En el país
de la oscuridad brilla
la luz...
Queridos amigos:
Aquí va mi predicación del 27 de Enero de 2002, Domingo III del Tiempo
Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa
del día:
- El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre
los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz (Isaías
9, 1).
- Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto
a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan
en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir (1
Corintios 1, 10).
- El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los
que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz
(Mateo 4, 16).
- A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar:
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mateo 4,
17).
1. ES DIFÍCIL SENTIRSE SEGUROS CUANDO SE HACE DE NOCHE Y SE ACABA LA LUZ...
Por ejemplo, si nos quedamos de golpe a oscuras en un lugar que no conocemos
mucho, es mejor no moverse mucho, porque podemos llevarnos todo por delante.
Cuando está oscuro la sensación es de inseguridad...
Nosotros, en Argentina, parece como si estuviéramos ahora en medio de
una noche cerrada, rodeados de tinieblas muy oscuras, como también lo estuvo
todo el pueblo en tiempos del profeta Isaías, y después en tiempos de Jesús. Si
miramos para atrás, no vemos nada, no terminamos de darnos cuenta cómo se nos ha
venido la noche encima, y si miramos para adelante, tampoco vemos la salida, el
futuro... Y en medio de esta noche, la sensación de inseguridad es inmensa, y
agobiante. Por todos lados se ve el peligro que acecha, de la violencia y la
desintegración social.
2.
Una cosa hay a favor: es en las tinieblas donde mejor puede resplandecer la luz.
Jesús es nuestra luz. JESÚS VINO PARA ILUMINAR A TODO HOMBRE QUE NO SE RESISTA A
SU LUZ... Es esa luz que surge de su amor, probado en la Cruz. Se puede decir
muy sencillamente en qué consiste la luz que Jesús nos ha traído. Él es Dios, y
es Hijo de Dios, y haciéndose Hombre nos ha hecho a nosotros mismos, hijos de
Dios, miembros de su familia. Nos ha ayudado a reconocer que tenemos todos un
mismo Padre, y somos miembros de una familia, hermanos entre todos
nosotros.
Se entiende, entonces, que la Palabra de Dios, de la que San Pablo se hace
eco nos llama, especialmente hoy en Argentina, a ponernos de acuerdo, superando
todas las divisiones, para vivir en perfecta armonía, teniendo la misma manera
de pensar y sentir: pensar y sentir como piensa y siente Jesús. Esto nos llevará
a pensar y sentir buscando el lugar de todos y de cada uno en nuestra patria,
sin ningún tipo de exclusión ni de excluidos. Pensar y sentir reservando los
mejores pensamientos, intenciones y acciones en favor de los más pequeños y más
urgidos. Pensar y sentir buscando cada uno a qué puede renunciar hoy, en favor
del bien de todos, que se llama bien común (este bien requiere que todos y cada
uno renuncie a un bien propio, pero resulta mayor que la suma de todos los
bienes a los que cada uno renunció...). Pensar, sentir y hacer lo que cada
uno puede aportar a la hora de construir.
Esto es lo que intentan promover los tres Obispos que, encargados por la
Conferencia Episcopal Argentina, llevan adelante junto con un enviado de las
Naciones Unidas, la mesa del "Diálogo Argentino", con la esperanza de que los
diversos actores de la sociedad (políticos, empresarios, sindicalistas,
organizaciones no gubernamentales, etc.), sumen sus aportes en algunos acuerdos
básicos que nos pongan a todos caminando hacia un mismo destino y por un mismo
rumbo.
3.
Esto, sin duda requiere un cambio de actitud, en todos nosotros, que, como todo
cambio que dura, comienza desde adentro, y se va manifestando poco a poco hacia
afuera. Es un cambio de vida, fruto del encuentro con Jesús, y su luz, que se
llama conversión. "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca",
nos dijo Jesús. EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA, SI CONVERTIDOS, NOS DEJAMOS
ILUMINAR POR JESÚS...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: