Queridos amigos:
Aquí va mi predicación del 10 de febrero de 2002, Domingo V del Tiempo
Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa
del día:
- Si compartes compartir tu pan con el hambriento y albergas a los pobres
sin techo, si cubres al que ves desnudo y no te despreocupas de tu propia
carne, entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará
en cicatrizar (Isaías 58, 7-8).
- Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra
maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria,
tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía
(Isaías 58, 9-10).
- Hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no
llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. Al contrario, no
quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado (1 Corintios
2, 1-2).
- Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor,
¿con qué se la volverá a salar? qué se la volverá a salar? Ya no sirve
para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes
son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima
de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón,
sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que
están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz
que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y
glorifiquen al Padre que está en el cielo (Mateo 5, 13-16).
1.
SON TIEMPOS DE TORMENTA, DESCONCIERTO Y PERPLEJIDAD. ¿QUÉ PODEMOS HACER
NOSOTROS? Las cosas pasan a una velocidad enorme, las condiciones cambian cada
día, parece que muchos mueven sus fichas pensando sólo en cómo hacer para no
quedar mal parados. Lo que está sucediendo todavía no es, pero se acerca mucho a
una estampida...
Nosotros, ¿qué podemos o qué tenemos que hacer? ¿Vamos a correr a cambiar
todos nuestros pesos en dólares? ¿Vamos a salir, con cacerolas o palos en mano a
protestar o golpear en cada esquina, donde haya un político? Son tentaciones
fuertes, pero en tiempo como los de hoy es necesario responder con
coherencia partiendo de nuestra fe...
2.
JESÚS ES LA FUENTE DE NUESTRA SABIDURÍA Y NUESTRA LUZ. Jesús, nacido en Belén,
en los confines del imperio de ese momento, en el borde, casi afuera del
imperio; en un país empobrecido, lleno de peleas domésticas entre los políticos
y poderosos de ese tiempo, que colmaban la paciencia de los emperadores: ¡Qué
parecido a nuestra Argentina de hoy!
Nuestra fuente de luz y sabiduría es Jesús, que no se llena la boca de
palabras vanas, que no tiene discursos grandilocuentes, que no se maneja con la
sabiduría de los hombres ni intenta fundar una nueva república. Jesús, que
va a los hechos y, fiel a Dios Padre, va la Cruz por amor y con amor, y
allí nos gana la Vida. La Cruz es la sabiduría de Dios, y el amor es la luz con
la que nos ilumina.
3. Jesús nos dice que nosotros somos la sal y la luz del mundo. Nuestra
misión, entonces, es dar sabor e iluminar. Sabor suena cercano a la Sabiduría,
que es el gusto por las cosas de Dios. Se trata de dar sabor, entonces, con
la sabiduría de Dios, que brota de la Cruz: una entrega fiel y perseverante,
trabajando para hacer lo que resulta bueno para los otros, es decir, siendo
solidarios. Se trata de iluminar con la luz que viene de Dios: compartir el
pan con el hambriento, albergar a los pobres sin techo, cubrir al que vemos
desnudo, saciar al que vive en la penuria, eliminar los gestos amenazadores
y las palabras malignas, en fin, hacer todo aquello que nos sugiere un amor
perseverante. Y por supuesto, en tiempos urgentes como los de hoy, unirse
más que nunca con todos los que quieren construir, hacer en favor de los otros,
movidos por el amor, que cuanto más desinteresado, es más legítimo y creíble.
SOMOS SAL Y LUZ, PARA DAR SABOR E ILUMINAR CON LA SABIDURÍA Y EL AMOR DE
DIOS. Es posible. Calcuta es una ciudad más pobre que la más pobre de las
nuestras, y desde allí nos llegó una luz, brillando en las tinieblas, que nos
impulsa y anima a hacerlo también hoy, ya, ahora, nosotros, en nuestra querida
Argentina...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: