Una pregunta muy antigua...
Queridos amigos:
Esta es mi predicación del 20 de octubre de 2002, Domingo XXIX del Tiempo
Ordinario, Día de la Madre, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo
Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:
- Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí... Yo soy
el Señor, y no hay otro (Isaías 45, 5 y 6).
- Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque
la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes,
no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del
Espíritu Santo y de toda clase de dones (1 Tesalonicenses, 4-5).
- «Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o
no?». Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué
me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto».
Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: «¿De quién es esta
figura y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». Jesús les dijo:
«Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios» (Mateo
22, 17-21).
1.
HAY UNA PREGUNTA QUE ES MUY ANTIGUA: ¿HAY QUE PAGAR LOS IMPUESTOS, O NO? Tan
antigua es, que ya se la hacían a Jesús, aunque con mala intención, ya que
querían tenderle una trampa: si contestaba que sí, lo acusarían de entregador
(el impuesto era para el imperio invasor, los romanos), y si respondía que no lo
acusarían de rebelión...
También hoy surge todo el tiempo esta pregunta, porque en realidad, aunque
hoy es muy fácil pagar los impuestos, hasta se puede hacer sin salir de casa,
desde la computadora, cuando uno se decide a pagar tiene la sensación de que lo
están asaltando...
Uno puede preguntarse, al momento de pagar los impuestos, dónde va a ir a
parar todo ese dinero, ya que, entre los "vueltos" que se caen por un lugar o
por otro, es poco lo que se traduce en servicios a la comunidad. Por otra parte,
la situación no es tan distinta al tiempo de Jesús. Es posible que buena parte
de lo recaudado por los impuestos vaya a parar a manos del "imperio",
devolviendo que se pidieron para servicios a la comunidad que poco o nada se
hicieron, quizás también a causa de tantos "vueltos" que se quedaron en los
bolsillos equivocados...
Por eso, una y otra vez, necesitamos volver sobre la pregunta, más o menos
como se la hicieron a Jesús. ¿Hay que pagar los impuestos, o no? La
respuesta de Jesús es clara y contundente, aunque a veces se la ha entendido
mal...
2.
NADA QUEDA FUERA DE NUESTRA RELACIÓN CON DIOS... Tampoco el pago de los
impuestos. No es posible mirar para el costado, asumiendo que en nuestro tiempo
no se puede sobrevivir de otro modo, y hacer como si las cosas del mundo hubiera
que manejarlas con los criterios del mundo, y sólo las cosas de Dios con los
criterios de Dios...
En realidad, los criterios de Dios son también para las cosas del mundo.
Los impuestos no son más que un acuerdo tácito, por el que nos hacemos cargo
entre todos de lo que es común a todos, como sucede en cualquier familia bien
constituida. De allí que sea una cuestión de justicia, que es el primer modo de
la caridad, hacernos cargo de la parte que nos toca.
Por supuesto, hay derecho a quejarse si se los que ejercen la autoridad
usan mal del fruto de los impuestos. Es más, tenemos que ser exigentes vigilando
para que no se dé ninguna malversación. Pero no podemos escondernos detrás de lo
que otros hacen mal, para excusarnos de lo que a nosotros nos toca hacer. Hay
que pagar "religiosamente", como Dios manda, es decir, lo que corresponde,
siempre y en todos los casos, como una cuestión de honor, porque es el único
modo de darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios...
En realidad, lo que nos dice Jesús sirve para todos los ámbitos de nuestra
vida. No hay nada que podamos sustraer de la mirada de Dios. Y eso vale para
nosotros, como para todos los demás:
3.
A DIOS, TODOS TODO, TAMBIÉN LA OBEDIENCIA DE LOS QUE EJERCEN LA AUTORIDAD... En
nuestra convivencia cotidiana, cuando descansamos, cuando estamos trabajando, o
cuando estudiamos, es necesario darle a cada uno lo suyo, y eso significa que
hay que darle todo a Dios, que es uno solo, y no hay otro... Esto, como decía,
vale para todos, y también los que ejercen la autoridad. Pero no sirve quedarse
sólo preocupados de tomarles examen a los demás, por lo que en este rubro hacen
mal.
No nos preocupe si a veces nos parece que algunos nos sacan ventaja, porque
se sienten libres de hacerse responsables de los impuestos. No estamos en una
carrera donde gana el que se aprovecha más, jugando con las moratorias y otras
artimañas. Nosotros vamos camino al Cielo, y es ante Dios que nos ocupamos
de estar al día...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: