CERCA DEL PESEBRE, PARA RECIBIR DE JESÚS LA LUZ Y LA ALEGRÍA... Jesús viene en el Pesebre, que es un lugar sencillo y pobre, un lugar destinado para los animales, ya que el mundo no le ofrecía en ese momento otro lugar a Dios, que venía a salvarlo. También hoy Jesús nos espera en ese lugar humilde y escondido, que estuvo a su disposición cuando nos visitó en Belén...
 
Pesebre AdvientoEn estos días ya empiezan a circular una cantidad de correos electrónicos con saludos navideños. Quizás nos lleguen algunos que, para proponer una Navidad distinta, nos invitan a no gastar plata en cohetes, cañitas voladoras y otros yerbas por el estilo. Y está bien, eso es muy bueno. Ya hace tiempo que yo trato de llamar la atención ante la paradoja de querer celebrar al Príncipe de la Paz con los ruidos de la guerra. Pero con eso no alcanza. Hace falta algo más. Si queremos recibir de Jesús la luz y la alegría que nos hacen falta, tenemos que acercarnos a Jesús, y para hacerlo en este tiempo de preparación de la Navidad, nos tenemos que acercar al Pesebre...

Como José y María, como los Pastores, también nosotros podemos recibir y encontrar a Jesús en el Pesebre. Hay que estar donde Jesús viene, para recibir su luz y su alegría. Y para eso sirve este tiempo de Adviento, para ir acercándonos al Pesebre. Para eso lo ponemos en las casas, además de armarlo en cada Iglesia, para que el Pesebre sea un lugar de oración y de encuentro con Jesús, que viene para salvarnos, y darnos luz y alegría...


Lecturas bíblicas del III Domingo de Adviento, Ciclo B:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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