Preparando la Fiesta...

Queridos amigos:
 
Esta es mi predicación del 10 de noviembre de 2002, Domingo XXXII del Tiempo Ordinario en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. LAS FIESTAS COMIENZAN A VIVIRSE CUANDO SE LAS EMPIEZA A PREPARAR...
 
Algunas llevan mucho tiempo, como por ejemplo una fiesta de casamiento... Tanto, que a veces los novios están tan absorbidos por algunas cosas de la fiesta, como las pruebas para el vestido, o las fotos, o lo que se servirá, etc., que no les queda tiempo para concentrarse en las cosas más importantes del matrimonio que están por iniciar. De todos modos, ya la preparación va anticipando un poco lo que la misma fiesta será.
 
Sucede también con las fiestas más cotidianas, por ejemplo las que los jóvenes tienen en este tiempo del año con mayor frecuencia. Es cierto que estas fiestas comienzan muy tarde, a la una o más de la mañana... Pero, sin embrago, comienzan a vivirse mucho antes, cuando uno se empieza a preparar, ensayando una y mil veces lo que dirá, lo que hará, lo que responderá, etc....
 
Esto vale la pena tenerlo presente, porque nosotros hemos sido hechos para la fiesta, en realidad para Una Fiesta, que es el Cielo. Toda nuestra vida no es más que el tiempo que recibimos de Dios para responder a su invitación. Por eso mismo, el Cielo es un fiesta que ya comienza a vivirse anticipadamente cuando lo vamos preparando mientras respondemos a Dios...
 
2. LA FIESTA DEL CIELO, A LA QUE DIOS NOS INVITA, NO SE PUEDE IMPROVISAR... Como las vírgenes prudentes de la parábola que hoy proclamamos en el Evangelio, con la sabiduría que se nos ofrece paso a paso cuando vamos profundizando en la Palabra de Dios, también nosotros nos vamos preparando para el momento oportuno teniendo "las lámparas llenas de aceite", es decir, la vida cargada de sentido y de coherencia, a fuerza de trabajar una y otra vez con el esfuerzo de hacer las cosas bien, tendiendo la mano continuamente al servicio de nuestros hermanos, y dando frutos con todo lo que Él ha puesto en nuestras manos...
 
Esto no se puede improvisar. Dios llega a nosotros, de una manera contundente y decisiva, al final de nuestra vida. Pero para recibirlo como hacer falta en ese momento, con la alegría que merece la fiesta a la que nos invita, es necesario ir respondiéndole también cada día, cuando viene hacia a nosotros en la mano del que nos pide algo que tiene derecho a esperar de nosotros, cuando viene a nosotros en la oración, cuando se hace presente con su llamada en todo lo que hacemos cada día...
 
Es verdad que muchas veces nos confiamos a la oración de otros, para que Dios nos tengas piedad. A mí muchas veces me pasa que me encuentro con parientes que me dicen: "Che, vos, que sos sacerdote, y que por lo tanto estás mas cerca de Dios, rezá por todos nosotros, para que Dios nos salve". Por de pronto, el sacerdocio no le garantiza a nadie la santidad, que es el único modo de estar más cerca de Dios. Pero además, la salvación no es transferible...
 
3. LA PREPARACIÓN PARA EL CIELO NO SE PUEDE PEDIR PRESTADA, ES PERSONAL... La vírgenes necias (es decir, que se negaron a la sabiduría) de la parábola, no pudieron llenar sus lámparas con el aceite de las prudentes. De la misma manera, la preparación para la fiesta del Cielo no es transferible.
 
Cada uno de nosotros llegaremos con la que personalmente hayamos hecho... Por eso, cada día, y en cada momento, podemos hacer lo que hace falta, respondiendo a Dios que nos hace presente su invitación de mil maneras, para que el Cielo no nos tome por sorpresa, y vayamos preparando con lo que hacemos cada día esa gran Fiesta...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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